El torero valenciano Enrique Ponce abría plaza con un colorao de Juan Pedro de extraordinaria calidad al que toreó con tremendo mimo, con relajo y hasta con mucho desmayo para cortar el primer trofeo de la tarde. El de Chiva se mostraba satisfecho y «muy a gusto con mi actuación, porque era un toro para llevarte bien con él y hacerle las cositas muy despacio. Por arriba era más molesto, pero ha ido siempre a mejor. Sobre todo por lo que le he puesto, que ha sido mi vida. Me he abandonado absolutamente y ha sido una conjunción muy bonita». Peor pintó la cosa en el segundo de su lote, un animal que no quiso entregarse nunca a la muleta del valenciano. «Ha sido una lástima, porque a poquito que me hubiera ayudado hubiera sido importante, pero al menos me voy con la impresión de haber calado en la gente. Al menos me voy habiendo toreado a uno despacito y a compás», subrayaba el valenciano».
Menos satisfecho se mostraba José María Manzanares en los micrófonos después de saludar una ovación con el segundo. «Había que darle mucho tiempo entre tanda y tanda y tenía una embestida un pelín sosa. Eso hace que pierdan profundidad los muletazos, porque no quería bajarle mucho la mano para que me durase más, pero no ha odido ser». Se movió más el quinto, pero «a medida que iba avanzando la faena ha ido a menos y no me ha aguantado cuando llegó el momento de exigir. Siempre estaba muy pendiente de tratarlo bien, pero no me entregó más. No me ha valido ninguno de los dos».
Otra ovación saludaba Roca Rey en el toro de su presentación en Sevilla, cuya falta de fuerza y raza arruinó su labor. «El toro tenía muy poquita fuerza y la gente lo ha protestado, por eso se ha venido todo un poco en contra. Luego es muy difícl levantar la faena. Aún me queda otro y es el que me tiene que permitir lograr aquello a lo que he venido».
