EL TORO DE LA MERIENDA

Que no se nos olvide


jueves 9 abril, 2015

El domingo, Madrid estuvo a punto de algo grande. Por segunda vez.

El domingo, Madrid estuvo a punto de algo grande. Por segunda vez.

Por tres
veces ha tocado al llamador en sus últimas tres actuaciones en Madrid Eugenio
de Mora: tres actuaciones, dos orejas, una vuelta al ruedo y dos ovaciones. El
domingo, de nuevo, a punto estuvo de rozar la gloria capitalina como ya
ocurriera durante el pasado mes de agosto con la corrida del Conde de la Maza.
Pero lo de Resurrección fue de mano hundida. Que son otras palabras.

Allí paseó la gracia de un torero que rivalizó
en los albores del XXI con un José Tomás intocable. Allí paseó un torero que
lleva toda una vida entrar por fin en Francia. Allí paseó la razón lógica de
una carrera que, por su propio y también lógico peso, ya ha caído. Y por dos
veces. La de Eugenio no es una carrera para estadistas, pues una irregularidad
contextualizada en los tiempos y los lugares en los que ha vivido han marcado
el devenir de sus años. Que no el de su toreo, porque Eugenio sigue siendo miel
manchega que ha sabido dulcificar a la España más profunda de las fiestas
estivales. Y ahora, por segunda vez, ha descubierto Madrid el dorado.

Desde
ese capote recogido cerca de la esclavina hasta su aparente pasividad en la
cara del toro. Todo rezuma aire de castellanía torera en el toledano. Ante
todo, la gran capacidad de Madrid es la de una memoria fuera de lo normal. Por
eso lo del Domingo. Pero no es nuevo en esta lucha el de Mora: desde el gozo
Monumental de una Barcelona que se guardó para siempre el encaje del moracho
hasta el cariño que Castilla profesó por este humilde manchego con el único
ímpetu de hundir la mano y emocionar. Todos han visto la proyección de Eugenio,
pero ya es hora de que esa «proyección» se convierta en una
«acción» material.


Vídeo Madrid 5-4-2015 por Cultoro