CLUB COCHERITO

Pablo Berger: "El toro no pisa la marca"


lunes 13 abril, 2015

El director de la aclamada película 'Blancanieves' participó en un interesante coloquio en el Club Cocherito de Bilbao

El director de la aclamada película 'Blancanieves' participó en un interesante coloquio en el Club Cocherito de Bilbao

El director de la película
«Blancanieves”, el bilbaíno Pablo Berger, sintetizó la dificultad de realizar
un filme de ambiente taurino con una frase muy del argot cinematográfico: «El
toro no pisa la marca”
. Se explica porque los actores tienen marcas en el suelo
que les indica dónde deben pararse para no salirse de plano y, claro está, el
toro no atiende a esas indicaciones. Ya lo decía el gran Alfred Hitchcockcuando aconsejó a otro director: «Nunca se te ocurra hacer una película
con animales, ni con niños…”
añadiendo con muy mala uva «… ni con Charles
Laughton»
.

En una charla-coloquio que
tuvo lugar en los locales del Club Cocherito de Bilbao el pasado 10 de Abril,Pablo Berger, acompañado por el director de la Semana Internacional
de Cine -Seminci-, de Valladolid, el también bilbaíno Javier Angulo, diseccionó los entresijos del rodaje de una película
con elementos rompedores: Está rodada en blanco y negro; es muda, y desarrolla
el cuento clásico de los Hermanos Grimm en un escenario taurino con el singular
protagonismo de los enanitos toreros. Curiosamente, todas estas singularidades,
además de una exquisita realización y una interpretación impecable, fueron las
que catapultaron a esta película hacia el éxito, hasta el punto de ser
presentada por la
Academia Española de Cine en los Premios Oscar.

En el comienzo de la charla,
que tuvo lugar después del visionado de la película, Javier Angulo definió la
obra de Berger como «una declaración de amor al mundo taurino de alguien que no
es taurino”
. Entonces, la pregunta era obligada: ¿cómo se le ocurre engarzar el
cuento con lo taurino?. La respuesta la dio el director bilbaíno al explicar
que «la chispa surgió al ver una antigua foto de los enanos que actuaban en el
espectáculo del bombero torero. Ellos eran los siete enanitos del cuento de
Blancanieves. A partir de ahí se construye la historia, que tardó ocho años en
comenzar a rodarse
”.

Una historia ubicada en las
primeras décadas del siglo XX, cuando la fiesta de los toros era el espectáculo
popular por antonomasia y cuando estaba en su apogeo la pugna entre los
seguidores de Joselito y de Belmonte. Un tiempo oscurantista que, de alguna
manera, obligaba a evitar el color en el rodaje, al decir de Berger que también
señaló las dificultades inherentes a enfrascarse en una película de época, por
la necesidad de un vestuario y unos exteriores acordes con aquel tiempo.

Pero, indudablemente, las
mayores dificultades vinieron dadas por el hecho de tener que rodar con
animales
y, por si fuera poco, con toros bravos. «La complejidad de rodar con
toros era enorme porque, además de lo dicho de que el toro no atiende al guión,
se precisa una estructura de producción con veterinarios, ambulancias y toda
suerte de permisos. La verdad es que estábamos aterrorizados y eso que los
toros, de casi 500 kilos, salieron buenos al decir de los entendidos”
, comentó
Pablo Berger.

En el posterior coloquio, hubo preguntas muy centradas en lo
cinematográfico y otras relacionadas expresamente en lo taurino. Quizás lo más
anecdótico fue que, a pesar de reconocerse un lego en lo taurino, el director
bilbaíno tenía una vivencia familiar curiosa relacionada con el excéntrico
torero vasco Zacarías Lecumberri. «Mi padre era oficial de la marina mercante y
el barco en el fue primer oficial, en sus comienzos, era el que capitaneaba
Lecumberri. Precisamente, mi padre tuvo que asumir la capitanía del barco,
cuando Zacarías falleció a consecuencia de sucesivos ataques al corazón, en la
travesía desde Estados Unidos a las Islas Canarias”, explicó Berger. El barco
en cuestión era el «Pedro de Valdivia”
y ocurrió el 9 de agosto de 1960.