ENTREVISTA

Diego Ventura: “Salgo a la plaza a ser el mejor Ventura de siempre”


sábado 21 mayo, 2016

El rejoneador se sincera con CULTORO haciendo un breve recorrido de su carrera. Este sábado vuelve a Madrid con todas las ganas del mundo para dejar constancia de la pureza de su toreo

El rejoneador se sincera con CULTORO haciendo un breve recorrido de su carrera. Este sábado vuelve a Madrid con todas las ganas del mundo para dejar constancia de la pureza de su toreo

NATALIA GIL  / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Al
de La Puebla le tenía el destino preparado una vida a caballo. Su padre, Joao
Antonio Ventura, fue un rejoneador portugués del que Diego heredó la raza y el
valor: «mi padre toreaba en cualquier caballo, no dudaba aunque
estuvieran resabiados, y tiraba hacia adelante. Tampoco le importaba el tamaño
de los toros ni las condiciones del piso, era un hombre con mucho valor”
.
Fue su mejor bastión para encontrar los caballos ya que es uno de los mejores
ojeadores de caballos toreros: «desde
mis inicios era él quien me buscaba los caballos, siempre ha tenido un don
especial para verlos”.

La
genética no podía fallar y Diego Ventura siguió los pasos de su antecesor aunque
aparcó el traje «A la Federica” y se puso un sombrero de ala ancha: «nací en Portugal pero con
tres meses me vine a La Puebla, no renuncio a mi sangre pero también me
considero español”
. El arte andaluz le acompañaba cada día en su
crecimiento por El Rancho El Rocío: «era un sueño ver a los hermanos
Peralta y a mi padre montar a caballo, el colegio no me gustaba y siempre
intentaba ponerme malo para no ir y quedarme allí con ellos”
. Aquello
le despertó tal sentimiento que comenzó a torear sin apenas tomar la decisión
de ser rejoneador, a aquel niño le gustaba eso de ponerse delante de una vaca a
lo alto de un caballo y siguió a su corazón.

Ese
destino de Ventura fue caprichoso y no se lo puso nada fácil: «creo que mi carrera es
única en el mundo. Éramos una familia humilde y tan solo podíamos comprar
caballos resabiados de otros rejoneadores e intentar ponerlos a torear”
.
Ni él ni su padre se amilanaron ante la dureza de la profesión y consiguieron
con mucho esfuerzo, sacrificio y tiempo preparar una cuadra de caballos: «cuando estaba acoplado a
ellos se me murieron cuatro pero no me rendí y mi padre volvió a prepararme una
cuadra nueva. Lo que no esperaba es que la semana antes de presentarme en
Madrid me volviera a pasar lo mismo. Tan solo tenía 16 años pero era consciente
que tenía que triunfar porque tenía que sacar mi casa hacia adelante”.

Pero
la vida en algún momento se debe tornar favorable y, Diego, se lo ganó a pulso.
Se ganó a pulso estar en la cúspide del rejoneo y disfrutar de tanto éxito cosechado.
Él asegura que esos triunfos son de sus estrellas, tanto de las que tiene en la
tierra como las que tiene en el cielo: «no
hay día que no esté montando y no recuerde a Isco, Té, Café, Guaraná, Distinto,
Pegaso… ellos sabían que no me dejaban solo y que sus hijos me harían salir
adelante”
. Parece que estos toreros se preocuparon de su jinete y, su
jinete, se lo debía agradecer de algún modo, realizarlos algún pequeño
homenaje: «Milagro y
Sueño hacen la misma faena que Distinto: dejarse venir al toro desde 40 metros,
hacer paso atrás y dejárselo pasar desde el pecho hasta la cola del caballo.
Sueño confía en mí y sabe que juntos salimos”.

«Sueño con el caballo lusitano porque es el que me lo ha dado
todo”.
 El
rejoneador de La Puebla conoce todas las líneas que se crían en el país que le
vio nacer. Conocedor de grandes caballos como fueron Opus, Neptuno, Novilheiro
y Nilo, Diego cría sus propios caballos siguiendo esta estela. Cada año pisa el
albero con una nueva promesa que lo eleva más al Olimpo de los caballeros: «salgo a la plaza a querer
ser el mejor Ventura de siempre. Por muchas metas que consiga siempre quiero
más y eso ha hecho que nunca me estanque y que mejore”.
 Cada año ilusiona de nuevo y más al
aficionado: «le tengo
muy presente, a él no se le puede engañar. Siempre hay que darle lo mejor de
uno mismo. En ocasiones no se logra lo que uno quiere porque a las empresas no
les parece lo más correcto, poco a poco estoy consiguiendo cambiarlo con mucho
trabajo. Luchar una persona contra un batallón se pone muchas veces cuesta
arriba”.

Tan
sólo pronunciar su nombre hace soñar el toreo a caballo, ese torear despacio,
llevarlo templado, reducir las embestidas al máximo, arriesgar… Y bien lo
demostró el pasado 7 de mayo en la catedral de nuestra Fiesta pero, como a las
grandes figuras del toreo, se le puso un pero: «fue una de esas faenas que
te marcan para siempre. Quise demostrar mi toreo y quién soy. Creo que ese es
el toreo es su máxima expresión y en lo más puro que se puede hacer”.

No
hay más pureza ni más verdad en ti Diego. En su nueva cita isidril intentará
volver a hacer vibrar a los tendidos: «regreso a Madrid con todas
las ganas del mundo, con una ilusión tremenda y muy mentalizado y preparado. Es
un cartel muy bonito, dos toreros a un nivel muy bueno. Lo verdaderamente
importante para la Fiesta es que nos vean arrear y salir motivados”.

Como
buen soñador, le ronda por la cabeza el tan ansiado rabo en Madrid pero es
tarea ardua: «son
pocos toreros de a pie los que han cortado un rabo, rejoneadores, ninguno. Es
un sueño y está lejos de mi alcance. Puede ser que las cosas rueden pero es
difícil”.

Luchador
nato Ventura, lucha cada día por la tauromaquia en todos sus ámbitos. Desde
mejorar las calidades de los rejoneadores, pasando por la enseñanza a las
jóvenes promesas hasta llevar a los más pequeños a la plaza, a conocer la
belleza que tiene esto por lo que muchos perdemos la cabeza. Su historia debía
ser contada y de ello de encargó José León. Gracias Diego por hacernos más
apasionados si cabe, y si a ese pequeño que ya montas en el caballo le pica el
gusanillo del rejoneo no le cortes las alas, que continúe la saga Ventura.