Antonio
Ferrera fue uno de los triunfadores más importantes de la pasada Feria de
Abril, cuajando una faena importantísima ante un toro de Victorino Martín de
vuelta al ruedo el pasado jueves. Aquel fue un trasteo en el que se sintió
pleno el extremeño, rompiéndose por ambas manos y apostando ante el cárdeno. El
programa de Radio Tarde de Toros, que cada domingo al mediodía emite en directo
CULTORO, estuvo con el torero.
Ferrera
declaró sobre la Feria y el resultado de ésta que «creo que la corrida desde
el principio hasta el final fue de las que se quedan grabadas en las retinas.
Para mí como torero llegar a esas profundidades con esa personalidad del
encaste de Victorino es muy grande, y poder vaciarte en cada muletazo,
sintiendo el olé de Sevilla, es un sueño. Esa tarde ha marcado un punto de
inflexión en mi carrera”.
Se vio
un Ferrera lleno y, a la vez, un Ferrera vacío por las virtudes del astado. Un
Ferrera que había terminado una Feria revalidando su nombre, su concepto y su
historia. «Son corridas especiales. Las previas las vive uno de una forma distinta, porque
sabe la exigencia máxima a la que se va a exponer. Y también sientes mucho los
sueños, cuajar un toro, y tener la suerte de vivir esos veinte minutos es una
recompensa al camino andado desde que yo era niño. Es una recompensa vivir el
toreo con la misma filosofía con la que empecé. Esos momentos te motivan para
seguir consiguiendo cosas importantes en tu carrera”.
Además,
es Ferrera un torero que conoce perfectamente lo que es matar seis toros de
Martín en solitario. Lo consiguió en Badajoz y, por qué no, Sevilla podría ser
el próximo escenario. «Son cosas muy serias. Tuve la oportunidad
de matar seis toros de Victorino en Badajoz y las cosas tienen que salir solas.
Mi forma de apostar por el toreo y por la importancia del toreo radica también
en esas gestas. El año pasado maté también seis toros de Miura, y los toreros
tenemos que marcar la suficiencia de la sabiduría del toreo con este tipo de
actos. Hay que esta con los pies en el suelo y la cabeza en los hombros. Las gestas
hay que dosificarlas”.
