FINAL AGUASCALIENTES

Garra Juli, espectáculo Gamero e indulto Silveti


domingo 3 mayo, 2015

Toros de Monterrey para el rejoneador Emiliano Gamero, Julián López El Juli, Diego Silveti y Armillita

Toros de Monterrey para el rejoneador Emiliano Gamero, Julián López El Juli, Diego Silveti y Armillita

Arrastraba la Feria de San Marcos la resaca de la vuelta de José Tomás a Aguascalientes cuando ya estaba El Juli en el ruedo sin solución de continuidad. Junto a él, Diego Silveti y el pequeño de la dinastía Armillita con un encierro de Montecristo.

Supo El Juli caminarle para atrás al primero para azuzarle la embestida al distraído animal hasta desistir de estirarse a la verónica hasta después del penco. Fue por chicuelinas entonces el quite, del que se escupió el animal por su falta de celo, impidiendo la ligazón hasta la media. Nada bueno auguraba para la muleta, porque su feble condición no le dejó entregarse completamente a la asentada y pura lid que le propuso El Juli. Le tapó la cara con inteligencia Julián, sabiendo aplicarle siempre la altura justa a su falta de raza y de celo que le hizo terminar aplomado ante la figura gallarda del madrileño, que terminó poniéndole los muslos en los pitones. Enfibrado y firme, tuvo que soportar hasta coces del de Montecristo, al que mató de estocada trasera para escuchar una ovación.

Con la cara muy arriba llegó al percal de Silveti el segundo, que ya evidenció su falta de fondo en el aseado saludo del mexicano, que se resarció después con un ajustado quite por gaoneras. Con mucha aspereza se arrancó el animal en las primeras oleadas, en las que se dobló Silveti por bajo para sacarlo a los medios. Violento, bruto y a la defensiva, dejó sin opciones a un porfión Diego que no se aburrió de buscarle las vueltas hasta que se negó el animal. Mal con la espada, escuchó silencio.

Con una larga cambiada en el tercio recibió Armillita al tercero, más recogido de los cuartos traseros, pero con poder para campanear al caballo de Nacho Meléndez en varas. Por cordobinas quitó el mexicano, perdiendo las manos el toro de Montecristo. Pero a menos se fue yendo en recorrido e intención hasta llegar a la muleta sin empuje y a la defensiva, bronco y áspero en la franela del mexicano, voluntarioso y notable en el esfuerzo para meterle mano al animal. No le dio más opción que tirarse en el morrillo para dejar un espadazo.

Tuvo paciencia El Juli para esperar que dejase el cuarto de corretear por el ruedo para desmayarle los lances a un animal que no andaba boyante de fuerza. Muy medido en el caballo, por cordobinas le interpretó Juli el quite, en el que perdió las manos el animal. En la muleta le faltó ritmo en la media altura que planteaba El Juli para ayudarle a afianzarse. Pero se defendió, se ancló al ruedo y realizó verdaderos esfuerzos por irse hacia adelante con voluntad, al no acompañarle las fuerzas. Sí le acompañaron a Julián, que necesitaba exigencia en sus formas y le echó el trapo a la arena para ver cómo doblaba el afligido animal. A las cercanías terminó yendo el madrileño para exprimirle el contenido al de Montecristo con temple máximo, haciendo que sonase Pelea de Gallos en la Monumental, empeñado en el triunfo en un desplante tirando los trastos. Lo reventó de una sensacional estocada y paseó las dos orejas.

El quinto sacó brío en el capote de Diego Silveti, que tuvo que emplearse con el brusco animal, topador en el peto con actitud defensiva. Cortó los viajes muy pronto el de Montecristo, toda una prenda cuando llegó a la franela. Enfibrado Diego, le sacó siempre los muletazos por debajo de la pala del pitón para imponerse pronto al bronco animal, que respondía siempre con gañafones.  Tuvo autoridad el firme mexicano con la mano izquierda, que tiró de técnica y de raza para encarar la pelea con mucho asiento. Y aún así, no entendió el tendido la buena actitud de un Silveti muy meritorio. Falló con la espada y todo quedó en silencio.

El sexto fue muy protestado de salida por defecto de trapío, pero tampoco le sobraba raza al distraerse en los lances del saludo de Armillita, razones por las que fue devuelto. En su lugar salió un toro grandón y renqueante que salió rajado ya de chiqueros y no visitó el callejón porque le fallaron las fuerzas. Con buen ánimo quiso Armillita entender al animal, echándolo para adelante con empuje en la franela en el inicio. Pronto le cogió el pulso para trazarle todo lo largo que podía, persiguiendo su insistente intención de irse y sujetando la voluntad del manso hasta que terminó completamente rajado, haciendo estériles los ímprobos esfuerzos del mexicano. Supo Fermín buscarle las vueltas y llegar al tendido a base de actitud en una faena larga premiada con una oreja.

Salió séptimo el toro para el rejoneador Emiliano Gamero, que llegó tarde al festejo, donde sustituía a Mónica Serrano, por sufrir problemas con el camión de los caballos. Junto a la puerta de chiqueros esperó el caballero con la garrocha al de Fernando de la Mora, templándolo por delante con solvencia. Le costó llegarle a la cara en los primeros embroques, templando mejor la poco humillada embestida en las salidas, toreando de costado. Buscó las piruetas en la cara con mucha expresión y comprometiendo las batidas con mucha espontaneidad y frescura ante un toro con más colaboración que ritmo. Les faltó ajuste a los quiebros, pero no entrega a un rejoneador que fue todo actitud hasta lograr que sonase la Pelea de Gallos cuando colocaba las banderillas al violín. Contrario quedó el rejón fulminante para que pasease Gamero las dos orejas y el rabo.

Serio y hondo era el toro que regaló Diego Silveti, que no se quedaba a gusto con su resultado en la feria. Muy suelto salió el animal, que humilló en los delantales del saludo, abrochados con buena media. Galleó al toro hacia el caballo con chicuelinas y cordobinas muy coreadas por lo bajo de las manos. Clase y entrega tuvo el animal, al que dejó muy crudo el mexicano. Con estatuarios comenzó la faena el de Irapuato, atornillado a la arena. Emotiva fue la primera tanda de poderosa y gobernadora mano diestra, acompañando con el pecho los trazos y con la cintura el monumental cambio de mano. Con el hocico por la arena se le fue el toro tras el trapo para que lo cosiera Silveti al fleco con desmayo y con naturalidad hasta para que brotase la arrucina maciza, igual que la serie diestra que vino después. Redondo y emotivo cuando sonó la Pelea de Gallos en un trasteo macizo desde el primer lance que causó locura en la Monumental para que se pidiese y concediese el indulto para el gran toro. Ya estaba indultado el animal cuando el abandono de Silveti propició una cogida de la que salió herido pero triunfante el mexicano.

FICHA DEL FESTEJO

Monumental de Aguascalientes. Feria de San Marcos. Lleno en los tendidos. Toros de Montecristo, de desigual presencia y justos en la fuerza y en la raza. Sin celo ni raza el aplomado primero; violento, bruto y defensivo el segundo; bronco y sin fondo el tercero; feble y sin raza el noble cuarto; geniudo y defensivo el bronco quinto; devuelto el enclenque sexto; manso el sexto bis. Y dos de Fernando de la Mora, con más voluntad que ritmo el de rejones; enclasado y con entrega el gran octavo, indultado.

El Juli (azul rey y oro): ovación y dos orejas.

Diego Silveti (lila y oro): silencio, pitos e indulto.

Armillita (nazareno y oro): silencio y oreja.

El rejoneador Emiliano Gamero: dos orejas y rabo.