ENTREVISTA A ANDRÉS ROCA REY

Sueños que hacen un camino


viernes 4 noviembre, 2016

Hoy no habla con Cultoro Roca Rey; hoy no nos cuenta su temporada la figura del toreo. Hoy el Matador de Toros deja la seda del vestido de torear y tenemos en frente a Andrés

Hoy no habla con Cultoro Roca Rey; hoy no nos cuenta su temporada la figura del toreo. Hoy el Matador de Toros deja la seda del vestido de torear y tenemos en frente a Andrés

LUCHO HERENCIA / FOTOGALERÍA: andresrocarey.com 

Con los ojos reflejando el sol que ilumina Lima pisa el
nuevo albero de Acho Roca Rey. Seguido por la prensa se da un respiro para
caminar pausado sobre el redondel de la vieja plaza donde muchos años atrás
nació el sueño que se cimentó entre casas ganaderas, amigos mayores o Perú
profundo y creció para hacerse una fortaleza incapaz de resquebrajarse.

Hoy no habla con Cultoro Roca Rey; hoy no nos cuenta su
temporada la figura del toreo. Hoy el Matador de Toros deja la seda del vestido
de torear y tenemos en frente a Andrés.

¿Eres feliz?

Sí, soy feliz. Sobre
todo por estar viviendo, viviendo emociones tan fuertes. Vivir estos años una
vida intensa, una vida que elegí desde chico y por tener gente que me ha
apoyado desde siempre.

El tiempo vuelve atrás, a 1999. El pequeño Andresito ve uno
de sus primeros tentaderos y aquel día de noviembre marcaría quizás el primer
paso firme de un sueño, cuando en brazos de su tío Juan Manuel vería las
primeras arrancadas de un animal bravo a su lado. Pero el impulso de esos pasos
vendría de más atrás, jugando al toro en casa, imaginándose en la inconsciencia
infantil lo que hoy ha logrado con esas muñecas, antes juguetonas y hoy
mandonas.

Me acuerdo de muchas
cosas. Esto empezó desde que tengo uso de razón, cuando ya sentía algo por el
toreo. Una de esas tardes en Acho me llevaron a ver a los toreros antes de la
corrida y los veía muy limpios, bien peinados, muy bien vestidos y luego los vi
llegando al hotel bastante sucios. Me di cuenta que el toreo era entrega
absoluta y, a partir de allí, lo que hacía yo jugando era vestirme con una
chaquetilla que me regalaron de luces y una taleguilla, me peinaba y regaba el
jardín de casa para que hubiera barro. Me encantaba llegar limpio a jugar y
salir sucio.

Por algo el debut de luces sería con un traje blanco y oro,
aunque antes los de corto también serían en tonos claros. Impregnarse de
entrega y darlo todo siempre fue el norte de la brújula que guiaría aquellas
primeras intenciones que algunos avisaron. Aunque las primeras miradas llegarían
cuando apagaba las siete velas de su pastel de cumpleaños, tras poco más de dos años
dando lata a Rafael Puga, ganadero de Camponuevo, pidiéndole una becerra para
torear.

Me acuerdo de esa
primera voltereta. Ese día me lo tomé como una prueba de fuego no solamente
porque quería de verdad ver si podía ser torero, sino porque había estado
rogándole prácticamente dos años al Maestro Rafael Puga por una becerra. Así que
como no me pare se pelean conmigo para toda la vida al igual que mi antiguo
apoderado.

El paréntesis es obligado, pues detrás de aquel primer
contacto siendo Andrés quien manejara las telas a mano propia, existe una
historia que ha sonado siempre en voz baja.

Una tarde de tentadero en Camponuevo, un inquieto Andrés se
acercaba al ganadero con esa seguridad que hoy le caracteriza, a pedirle que le
regalara una becerra porque quería torear. Sin tomarlo con excesiva seriedad,Rafael Puga le comenta que él no lo puede decidir, que debía buscarse un
apoderado para poder iniciar tal empresa. Astuto y tenaz, le sobraron piernas
para acercarse al veterinario de la ganadería, Dr. Luis Herencia Delgado, y a
voz en cuello preguntar si le podía apoderar. La respuesta positiva regresó tan
rápido como se hizo la pregunta y, sentados en la mesa de la terraza, firmaron
las partes un primer contrato donde los honorarios del diestro serían algunos
dulces, refrescos y entradas a lugares de diversión.

La fecha para aquella efemérides sería tras el cumpleaños
número siete. Cumpleaños bastante feliz, donde aquel primer mentor haría llegar un
primer traje corto que el festejado no se quitaría durante la fiesta y volvería
a enfundar pocos días después para citarse con el destino.

La verdad es que viví
sensaciones muy bonitas ese día, que hasta hoy me acuerdo cuando llego al patio
de cuadrillas y me dan fuerza, fuerza de saber que las responsabilidades,
presiones o miedo que se sienta siempre están por debajo de lo mayor, que
siempre hay algo más fuerte y me tranquiliza.

Pero el sueño que empezó ese día no se ha quedado en una sola
almohada, sino ha acompañado durante incontables noches y, como si fuera uno de
esos cuentos que se leen a los niños antes de dormir, no llega aún al final,
sino que se mantiene en una historia feliz.

¿Sigues soñando?

Una persona que para
de soñar y que no tiene metas es una persona que está muerta mentalmente. Creo
que todas las personas tienen algo por desear y siempre es bonita una meta
final. Pero hasta que llegue esa con la que se sueña, si no se aprovecha, si no
se ponen metas cortas y no vas disfrutando cada una de ellas, se puede hacer
eterno y sin lograr disfrutar de tu profesión. Por lo menos yo trato de ponerme
metas cortas y cumplirlas poco a poco y hacen que cuando se vuelven realidad
las disfrute y pueda sentirme feliz.

Debe ser duro para quien lo deja todo por perseguir una
estrella lejos de casa mantener un estado de paz sin encontrarse bajo el cobijo
del hogar. La vuelta a casa, regresar al barrio de Miraflores y poder caminar
por las calles, llenas de recuerdos, o frente al colegio donde estudiaba y era‘el torerito’, además de sentir cerca nuevamente el lazo familiar, es una
recompensa más que ganada, merecida.

Lo especial es llegar
a mi casa. Estaba deseando llegar, con ganas de entrar por mi puerta, tumbarme
en mi cama y estar con mis hermanos un rato como con mis papás y disfrutar de
esto. Ahora, el domingo toca ir a mi segunda casa, a la Plaza de Acho y tratar
de disfrutar y hacer disfrutar a todos.

Si bien dicen, hay sueños que se terminan al despertar, el
nuevo despertar de Andrés, a modo de reaparición es un aire fresco para quien
lleva la raza dentro, un sueño que no termina y sigue para adelante. Para el
niño que ya creció y es capaz de venirse siempre arriba como aquel paralelo con
el gallazo fiero de pelea, que el día 6 se medirá con su espejo de la infancia.

Un día especial, que
creo yo que cuando amanezca ya va a ser diferente, porque cuando tenía 5 o 6
años al que yo más admiraba era el Maestro Juli. Seguro tendré muchos recuerdos de esos
momentos y tengo ganas de que llegue, de vivir el momento, de aprovecharlo. Ya
no solo por el cartel sino por el regreso a mi tierra, también por la
reaparición y por los 250 años de la plaza. Creo que es un día que se reúnen
tantas cosas que sería tan bonito que las cosas salieran bien.

Tienen que…

Por lo menos de mi
parte intentaré jugarme la vida. Intentaré hacer disfrutar a mi gente e
intentaremos todos que sea una tarde bonita.

El vestido espera a ser enfundado, los trastos ansiosos de
barrer la arena de Acho y el capote de paseo presto a apretarse con la tensión
y nervios que se acallarán en el paseíllo. La ilusión y sueño de aquel
Andresito, de hoy un aplomado Roca Rey, están puestas en un nuevo triunfo. Tras
marcar la cruz antes del paseo esperan tres incógnitas en suerte. Seis orejas por
cortarse y mucha entrega por delante. La afición espera con ansiedad.