LA CRÓNICA DE SEVILLA

El rugir del León


domingo 17 abril, 2016

Nuevo golpe en la mesa de Rafaelillo, por su parte, Castaño y Escribano saldan con nota su actuación pese a no cortar oreja ante una noble corrida de Miura

El rugir del León

EMILIO TRIGO 

Llegaba la tradicional corrida de Miura para cerrar la Feria de Abril con
un cartel interesantísimo: el murciano Rafaelillo en la temporada de su consolidación como veteranía madura, el salmantino Javier Castaño tras hacer público que
había superado un tumor testicular y el sevillano Manuel Escribano entre la intensidad de su temporada americana y
europea. A las seis y media en punto arrancaba el paseo en el coso del
Baratillo.

El rugir del león, ese que sale de lo más
profundo del alma, ese que alza la voz para reclamar el lugar que le
corresponde. Ruge para que le escuchen, no alza la voz por alzarla, lo hace en
el momento que su carrera le pide ese nuevo paso adelante. Hoy Rafaelillo rugió de verdad, se entregó
a Sevilla, se abandonó en una faena
de paladares exquisitos y otra en la que supo canalizar la brava embestida del
cuarto. Rugir es bueno, siempre que uno tenga las cartas idóneas y no se marque
un farol. Alzó la voz el murciano, y no es la primera vez.

Recibió con una atronadora ovación Sevilla a Javier Castaño, una entregada Maestranzale entregaba su corazón y su respeto a un torero honesto y honrado. Hoy la
sensibilidad de la afición premió todo el esfuerzo de un torero que ha
conseguido superar el toro más difícil de su vida, el del Cáncer

Tuvo Rafaelillo una de esas tardes
redondas, en las que todo lo ve claro. Toreó con suma elegancia y torería a dos
toros bravos pero de distinta condición. Un primero de acompasada y rítmica
embestida y un segundo con más emoción pero con el denominador común de la
nobleza. Rafaelillo tuvo ante sí un
importante toro de Miura al que le
realizó una faena de inspiración, temple y torería. Cambios de mano al ralentí,
naturales hasta el final, derechazos infinitos ante un toro que lo quería todo
por abajo. Lo picó formidablemente Esquivel, luego en la muleta humilló una barbaridad. ‘Tenito’ embistió largo, humillado y hasta el final en una bella y
torerísima faena del murciano. Pero el triunfo ganado a ley se le fue de las
manos como un azucarillo, cuando más cerca lo tenia… ¡maldita espada!. Ovación cerrada para el Miura en el arrastre y saludos desde el tercio para Rafaelillo.

Su faena al quinto fue solvente maciza y muy
torera, venía entregado el murciano. Rugió el león que llevaba dentro, sacó su
rabia contenida, se dejó el alma en una faena de torero importante. Brindó el triunfo a su compañero en un gesto que le engrandece aún más si cabe. El pequeño gran torero 
volvía a dar una lección, esta vez sin espada ni muleta pero si con el corazón. Tiró de
guante de seda y nunca de látigo ante un toro de buena condición pero nada
fácil. El toro embestía con emoción lo que fue aprovechado por el torero para
cuajarlo de pitón a rabo. Mentón en el pecho, zapatillas asentadas y suavidad
en las muñecas. Rugió cuando tuvo que hacerlo, dio un golpe en la mesa para reivindicar
que quiere un trozo más grande del pastel, ese que lleva años ganándose a base
de bragueta y un sentido innato del temple. A este sí lo mató y
Sevilla le premió con la oreja, poco
bagaje para un torero que firmó en
Sevilla
una tarde redonda. Justa ovación al toro en el arrastre.

Castaño tuvo una
labor más que digna, sin romper ninguno de sus toros no le volvió la cara al
festejo. En su primero realizó una faena en la que destacaron dos tandas por el
pitón izquierdo, por el derecho la calamocheante embestida del de Miura
propiciaron muchos enganchones. Faena de menos a más, rematada de pinchazo y
estocada hasta la bola. Saludó desde el tercio. Saludaron Lipi y Fernando Sánchez tras un gran tercio de banderillas. 

Labor
seria y entregada de Castaño ante un
cinqueño de Miura que nunca rompió
en
la muleta. Porfió
el torero en una faena meritoria, con algún pasaje estimable, pero a la que le faltó
de mayor ligazón por la desrazada condición del astado. Tarde de emociones
contrastadas, Castaño soñaba con
pegarle veinte muletazos a un Miura, y en cierto modo en este toro alguno pudo
darle, pero todos fueron de uno en uno, ya que la mansa embestida del noble
animal, al que no se le podía obligar, no hicieron que la faena tomara vuelo.
Saludó desde el tercio tras el arrastre del animal.

Escribano tuvo una tarde importante pese a no cortar orejas. Su primero un
animal que se fue apagando no dejó más que atisbar su predisposición y ganas.
Lo recibió a portagayola en el tercio para luego enjaretarle tres
verónicas al ralentí y una media extraordinaria. Fue picado de forma soberbia
por Chicharito. La faena tuvo dos
partes, una primera en la que se vieron tres tandas por el derecho más que
interesantes y una segunda en la que el toro bajó enteros. La poca fuerza y la
falta de casta del noble Miura fueron dos aspectos fundamentales para que aquello
no tomara vuelo. Por el izquierdo el animal siempre venía dormidito y con poco
celo. Labor templada y muy firme del de Gerena.
Siempre en torero, dándole el pecho al animal, todo con suma pausa. Saludó
desde el tercio.

No
tuvo historia la faena al sexto de la tarde, un toro descastado y soso. Se fue
a recibirlo a portagayola en una clara intención de demostrar que tenia el
triunfo entre ceja y ceja. Tiró de
oficio para construir una faena que pese a no tener eco en el público a él le
vale interiormente. Se colocó en el sitio, citó siempre dando el pecho, pero el
de Miura con todo a favor decidió
siempre tomar el camino fácil. La mansedumbre fue palpable en este animal. Embistió
con la cara suelta, siempre por encima del palillo, muy deslucido este toro que
cerró la feria. Se atascó en la suerte suprema y fue silenciado.

 

FICHA DEL
FESTEJO

Plaza de
toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Decimoquinta de la Feria
de Abril. Decimosexta de abono. Corrida de toros. Más de tres cuartos de
entrada.

Seis toros
de Miura, correctos de presentación y nobles en
general. Destacaron la gran clase y ritmo del primero y la buena condición del
bravo cuarto.

Rafael Rubio «Rafaelillo”
(Nazareno y oro): Ovación y oreja

Javier Castaño (Blanco y oro): Ovación
y ovación

Manuel
Escribano (Grosella y oro): nación y silencio

FOTOGALERIA: ARJONA-PAGÉS