VALENCIA

Impacta Roca Rey ante un serio Talavante en tarde de hacer afición


jueves 17 marzo, 2016

Se lidian toros de Victoriano del Río para Talavante y Roca Rey, mano a mano

Impacta Roca Rey ante un serio Talavante en tarde de hacer afición

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: JAVIER COMOS

Las
tracas y los petardos cercanos al día de San José llegaban a Valencia este
jueves de Feria con el primer gran duelo del serial levantino: Alejandro
Talavante y Andrés Roca Rey se enfrentaban en mano a mano a un encierro de Victoriano
del Río-Toros de Cortés. Víctor Manuel Blázquez ejercía de sobresaliente.

Lanceó Talavante con facilidad la salida boyancona del castaño primero, que sirvió para el quite por tafalleras de Roca Rey. Desde el inicio se puso a torear Talavante, siempre colocado, siempre acertado al pulsear las arrancadas y meterlas siempre en el tramo de la muleta que le permitía quedar colocado. Sin aflojar nunca, sacando el valor seco y administrando la técnica para sortear las ásperas oleadas que de vez en cuando le ragalaba el castaño. No se descompuso nunca el extremeño, que epilogó con manoletinas y una estocada tras pinchazo que sirvió para saludar una ovación.

Le costó al negro segundo desplazarse con boyantía en el percal que manejó con mucha soltura Andrés Roca Rey, que no pudo brillar en el saludo capotero. Fulgurante fue el inicio en los medios, donde esperó Andrés al manso para pasárselo por la barriga, colocarse donde vuelven hasta los mansos y soportar la informalidad a base de seguridad y tragaderas. Por dentro y en tablas terminó el trasteo, soplándole naturales que tomaba el bicho volviendo del revés para que lo esperase el peruano con cambiados de mucho valor. También Andrés terminó con manoletinas un meritorio trasteo, y con una estocada desprendida que restó al premio para quedarse en ovación.

Al hermoso burraco que hizo cuarto le faltó ritmo y desliz en el capote de Talavante para que concluyese el extremeño el saludo bien propuesto a la verónica. Se le quedó bajo la tela a Alejandro en el quite por chicuelinas que tuvo que concluir improvisando una revolera. De infarto fueron las gaoneras con que interpretó el quite Roca Rey, siempre comprometido con la tarde.Con mucha quietud firmó Talavante el inicio de estatuarios, sin que le subiese el agua de los tobillos con el áspero animal, al que se pasó muy cerca. Casi sin darse importancia, supo Alejandro pisar el sitio de la repetición, tragar la altura de la obediencia y salir de la cara cuando las aristas del burraco dejaban la protesta en el final. Se midió con él Talavante en el final de faena, y consigo mismo, hasta que quedó claro que estaba el hombre por encima del manso y el torero por encima de los arreones. El último, a la hora de matar, con un pitonazo en la corva que dejó el encuentro en un pinchazo. Y el reconocimiento en un silencio que no le hizo justicia.

El serio cuarto se quedó en los embroques con Roca Rey de salida, no quiso pasar de allí y, cuando lo hizo, fue para buscarle el carcañal al peruano, que lo saludó con un valor tremendamente seco. Un puyazo en el sitio y otro en la puerta se llevó el bicho antes de que lo quitase por navarras Alejandro Talavante y replicase Roca Rey con el capote a la espalda. Otra vez se fue al centgro del platillo para firmar el inicio, con cambiados sin enmendar la posición, la arrucina sin corregir, el natural que engancha y envía la embestida casi 180 grados detrás de la cadera. Fue ese el secreto, el enganche, porque fueron las series de un sólo muletazo, sin soltarlo, sin dejar que se bajase de la noria el que no hubiese vuelto a subir. Muy bien tocado siempre, con el vuelo al natural, partiendo de la muleta muerta y moviendo medio vuelo para azuzar la embestida. Tremenda la seguridad, la precisión técnica y el valor que eso conlleva. Vibrante fue el final, ya metido en los terrenos del toro, con cambiados, arrucinas, circulares y demás artificios, que levantaron al público del asiento, pero también alargaron la faena en demasía. Aún así, lo reventó de una estocada para cortar las dos orejas que el presidente sacó a la vez.

De Toros de Cortés era el quinto, castaño y abrochado de pitones, humillado en los embroques con el capote de Talavante, rebozado en la tela, algo más, al menos, que sus hermanos. De rodillas se fue Talavante a firmar el inicio; a visitarle el sobaco vino el castaño sin que se inmutase el extremeño, que le dejó una serie relajada y maciza con la diestra para que se pusiese el tendido en pie. Enorme. Siempre templado Alejandro con el toraco, que fue el de más clase del encierro hasta el momento. Siempre preciso en los enganches, con mucho gusto para rematar en las trincheras después de la relajada naturalidad de la faena. Distinto era el toro al natural, por donde tuvo que pelearse con él Talavante para mostrarlo. Muy de frente terminó la labor, tan comprometido que se lo llevaba el toro con los cuartos traseros al pasar. Maciza fue la última serie diestra, a pies juntos y enterrados en la arena, con un trincherazo de remate marca de la casa. Un espadazo desprendido certificó una oreja.

El hermoso burraco que cerró plaza no se le deslizó a Roca Rey en el capote con el reboce que él pensaba, así que se echó el capote a la espalda y lo saludó con gaoneras ante un público enfervorizado.  Entonces surgió la figura de Talavante para dejarle un manojo de verónica, con chicuelina y media de mucho peso. Y allí respondió Roca Rey con chicuelinas, cordobinas -una de ellas en completo redondo- y una media abelmontada de categoría. También de rodillas se echó Andrés para firmar el inicio, para replicarle a Talavante por su mismo palo con la misma brillantez. Soberbio anduvo Roca Rey para ganarle el paso al manso después de cada muletazo, para llamarle la atención y lograr que no tomase el camino de tablas que buscaba. De nuevo se echó de rodillas para torear al natural, consciente de que podía pegárselos buenos cuando viajaba para adentro, más para colocarse hacia las afueras, con la inteligencia de un matador de larga trayectoria en un chaval con cinco meses de alternativa. Lo dejó llegar a la hora de tirarse a matar y el estoconazo selló un nueva oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de Valencia. Séptima de la Feria de Fallas. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.

Toros
de Victoriano del Río (segundo, tercero) y Toros de Cortés (primero, cuarto y quinto), bien presentados. Bravucón pero con fondo el castaño primero; manso pero emotivo el negro segundo; humillado y obediente el castaño y serio cuarto; exigente pero con cierta clase el amplio quinto; manso y rajado con cierta bondad humillada el sexto. 

Alejandro Talavante (marino y oro): ovación, silencio tras aviso y oreja.

Andrés Roca Rey (verde hoja y oro): ovación, dos orejas y oreja.