ENTREVISTA

Juan Pablo Corona: “Fíjense si soy serio que llevo las cuentas de la República Mexicana”


miércoles 17 febrero, 2016

Propietario de Casa Toreros, notario, ganadero, empresario y apoderado, llegó al toro de forma romántica y permanece en él por su tremenda seriedad a la hora de encarar los proyectos

Propietario de Casa Toreros, notario, ganadero, empresario y apoderado, llegó al toro de forma romántica y permanece en él por su tremenda seriedad a la hora de encarar los proyectos

El señor Corona camina despacio por los pasillos del hotel
Villa Magna. Tal vez porque sabe que a los jalones del camino no se llega antes
por tener mucha prisa. Al señor Corona, exitoso contador de la ciudad de
México, le ha templado las gaitas Juan Pablo, un hombre llano, sencillo y ávido
de disfrutar los avatares que labra al diseñar su destino. Mira de frente, como
quien no tiene nada que esconder… ni que reprocharse a sí mismo. Es un tipo
serio y recto, de manos grandes, grande alzada y gran conversación
. Ameno en el
relato, agudo en el comentario, agradable en el tono, entrañable en la
evocación. Este tipo, que toma té helado con hierbabuena cómodamente respaldado
en una silla con brazos, es a día de hoy uno de los empresarios taurinos más
importantes de México. Y ganadero. Y apoderado. Y aficionado por encima de
todo.

 

 

Tan metido está hoy en las tripas del toro que sorprende tan
poco antecedente taurino en su árbol genealógico. Sólo una muesca en ese
revólver, pero de mucha intensidad. «En mi familia sólo hubo un torero, allá
por años 50 y 60”
, relata con una sonrisa de pícara melancolía al evocar a su
antecesor. «Se llamaba Óscar Rivera y era tío mío; no fue muy allá en su
carrera taurómaca, pero sí se hizo un nombre entre los nombres más granados de
Hollywood…”
, cuenta Juan Pablo entre risas. Uno de esos nombres bien
relacionados por su tío Óscar fue Sara Montiel. «Tuve la suerte de
encontrármela un día aquí, en Madrid”
, recuerda Corona, «y aún recordaba a mi
tío Óscar con tremendo cariño. Aunque no llegase a figura sí fue siempre un
tipazo”
, sentencia.

Entre todos aquellos vapores de fama y grandeza, entre el
humo de los puros de tanta celebridad no estuvo mucho el joven Juan Pablo. Fue
mucho tiempo después, ya notario y contador público, cuando tuvo la ocasión de
invertir en lo que hasta entonces era sólo una pasión que vivía con la
intensidad del aficionado bueno. Y de eso no hace tanto tiempo…

 

 

«Lo primero que fui en el toro fue empresario”, explica el
mexicano, «porque para ello, rodeándote de la gente adecuada, no hace falta
tener muchos conocimientos de tauromaquia. Basta con tenerlos de la empresa y
del negocio, y añadirle seriedad. Y fíjate si seré serio que la República
Mexicana confía en mí para llevar sus cuentas”
. Poco más había que añadir. Sólo
fijar la vista en sus compañeros de viaje.

Fueron Pablo Moreno y Mariano del Olmo quienes le expusieron
en una cena el proyecto de Casa Toreros. «Fue ilusionante, estaba muy bien
pensado y había un montón de atractivos que me motivaban para invertir en un
proyecto así. Tenía la ocasión de aportar para levantar un ente muy grande que
hiciera las cosas como yo entendía que debían hacerse”
, explica Corona, «y hoy
somos, gracias a Dios, una de las casas más importantes de América”
. El éxito
es innegable, pero ¿dónde estuvo el secreto?

 

 

«En que Pablo Moreno me ahorró muchos errores en los inicios”,
dice entre risas. «En este mundo tan complejo del toro es muy fácil cometer
errores de principiante que a mí me ahorró Pablo, y eso siempre se lo
agradeceré”.
-Esa para los que se preguntan si Corona sigue necesitando a
Moreno-. «Después surgió la posibilidad de ser ganadero y desde hace cuatro
años también lo soy”
, comenta casi sin darle importancia.

La decisión de adquirir la vacada sí la tuvo. «Lo hablé
mucho con mi esposa y ella siempre me dijo que hiciera lo que realmente me
apeteciese”
. El tono de voz, los gestos, la mirada de Juan Pablo delatan su
satisfacción por haber tomado aquella decisión. «Hoy mis hijos ya van teniendo
afición para ocuparse del ganado y les gusta participar. A mi hija le gusta más
ir con las amigas a montar a caballo, pero así todos tienen sus aficiones
cubiertas…”.
Ríe. Se le nota que disfruta viendo disfrutar a su familia en la
ganadería San Constantino. Pero aún falta hablar de sus otras facetas.

 

 

Apoderar a un torero no debe ser nada fácil, pero a este
mexicano de mediana edad no parece que haya objetivos que se le resistan. «Lo
hicimos con Joselito Adame, a quien me une una amistad personal muy grande. De
hecho sigo siendo su abogado, a pesar de que él decidió que le apoderase la casa
del señor Bailleres. La experiencia a su lado ha sido muy positiva y he vivido
muchas cosas que me han enseñado lo que es este negocio. También las viví con
El Payo en otro sentido, pero sobre todo eso me ha dado la oportunidad de
conocer mucha gente y de enriquecerme en muchos sentidos”
.

 

 

No podemos concluir la entrevista sin hablar de su faceta
como empresario fuera del toro. Apenas tres años lleva como bodeguero, después
de adquirir la bodega Nubori –Nueva Bodega de Rioja- al desaparecido Ruiz
Mateos. En tan breve tiempo ha sido capaz de expandir la imagen de la marca
hasta instaurarla tanto en México como en España, donde el mundo del toro
también ha servido de trampolín. Porque él ha invertido, claro. «Estoy muy
satisfecho de que Nubori esté en la plaza de Las Ventas por segundo año
consecutivo, pero también de abrir la presencia en Sevilla, Valencia, Alicante
y Zaragoza, donde el vino será patrocinador oficial. Es otro de los proyectos
que me ilusiona por ver a dónde somos capaces de llegar. Eso si”
, explica, «siempre
haciendo las cosas con la misma seriedad”
.

Tal vez por eso sea una bendita rara avis en el mundo del
toro…