AL NATURAL

Creo en la FIT


martes 10 febrero, 2015

Creo en la FIT como Blas de Otero creía en el hombre, a pesar de ver espaldas astilladas a trallazos. Creo como se cree en Dios, a pesar de los hombres que manejan la que dicen que es su iglesia

Creo en la FIT

Creo en la FIT como cualquier ser humano con sentido común creería en el Paraíso que se propone entre tanta mediocridad que ha llevado al toro a languidecer lentamente sin amparo ni cobijo, ni perrito que le ladre. Creo en la propuesta que lanzaron tres profesionales cabales y un rico al que hay que agradecerle que invierta su dinero en este negocio.

Creo en el concepto de un torero, como Simón Casas, que se dejó el patrimonio en su sueño de ser empresario. Creo en su sueño y en su empeño de darle a los toreros, a las figuras, el sitio que ganaron derramando su sangre para gloria de este rito. Creo en un emprendedor sin miedo como José Cutiño, capaz de hacer de una feria de pueblo la referencia donde empiezan las figuras su temporada. Y así se sostiene 25 años después. Y creo en los recursos de Alberto Bailleres, al que no conozco pero al que agradezco su discurso y su apalabrada intención de cambiar las cosas dejando en la batalla el estipendio bien ganado.

Creo en todo eso y creo en la solidaridad entre empresas para arrimar el hombro y la capacidad; creo en el fomento de los nuevos valores, en el apoyo a los que empiezan y en la inversión en nuevas vocaciones. Creo en el sitio para el que se lo gana, en la puesta en valor de los triunfos y en el premio a los esfuerzos. Todo ello lo promulgó la FIT en su presentación madrileña, dando al acto marchamo de arte al elegir el marco de la Academia de San Fernando. Creo en la FIT, sí. Y en la ilusión que genera su discurso.

En lo que no creo en que ese credo se refleje en los carteles que nos llegan desde la cocina valenciana. Por Xátiva pasan los toreros de la empresa, que son muchos y con muchos méritos, pero no todos los coletas cuentan con ellos para todas las ferias. Están las figuras, pero inmersos en la guerra del poder, amenazando con doblar tardes en lugar de negociarlo, porque eso significaría que todo el elenco de la FIT no podría estar anunciado.

Y no podría porque, según el credo de la Fusión, al que manifiesto mi adhesión, Jesús Duque debería tener su sito en las combinaciones, y ahora mismo no lo tiene, después de dos puertas grandes el pasado año. Como no lo tiene Fortes, tras jugarse la vida y pegar un portonazo con la de Fuente Ymbro las pasadas Fallas. Igual que José Garrido, con tres orejones en la espuerta, aún espera que suene el teléfono desde Valencia. En Olivenza, hecho está, jamás sonó. Tres ejemplos de excepción al credo que ponen un signo de interrogación a la intención de cambio. Pero hay más.

Y, apesar de todo, creo en la FIT. Creo porque los hombres que la dirigen, como la Iglesia de Dios, son humanos para cometer errores, pero también solventes, capaces e inteligentes para subsanarlos. Y para hacer propósito de enmienda, como te exige la Curia para redimir tus pecados. Uno de ellos, tal vez el más común en esto del toro, es el de la soberbia, que casa mal con el credo propuesto y debe corregirlo sin falta el que lo vea en sus carnes en el acto de contricción.

Creo en la FIT, sí. Porque todos deberíamos saber perdonarnos cuando erramos para poder perdonar. Y el proyecto es muy bonito para que el rodillo del sistema comience ya a emputecerlo…