LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Una oda a la comunicación


sábado 14 mayo, 2016

Revés de Flor de Jara en el debut con el toro en Madrid, en una tarde donde Miguel Ángel Delgado saludó una ovación sin eco y Robleño -impecable- y Silveti -voluntarioso- se marcharon en silencio.

Una oda a la comunicación

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS
SÁNCHEZ OLMEDO

 

La tarde en que llegaba
lo gris a la arena de Madrid vino precedida de su polémica de corral. La tarde
en que se encendía la llama del torismo que tanto excita a esta plaza sucedió
lo que a menudo sucede en lo «comercial”, como llama el minoritario a aquellos
que más toros lidian. Estas son cosas que suceden en la fiesta, pero suele ser
el taurino cruel con lo que menos consume, forofo de lo que gasta e implacable
con lo suyo. Mal vamos por los extremos cuando se juega el futuro en la mitad
de la cancha, y esa parcela es tan ancha que sigue cabiendo de todo. Esta
tarde, eso sí, fue una oda a la comunicación.

Lo fue porque más que
del ruedo, se ocupaba el personal divertido de cuanto se comentaba en Twitter,
miraba las fotos de Facebook, sonreía con las malicias que se soltaban por WhatsApp
y estaba atento de todo menos de lo que ocupaba el ruedo, que fue mucho más
grande hoy que el resto de días de feria.

A ello contribuyó el
encierro con el hierro titular, con un presente meritorio, un futuro
ilusionante, un trabajo de sombrero… y una tarde de oscuro olvido. Ni la
esmirriada presentación, ni la bobalicona actitud del primero, ni la rabiosilla
del segundo, ni la falta del gracia del tercero ni el genio sin fondo de la
vaca vieja cuarta ayudaron al triunfo de Flor de Jara, pero ya se andará.
Tampoco el quinto de San Martín tuvo virtudes palpables, y sólo el que cerró
plaza, exigente por abajo en la humillación de pelea, quiso parecerse a un toro
con tronco Santa Coloma.

Con estos mimbres pal cesto, se interesaba por Nimes el
móvil cuando lidió Robleño al primero. Lidió, y digo bien, porque quiso ponerle
gusto a determinados pasajes y le faltó enrazada respuesta del animal docilón.
Todo se lo hizo bien el menudo torerazo; hasta que tocaron a muerte y perpetró
un metisaca que fue lunar olvidable en una tarde ejemplar. No alcanzó el
triunfo, es verdad, y no le vale otra cosa. Pero dejó en el aficionado bueno
los detalles de torero añejo que quedarán de la tarde. Su vestido en el aire
Esplá, su lidia sobre las piernas a la rabiosa actitud del cuarto, su andar por
encima siempre de un lote sin condición y su impecable oficio de profesional
gallardo que sabe lo que hoy entregó. Aunque sonasen los móviles para
desbaratar fijezas.

Ninguna tuvieron en
trapos, ni segundo, ni quinto toros, el lote de un Miguel Ángel Delgado que
comunicó poco aunque llegase demasiado arriba. Es el sevillano torero de
conexión difícil, concepto claro, planta asentada y trapo poderoso, pero ese
torero descrito debió quedarse en Sevilla para dejar sitio en Madrid al que
quiso triunfar sin base y navegar sin timón. Porque le faltó norte a Delgado,
estructura, objetivo y presa. Tanto con el rabioso segundo como con el
orientado quinto, porque no le pega a Delgado fajarse con amenazas, aparentar
viva apuesta y búsqueda de ovación. Aunque dejasen los móviles, a la muerte del
segundo, para aplaudir su razón.

Tendría también la suya
un Diego Silveti dispuesto que comunicó con México cuando saltó el tercero al
ruedo. Toro de mano alta, baja cruz, corto lomo y perfil escaso, sin romana ni
volumen para el ruedo de Madrid. El toro más mexicano que pueda salirle al
cuate. Y mexicano anduvo un Diego profesional del que no habló mucho el
Twitter; ni para soltar guasas había con su actitud bien dispuesta, pero no dio
para tocar pelo ni saludar ovación. Al sexto de nevado lomo, expresión viejuna
y humillar entregado sí le dejó debiendo la serie de partirle el lomo, de coserle
el belfo, de manejar infnitos y emocionar a la tropa, pero no supo más hoy
Silveti con el lote que tenía. Y no hay llamadas de emergencia para volver a
sonar.

Mucha demagogia habrá
con el día de Santa Coloma, porque no embistieron los funos ni bajándole el
listón. Y lo peor fue la desgana con que acudió el abonado, que ni pitó la
presencia, ni protestó condición, ni dejó escuchar su enfado; pasó del noveno
festejo para escribirle una oda inmensa a la era de la comunicación.

 

 

FICHA DEL FESTEJO 
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, novena de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada. 
Cuatro toros de Flor de Jara, terciados, incluso en el perfil del encaste Santa Coloma, y dos de San Martín (quinto y sexto), correctos de presencia y en tipo. Dócil y obediente sin gracia el bobalicón primero; enrazado y embestidor sin clase el chico segundo; sin raza ni gracia ni entidad el soso y pasador tercero; rabiosillo y geniudo el escurrido cuarto; complicado y con sentido el exigente quinto; de exigente y humillada raza el sexto. 

Fernando Robleño (azul rey y oro): Silencio y silencio. 
Miguel Ángel Delgado (lila y oro: Ovación y silencio. 
Diego Silveti (sangre de toro y oro): Silencio tras aviso y silencio.