LA CRÓNICA DE SEVILLA

Una crónica desde el cielo


jueves 14 abril, 2016

Manzanares le pasea dos orejas a una buena corrida de Núñez del Cuvillo en la que sobresalió un valentísimo José Garrido, que pechó con mal lote; tampoco tuvo suerte Castella

Una crónica desde el cielo

JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO

Desde
algún lugar del cielo hoy ha aflorado un pañuelo para pedirte la oreja, José
María. Y el maestro, que ya le estará
pidiendo a Fernando Carrasco que escriba la crónica de tus dos trofeos, vibró
hoy en su cumpleaños
por ver mecer tu muleta como si el torero palio del Refugio
llevaras entre tus manos. Una crónica desde el cielo brota hoy tras tu toreo,
José María, del que fuese espejo de todos los que soñamos con que el futuro
tiene algo del pasado en el arte más puro del siglo XXI.

Así lo hemos sentido los que, por juventud –y
sólo frente a youtube-, amábamos el
toreo de un emblema que fue espejo para toreros y testimonio de coraje para
aficionados
. Una
crónica desde el cielo te escriben hoy los que, junto a tu padre y allí arriba,
vieron cómo reventabas La Maestranza de despaciosidad tan sólo unas horas
después de que ésta pariera a la vida cárdena a «Cobradiezmos”. Hoy salió el
Dols del que te sientes orgulloso, el Abellán que es sevillanía alicantina y el
José Mari que más recuerda al Manzanares del temple, de la ligazón y del
retorcimiento que, mirado por el ojo bueno, es la levadura que hace crecer el
azuquiqui de Sevilla. Hoy la ciudad más
hermosa del mundo felicitó al cielo de su toreo por su 63 cumpleaños. Y lo hizo
en valenciano, porque ya lo entiende.

Hoy,
con el corazón roto por tanto llorar pero el alma serena por saber que está
toreando en lo alto, le rindió
Manzanares su mayor homenaje al «maestro”, que no su papá. Él nunca fue el
papá. Él fue el maestro. Maestro por el hijo, maestro por el vecino y maestro hasta
por el reventa
. Fue el maestro al que hoy el Arenal le dedicó saeta
expectante por los siglos de los siglos. Y allí, al cielo, se fueron tus manos en ese
recibo capotero de un segundo que pedía capote alto, pero te empeñaste por
abajo en rematarlo a pies juntos para que oliera ya el albero que sería, desde
ese momento, su y tu lienzo.

Sonó en
aquel momento el Mediterráneo en pleno Guadalquivir para seguir jugando con el
de Cuvillo cual niñez en la playa del amor eterno. Fue ese el que Sevilla te
tributó al mecerle naturales que fueron amontonando en la arena amor, juegos y
penas para cortarle, en la distancia, una oreja que fue amargo del llanto
eterno por vivir la tarde desde las nubes, maestro. Y hasta cien pueblos de Algeciras a Estambul vieron ese rubrique tizona
en mano que hizo despertar y pintar de azul las largas noches de invierno
hispalenses
. Ya estaba, de nuevo pero ahora sin él, medio Mediterráneo en
el Arenal. El otro medio llegó en un quinto que fue embustero, al que le
gustaba el juego y el vino pero José María le imprimió firme alma de marinero.

Fue
presente celestial la entrega de José Garrido en dos oponentes que fueron unos
capullos. El de la ovación, en tercer
lugar, intentó acuchillarlo con sus astifinas navajas pero falló en el intento,
dejando mermado al torero.
También espada en mano lo volteó de fea forma. Del
glorioso «Arrojado” era hijo el «Manzanillo” sexto, al que como una bala salió
a reventar Garrido desde la enfermería. Con un farol lo recibió antes de que
quisiera rebañarle la femoral, que vio el toro tras el pantalón de monosabio
que cubría sus vergüenzas. Sólo los naturales largos se colaron entre las
mortecinas maneras de un astado al que el joven le plantó cara con mucho sitio
del de verdad y no del de postureo.

Quiso
rendirse a usted, maestro, un Castella que vio crecer y partirse la cara con su
pequeño pero al que los billetes del triunfo no le aterrizaron hoy en el
Baratillo. No queremos pensar que fuese volátil un 2015 en el que erradicó su
empecinamiento de faena monótona para abrazar la apertura estructural de sus nuevos
triunfos. Esos que hoy no llegaron a pesar de los naturales que le pegó al
primero, a pesar de las zancadillas que le puso el cuarto, a pesar del satánico
quite a ese abreplaza y a pesar del tornillazo cabrón del último toro de su
Feria de Abril particular. Suerte en San Isidro, Sebastián.

Y ahora,
que el hijo estará en la habitación acordándose de un padre que rezaba toreando,
el cielo está más orgulloso del Manzanares terrenal. Hoy sonó el «Plaza de la
Maestranza” diferente y la calle Iris rezumó el color especial de Sevilla
cuando, a las nueve en punto, Manzanares iba camino del Colón. Hoy no fue cerca del mar, maestro, aunque
naciera en el Mediterráneo, pero, entre la playa y el cielo, su hijo enamoró
una vez más al Baratillo
. Luego nos cuenta, maestro, cómo firma la crónica
en el cielo Fernando Carrasco. Era su Sevilla. Home po favó… ¿podría esperarse
más?

Y esas
estocadas… uff, que se las cuente mejor Fernando…

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Decimosegunda de la
Feria de Abril. Decimotercera de abono. Corrida de toros. Lleno.

Seis
toros de Núñez del Cuvillo, primero a menos, segundo noble y enclasado, tercero
peligroso, cuarto sin fuerza, quinto noble y sexto imposible.

Sebastián Castella, silencio y silencio.

José María Manzanares, oreja y oreja.

José Garrido, ovación tras dos avisos y silencio.

FOTOGALERÍA: ARJONA-PAGÉS