DIARIO DE UN ESPAÑOL EN MANIZALES

"Es hermoso lo que hace, matador"


sábado 12 enero, 2013

"Es hermoso lo que hyace, matador". Las palabras del doctor Juan Carlos Gómez resonaron entre los aplausos de la concurrencia. El Hospital Universitario de Cruz Roja se había llenado de visitantes para ver a los toreros y para contemplar las caras de los niños, que olvidaban por un momento su precaria situación. Pablo Hermoso de Mendoza acababa de quitarse una pulsera para regalársela a la niña que le había impuesto el grano de café de oro.



"Es hermoso lo que hace

Por un instante, mayor o menor, fugaz o eterno, aquella niña fue feliz. Lo fue en un lugar en el que los niños tratan de recuperarse del cuerpo y de la mente, aunque ellos no sean conscientes más que de lo primero. De la mente también deben recuperarse quienes sufren con ellos, quienes conocen realmente la situación del niño y de la casa. Madres, padres, abuelos. De todos se ocupa el Rafael Henaoo Toro, el centro de Cruz Roja que pasa dificultades, como toda la Sanidad colombiana, y que alivia con los beneficios de la feria de Manizales.

Es el centro el propietario de la plaza. Lo es desde que saliera de la ciudad la Casa Chopera hace más de tres lustros por el puro desgaste de 30 años organizando el serial. Fue entonces cuando se creó Cormanizales, la empresa gerente de ambas entidades: el hospital y la feria. Y el centro clínico pasa fatigas que se alivian con el toro. «A pesar de la dramática situación», explica el doctor Gómez con lágrimas en los ojos, «los empleados continúan dando la cara y acudiendo a su trabajo por labores sociales como la que ustedes están haciendo hoy».

Ustedes son Guillermo Perlaruiz, Paco Perlaza, Pablo Hermoso de Mendoza, El Cid y Eduardo Gallo, que compartieron su mañana con los niños y dibujaron en su rostro una feliz sonrisa. Muchos de ellos toreaban por la tarde el festival en el que donan sus emolumentos a esa sonrisa que ayer era pura alegría. María Carolina Andrade servía de maestra de ceremonias para explicar en una frase la importancia de la visita. «Todos nos aficionamos a los toros por ustedes», asegura con las lágrimas a punto de brotar. «Ustedes, muchachos, son héroes que no vienen de este mundo». De ahí la importancia de su presencia. Son muchos los sueños que son capaces de cumplir sólo con una palabra.

Alguien me contaba después la historia de un niño de siete años que fue a visitar la dirección para explicar que necesitaba conocer a César Rincón. Él no toreaba el festival ese año, pero el chaval estaba empecinado en que debía conocerle. «Tengo que hablar con alguien que haya pasado por lo mismo que yo paso ahora…». Era hepatitis lo que aquejaba al niño. La misma que había superado el maestro colombiano. Y el hospital removió cielos y tierra hasta que el niño conoció, por fin, a César.

Pero no se ocupa el hospital sólo de los pacientes. También las madres y los familiares tienen cobijo en esta institución, dirigida por un médico que tiene claro que el festejo más importante de la feria es, precisamente, el festival. Y yo, ahora, también lo tengo claro. «Aquí no viene ninguna figura si no torea el festival». Y hasta a gatas terminó poniéndose Sebastian Castella un año para embestir en la diminuta muleta de un chavalín de tres años. Y lleno de regalos llegó Víctor Puerto, como si hubiese reaparecido el mismísimo San Nicolás. «Es hermoso lo que hace, matador…».

Es hermoso, muy hermoso contemplar la procesión en la que La Macarena, la protectora de Manizales, hace su entrada en la plaza de toros, una vez que los bellísimos caballos chilenos de los carabineros han despejado el ruedo. Las velas de los niños van abriendo su camino por el ruedo, que se queda absolutamente a oscuras para recibir a Señora y toreros. Ellos, los matadores, caminan solemnes tras ella a la cálida y titilante luz de los faroles que porta cada uno de los espectadores. Es un momento emotivo cuando el arzobispo bendice en nombre de la Señora y comienza a sonar el himno nacional en las gargantas de 15.000 personas.

Porque el colombiano, orgulloso de serlo, el colombiano taurino, lo está más aún en Manizales y en Medellín. Porque también esta plaza pertenece a otro hospital. Porque fueron los antioqueños quienes tutelaron a Cormanizales los dos primeros años que organizaron la feria. «Y nunca podremos agradecérselo suficientemente», asegura el doctor Gómez.

Lo de menos, al final, es el resultado artístico. Lo importante es que el manizaleño asiste al festival por afición. Pero también porque sabe que los matadores donan su arte a la sonrisa de un niño. Y eso, es hermoso. «Muy hermoso lo que hace, matador…».