LA CRÓNICA DE PLATA

Un Valladar contra el manso


viernes 11 marzo, 2016

El buen hacer y el compromiso de Diego Valladar sobresale en la tarde sesgando con efectiva belleza las banderillas al manso quinto

Andy Younes

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: JAVIER COMOS

Transitaba la lidia del quinto por mansos derroteros cuando se afanaba Raúl Martí en sacar su pétrea y mansa voluntad de la brigada del tablero. Pronto, muy pronto se le había acabado la movilidad con que llegó al relance al penco en que iba Puchano. Pronto se olvidó de la vara que pretendía ahormar y buscar la raza, demostrando que era estéril el empeño de Varea en salir en hombros tras él.

Tras él, el quinto, sólo se iba Martí de menta y azabache, de paciencia y afán para meter en cintura al novillo más horrible de cuantos salieron hoy. Y cuando negaba el negro bicho la permanencia en el tercio y afianzaba cual cobarde las posaderas en tablas, emergió la figura de un tercero responsable, de un torero capaz que leyó la tarde y decidió que estaba allí para jugarse la vida. «Déjalo ahí», le dijo a Martí Diego Valladar. Déjalo ahí suponía sesgar su suerte, buscarle la vuelta, asumir el riesgo de cruzar la querencia, sortear la tarascada y clavar el par. Una banderilla le dejó al primer intento. Pero hubo uno más. Y entonces salió el Valladar enorme y torero que le reunió en la cruz el par para sentirse más pleno. «Que se quite la montera», pensaba yo después de verlo. ¡Torero!

Se la quitó, efectivamente, un Diego Valladar tremendo de valor y compromiso con el manso más mansurrón que desde hace algunos años se atreve a pisar una plaza. Es ahí donde se llama al oficio, donde se espera afición, veteranía, responsabilidad. No servía el toro para el triunfo de Varea, pero no podía ser por mor de su mal trabajo.

Tal como ocurrió en el sexto, un burraco con pinta de toro en la cara y vareada la solana. Este no era el manso de las carretas, no, pero exigía alfileres para apuntalar con buenas manos la calidad que tuviese. Y allí estaba Rafael Viotti para leer a la perfección la lidia que entraba en su turno. Supo esperarlo con paciencia cuando cogieron los palos. Supo administrarle el oxígeno después de romperse mucho en dos varas de mostrar poder, mejor el picador Rehabi en el segundo. Supo Viotti hacerlo, como supo después dejarle arriba el capote cuando se despidió del penco, y supo dar la media altura apuntando siempre abajo, haciendo que rompiese el toro para el bien torear. Una oreja tenía Younes a esas alturas, y otra llevaba colgando este a nada que se le tratase bien.

Gran parte de la puerta grande gala lleva el nombre de Viotti, como lo lleva de Juan José Domínguez por templarse con el tercero, por fomentarle la inercia y hacerlo romper a bien. Preciso al andar para atrás. Preciso al ahorrarle capote a un animal con buen son que no andaba para dispendios. Preciso para cerrar el tercio con una carrera a una mano que le quitó carbonilla y no le obligó a embestir. Y ho el galo cenará con puerta grande de primera.

De primera es también Daniel López, mayoral además de piquero, que se agarró con el cuarto para mantenerle el castigo. Le pitaron, es verdad, cuando volvió a sostenerse en dura segunda vara, pero el carbón del Gibaja y su importante embestir le bendijeron el nombre por fomentar las opciones. Y medir también es eso.

Un Valladar contra el manso tuvo Valencia esta tarde, donde brilló mucho la plata, aunque fuera en los ojos que menos suelen aplaudir.