AL NATURAL

Uno de premio que no dio orejas


martes 21 abril, 2015

Un gran toro, Alambrisco II, se encontró con un Manzanares mermado

Un gran toro, Alambrisco II, se encontró con un Manzanares mermado

«No sé qué ha pasado aquí». Era la frase más común entre los mensajes de guasap que volaban tras la faena de Manzanares al segundo. Antes de todo eso, todo eran elogios para un Alambrisco II que fue de premio gordo y se fue a destazar con las orejas puestas después de haber derramado por la arena del Baratillo bravura, clase, entrega, ritmo, boyantía y humillación. Todas las condiciones que debe reunir un toro de lidia para que se recuerda su nombre en los anales. Todas, menos una.

Y esa fue que no se encontró delante al mejor Manzanares posible. Blanquecino en el rostro, con constantes muestras de malestar en cuanto a su salud, no encontraba Josemari el pulso que lleva por bandera, no llegaba el compromiso que este año lo ha hecho más grande. Ahí estaba pasando algo. Su entrada en la enfermería explicó lo inexplicable, porque no es fácil que una figura del toreo deje ir sin mutilar cualidades tan claras.

Tanto lo fueron que aún están en la retina las arrancadas de acusado desliz, boyantía máxima y tremenda emoción que dejó Alambrisco en el albero, antes de que lo arrastrasen entre aplausos. Hoy recordaba Sevilla aquel Niñito del pasado año, que acaparó los premios de la feria, pero hubo triunfo con él de un añorado David Mora que hoy lucha por volver a ponerse delante como un león, como un torero. No es fácil que, siendo mejor toro -siempre en la modesta opinión de un servidor- se puede quedar sin premio porque no dio orejas a la causa.

Mejor imagen quedará de ese Portilloso que abrió plaza, altiricón y basto cual caballo percherón, en las hechuras bastas del raboso hierro charro, pero con la embestida de sello personal que infiere Moisés Fraile a sus pupilos. Con ese quedaron los detalles de Finito, que llega mucho y bien a las retinas más expertas, aunque hoy no llegase al alma. Pero así son las cosas.

Hoy, cuando acababa la corrida, recordé que venía muy al caso el discurso del gran aficionado que es Agustín Díaz Yanes cuando recogió su primer Goya, por ‘Nadie Hablará de Nosotras Cuando Hayamos Muerto’: «Doy la enhorabuena a los demás nominados, porque teniendo más calidad, simplemente han tenido menos suerte…».