Torear no es pegar
pases, torear es mucho más que eso, es olvidarte del cuerpo, hacerlo con el
alma, dejar brotar de tus muñecas el toreo despacioso y relajado, aminorar la
embestida del toro en cada muletazo, ralentizarla y acariciarla. Torear también
es tener torería cuando no se torea, torear es ser capaz de torear sin toro,
ocupar ese espacio entre tanda y tanda, ser capaz de llenar el escenario, de
que el público sea capaz de emocionarse contigo, eso es torear.
Talavante no solo se limitó a
torear, que lo hizo de cine, sino que lleno de torería la plaza de Las Ventas. Como él mismo dijo, llenó
el escenario. Pausas entre muletazo y muletazo, salidas muy toreras de la cara
del toro, cites casi imperceptibles, tiempo al toro entre tanda y tanda… hoy
quiso decirle al público de Madridque está más maduro, que ya es un hombre con toda la barba.
Meció y bamboleó suave
el capote, todo con suma templanza y una despaciosidad que calaron en el
público, estuvo atento a todo lo que ocurría en el ruedo y por si fuera poco
acarició cada embestida del animal. Naturales encajados, de cintura partida,
largos y bellos, mentón en el pecho, zapatillas asentadas, Talavante estuvo en Talavantey Madrid se entregó a él.
¡Madrid ya es tuya Alejandro!