Un
llenazo de No Hay Billetes registraba el nuevo Coliseum de la ciudad de Burgos
para un cartel que había despertado la expectación de todo el toreo: Toros de
Antonio Bañuelos para Enrique Ponce, El Juli y Alejandro Talavante.
Dos orejas paseó un sorpresivo Talavante en el tercero de la tarde, un gran toro de Antonio Bañuelos al que recibió con soberbias verónicas para llegar al tendido con una muleta poderosa. El inicio, cambiándose al toro en una arrucina de rodillas, fue de espeluznante impresión para, a partir de ahí, ir encelando el tranco de un gran toro. Al natural sacó las palmas Talavante, en muletazos hondos, largos, encajados y de muchísimo gusto al noblón astado castellano. Tras la estocada, paseó dos orejas. Se atascó con la espada y fue silenciado tras la faena al sexto, un toro frío y con un punto de sosería que hizo que no se entendieran los protagonistas de la última función de la inauguración del coso.
Palmas
tras leve petición escuchó Ponce con el primero de Antonio Bañuelos que
inauguró el nuevo Coliseum. Dejó detalles el diestro valenciano con el capote,
pero no pudo lucirse ante el animal burgalés por la evidente falta de fuerza de
su condición. Dejó detalles toreros durante toda su faena, especialmente en el
epílogo de rodillas. Escuchó palmas. Sin historia fue su faena al caurto, un soso de Bañuelos que no permitió el lucimiento del torero de Chiva.
Una
faena «made in Juli» fue la que realizó Julián ante el segundo toro
de la tarde, uno de Antonio Bañuelos que se prestó a su muleta y ante el que
resultó volteado sin consecuencias mayores. Dejó detalles toreros en una faena
de técnica, de arrimones entre los pitones del astado y rematada con una
estocada baja. Oreja. No tuvo opciones ante un deslucido quinto, ante el que solamente dejó detalles toreros con la muleta en la mano diestra.
FICHA DEL FESTEJO
Coliseum
Burgos (inauguración). Lleno de No Hay Billetes. Corrida de toros.
Seis
toros de Antonio Bañuelos.
Enrique
Ponce, palmas y silencio.
Julián
López «El Juli», oreja y palmas.
Alejandro
Talavante, dos orejas y silencio.
