ENTREVISTA

David Mora: “Mi objetivo en febrero era hablar en la plaza cada día y lo estoy haciendo”


viernes 14 octubre, 2016

De pactar con el diablo por reaparecer a hablar con Dios cada tarde está el trecho del destino, la voluntad y la suerte de las que sólo David Mora tiene la respuesta... lo explica en esta entrevista

De pactar con el diablo por reaparecer a hablar con Dios cada tarde está el trecho del destino, la voluntad y la suerte de las que sólo David Mora tiene la respuesta... lo explica en esta entrevista

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

De
pactar con el diablo por reaparecer a hablar con Dios cada tarde está el trecho
del destino, de la voluntad y de la suerte de las que sólo David Mora tiene la
respuesta. Y las tiene porque ha vivido la experiencia del dique seco y la
gloria llena. Del dolor inhumano y el cielo a metro y medio del suelo, izado
sobre el costalero que esta temporada atestiguó su momento. Al toledano sólo le
queda el asedio de Jaén que, cual Fernando III de Castilla en 1246, deberá mostrar
armas para reconquistar San Lucas. Llega curtido a esta segunda batalla, con el
corazón gastado de recibir cariño en el triunfo pero el escudo reventado a
defensas contractuales.

«Esta temporada he
toreado prácticamente con todos los compañeros. Ha habido tardes muy
importantes, de mucha responsabilidad y creo que he cumplido. Estoy muy
satisfecho porque ha sido una temporada muy completa. Ha faltado entrar en
alguna Feria que, como uno de los triunfadores de Madrid, era de justicia. Pero
eso son méritos diferentes a mi esfuerzo en la plaza”.
Y afrontará tras Jaén su
segunda batalla: si la primera fue volver a enfundarse el chispeante, será la
que le viene la de batallar sobre los despachos lo que en el ruedo se ha
ganado.

En
realidad ha sido una temporada de hablarle al destino a la cara. De decirle al
aficionado desde Vistalegre a Zaragoza que ha aprovechado con fruto los
talentos que en su reaparición el destino le entregó: «Se corroboró desde que reaparecí
en Vistalegre. Ha sido una temporada con sensaciones, de haber cuajado toros
puntuales que han quedado para el recuerdo, y eso como artista debe servir para
intentar encontrar tu toreo y que las faenas queden grabadas. Eso se ha conseguido
”.

Y habló,
pactó y apostó con el destino mismo la tarde de «Malagueño” el David Mora que,
ni soñando, jamás se habría imaginado un reencuentro así con Madrid: 48000 párpados,
240000 corazones y una sola alma, tan sólo una, fue la aquel día se batió con
las alturas, creyendo en Dios aunque no fuera a misa, la Puerta Grande que el
cielo le puso en su mano y él exprimió con alma, valor y garra. Y mucha
elegancia. «Hace
años que el triunfador de San Isidro era objeto a ser llamado por todas las
empresas. Ahora parece que un triunfo en Madrid es indiferente. Eso es algo que no se está
haciendo bien. Mi objetivo es hablar en la plaza pero por dentro uno siente
injusticia”.
Porque hay que ser tan divino cuanto soñador para
echarle cojones al bravo «Malagueño». Lo fue David Mora con un toro
de vuelta al ruedo de Alcurrucén que, donde otros hubiesen visto litigio
simplón, el pactante vio la puerta del anhelado cielo abierta de par en par.

Es el David de Madrid, de Santander, de Nimes, de Valencia,
de Almería, de la sangre de Albacete y de la gloria incompleta de Zaragoza el
torero que un día creyó en que el destino cambiaría. Y ese Mora gerente de su
propio sino le ha ganado la apuesta a la temporada. «El primer día en Vistalegre, en Sevilla
también pude cuajar un toro de Daniel Ruiz importante, Malagueño en Madrid, el
toro de Lagunajanda en Cuéllar, algunos toros sueltos en Guijuelo o Vitigudino,
en la Feria de Valladolid o Palencia, en Almería con un toro de Daniel Ruiz.
Han sido de las tardes que merecen la pena para seguir disfrutando de la
carrera que uno ha elegido”.

Ya le guiñó el ojo Dios a David Mora en la mesa de
negociación cuando Madrid le tributó su orgullo de torero recuperado en una
ovación para la historia el día de su vuelta a ese escenario. Pero había que
demostrar la recolecta, y para eso hay que ser muy hombre. Como lo ha sido para
afrontar la temporada David. «Ha sido ese toreo el que ha ido marcando cada tarde. Ese poso y esa
personalidad es la que uno busca cuando indaga en su toreo. Que cuando le vean
torear sin mostrar el rostro, que se sepa quién es el torero. Eso es lo que he
conseguido y eso es al fin y al cabo lo que marca tu propio sello y personalidad
”.

No
enterró David los talentos que el destino le ofreció en su reaparición sino que
los ha puesto en la parrilla para que, ni crudos ni pasados, los saque tiernos
ganándose el respeto de las plazas al menos por unos meses. No el de sus
cancerberos. O algunos. Y esa es dura prueba psicológica para un torero: «Quizás
Pamplona fue una falta de entendimiento, pero sí hay que decir que la Casa de
la Misericordia llamó. No nos entendimos por nuestras diferencias pero
llamaron. Pero hay otras Ferias que no han llamado y uno ve que algo ocurre en
esto del toreo”.

Y siempre tras la divinidad hay un pedacito de realidad que
en débil carne humana suele ser pilar lógico a las circunstancias que acechan
la barata liga de pactos en el toreo. Se llama Antonio Tejero y nunca, nunca,
nunca lo dejó de lado a
pesar de las circunstancias. Y ha evolucionado la relación de ambos durante los
recientes años y meses. «Para mí es como si fuera una parte mía.
Cuando ves esa evolución juntos, que uno se encuentra bien y está en un momento
de disfrutar delante del toro, es un momento de felicidad por ambas partes. Él
ha esperado mucho y hasta que no me he recuperado ha estado ahí esperándome.
Como persona es honesto, responsable y ha dedicado toda su vida al toro. Todo
lo que me transmite tiene una verdad implícita crucial. Para mí es especial en
mi vida”.

Es
padre desde hace un mes: «Uno tiene la misma responsabilidad, pero es
duro. Tener una criatura pequeña y tener que salir todos los días a jugarse la
vida es duro pero bonito ya que todas las figuras del toreo han vivido a lo
largo de la historia esa sensación. Por supuesto que uno se responsabiliza
muchísimo”.
A pesar de la alegría familiar, América le espera y Cali,
que el miércoles anunció su Feria, cuenta con él: «La primera fecha es ésta y me
hace mucha ilusión. Se llenan los tendidos y a uno le ilusiona, va con una
moral tremenda. Me mantengo en hacer campaña americana porque me viene muy bien
seguir toreando. A Colombia le tengo mucho cariño por todo lo que ha
significado en mi recuperación. En México también me gustaría hacer una
temporada bonita”.

Como torero, no le da alas a la tranquilidad a pesar de que
uno de sus apoderados, Simón Casas, vaya a regentar Las Ventas: «Creo que la tranquilidad nunca
existe en el toreo. Son términos diferentes. Él va a llevar una responsabilidad
totalmente desligada a mi carrera porque, aunque vaya paralelamente, yo tengo
que mirar por mi objetivo de mirar tarde a tarde. Eso marca una responsabilidad
más. Uno tiene que estar a la altura. Este año tenía muchísimos motivos para
haber toreado en muchas más plazas que debería haber estado y por
circunstancias del sistema no he podido ir. Cada uno busca su objetivo. Uno
tiene que buscar su esfuerzo”.

Sabe que ya no hay calambrazos que sanen con escozor la meta
de sus días. Porque el dolor fue gozo enmascarado en durísima batalla este 2016.
Lo ha logrado y le ha salido cara. De eso se dio cuenta la tarde que vio 20.000
cuerdos rompiéndose en Madrid las manos porque habían visto a un torero pactar
con el destino mismo. Y no sólo hay que ser muy hombre para mirar el toril que
te dejó cojo e intentar pactar con Dios que el diablo jamás iba a volver a
aparecer allí; hay también que ser muy hombre y muy humano -no es lo mismo
gallardía que verdad- para volverse al mismo destino y decirle que aquí, en el
juego de la vida, o se apuesta o se muere en el intento de ser cobarde. Y lo ha
hecho en su año David Mora.

ILUSTRACIÓN PORTADA: JUAN IRANZO