PABLO LÓEZ RIOBOO
Hoy no era una fecha
cualquiera en el calendario, hoy era el día del Maestro Manzanares hubiera
cumplido años, hoy pese a que en la Maestranza parecía ser un día normal, no lo
era, hoy el nombre de Manzanares sobrevoló la Maestranza en todos y cada uno de
sus rincones. Hoy no estabas pero Sevilla te tenía presente.
Ese homenaje llevó por
bandera la caricia, el temple despacioso de una cuadrilla que quiso homenajear
a un torero eterno. Fue en el quinto de la tarde, ante un toro enclasado y
profundo de Cuvillo donde la cuadrilla de Manzanares quiso tributarle el
homenaje al gran torero alicantino. Picó primorosamente barroso, toreó a
caballo y luego dejó dos puyazos enormes. Un primero en toda la yema, dejándose
llegar al animal y metiendo las cuerdas antes de que el toro llegase al peto, y
un segundo medido, de gran colocación.
Sevilla ovacionó su
gran tercio de varas cuando se encaminaba al patio de caballos. La lidia de
Rosa fue tan templada como efectiva, abrió los caminos, temple en sus muñecas.
Luego Suso y Blázquez demostraron como hizo el Maestro que el temple y la
colocación son básicos y fundamentales, tres pares que le valieron el premio de
la ovación, desmonterándose tras el gran tercio de banderillas.
La tarde de hoy como
dijimos la marcó el temple, la caricia y la torería, esa que le puso Isaac Mesa
lidiando al primero, esa que dejó en un par exquisito Antonio Chacón al
tercero, esa que le valió desmonterarse a Antonio Chacón en el cuarto, o el
gran par de Amores al sexto. Un homenaje en silencio a un maestro, ese del que
beben tantos torero, ese que en Sevilla fue santo y seña.
FOTOGALERÍA: EDUARDO LÓPEZ
