Por si
la hecatombe política que el Ayuntamiento de La Coruña ha protagonizado esta
mañana en detrimento de la libertad hubiera sido poco para rematar la jornada, va
Pamplona y saca una corrida indigna de su historia. La presentación de Garcigrande
no ha sido sino la puntilla final a lunes negro para una Fiesta que
internamente debería estar bien sana.
Ahora
bien, ¿a quién exigir responsabilidades sobre lo acaecido esta tarde en
Pamplona? ¿A un ganadero que sabía el apelativo de una Feria del Toro a la que
deshonraban animales como tercero y quinto? ¿A dos figuras, Juli y Perera, que
aceptaron -pongámonos en el mejor de los casos- una corrida que manchaba la
ciudad de la presencia taurómaca por excelencia? ¿A una MECA que debe tragar
exigencias para rematar un par de días con las figuras para hacer rematada su
Feria?
Y
Padilla, qué quieren que contemos. Ya lo dijimos todo hace una semana cuando
abrió la Feria del Toro. El bueno de
Juan José, ante todo, es noble antes que héroe, porque es precisamente el
tiempo y la nobleza los que han conseguido su carisma heroico. Pero no está
para esta tralla. Ni para que se le vaya enterito un toro bravo como fue el
cuarto.
Lunes negro. Y van…
Menos mal que, al menos, la afición taurómaca lleva consigo el complemento fiel
de la esperanza. Esperemos que nunca nos falle antes de que el último que salga
apague la luz…
