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El Erasmus informativo


lunes 2 marzo, 2015

Hace tres años, durante mi estancia Erasmus en Italia, olvidé tantas cosas que creo que me dejé a mí mismo en la puerta de embarque aquel septiembre...

El Erasmus informativo

 Hace tres años, durante mi estancia
Erasmus en Italia, olvidé tantas cosas que creo que me dejé a mí mismo en la
puerta de embarque aquel septiembre. Escribo poco de esto porque ese recuerdo
es como un tesoro que prefiero ir gastando poco a poco, como se hacen las cosas
que gustan pero duelen. Fue un año de asueto en el que el mundo se redujo
drástica y felizmente a una proporción enorme de viajes, fiestas y sobremesas
–lugar donde verdaderamente se conoce a las personas; las primeras citas se
deberían concertar en una sobremesa después de comer cada individuo por su
cuenta: caerían estrepitosamente la estadística de divorcios en el mundo- concentrados
tan intensamente en 365 días que el resultado de lo vivido sale a deber: ingresos
extraordinarios de vida. Un viaje de una semana a Polonia se convirtió, por
ejemplo, en una vorágine de noches sin días en los que Cracovia nos atrapó
obligándonos a pasarlo bien: mucho se habla de cómo Sabina escribió 19 días y
500 noches, pero me gustaría verlo sufrir en grupo una resaca gaseosa de
cervezas pintas. «Hemos venido a estudiar, entre otras cosas”, nos decíamos,
ingenuos, los primeros días.

Algo así ocurre con algunos medios de
comunicación y portales de información taurinos. Viven tan felices revueltos en
el barro de la endogamia, en la diversión del tentadero y el reportaje, que olvidan para qué están. El Erasmus salvaje en el que vive el
periodismo taurino, con ejemplos en todas las casas, se vino a la realidad la
semana anterior cuando el tema principal de esos días, después de la polémica
de Sevilla, quedó inédito en algunos dominios: los jóvenes, argumento siempre
útil en editoriales, objeto de reproches en las redes sociales y masa sin
nombre a la que regalar entradas, premiaron a través de una gala la temporada
taurina 2014. El milagro de los milagros; el agua en el desierto. Pero nada,
oiga, no sé a qué tipo de intereses responderá pero todavía hay quien no ha dedicado
una sola línea, ni un descuidado titular a ello porque, supongo, anda concentrado escribiendo un muy críptico y sesudo artículo sobre el futuro de la
tauromaquia.