O será que nos ponemos medallas en el
pecho con esto de la cultura y no tenemos ni pajolera idea de quién hace
cultura de verdad.
José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, leía todo lo que
se publicaba en su casa. Normal que le cayeran a la semana entre tres y siete
libros. Y pocos me parecen. Esto me hace pensar que debió de leer la historia
de «Joselito, el verdadero” —magníficamente escrita por Paco Aguado— o ese
«Toros sí. Una defensa razonada” que le dio a Salvador Boix el Premio Hoy de
Ensayo en 2011. Y, por supuesto, el «Diálogo con Navegante” de la Fundación
José Tomás. O «La Monumental. Una historia gráfica de la plaza de toros de
Barcelona (1914-2011)”, de Néstor Luján y Carles Salmurri Trinxet. Y, por
supuesto, el mítico «O llevarás luto por mí”, de Lapierre y Collins, editado por
el hermano mayor del grupo. Y así unos cuantos más. Cientos.
Habrá quien diga que son pocos. Pero claro, aquí los empresarios
no lo son por amor al arte. Ni tampoco a la lectura. Y en un país donde editar
libros en general y de toros en particular supone poco menos que hacerse un
harakiri, ya me dirán.
Esto me recuerda una frasecita de uno de estos que van presumiendo
de lo aficionados que son y que una vez me soltó que él no compraba libros de
toros. Que leía solo los que le regalaban. Y luego decimos que esto es cultura
y tal.
Por cierto: si van a comprar libros de toros a un gran centro
comercial que tiene una de sus tiendas en Pozuelo de Alarcón (sí, ese de «Te lo
mereces…”), olvídense. Los han retirado. Así también nos vamos muriendo, pero
nos importa poco. Igual es que nos lo merecemos.
