LA CRÓNICA DE PLATA

Lluvia de estrellas para ver el toreo en la plata


miércoles 25 mayo, 2016

Curro Javier, Domingo Siro, Javier Ambel, Tito Sandoval, Salvador Núñez, José Doblado... Todos rayaron al extraordinario nivel de estos años en la decimonovena de feria.

Curro Javier, Domingo Siro, Javier Ambel, Tito Sandoval, Salvador Núñez, José Doblado... Todos rayaron al extraordinario nivel de estos años en la decimonovena de feria.

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: PALOMA AGUILAR

El hecho de que se junten las figuras en las tardes de Madrid trae, además de un run run que suele traducirse en un ‘No hay billetes’, una ambición y una torería en las cuadrillas de cada uno fuera de lo común. Desde que salen en el paseíllo en esa grandiosa plaza ya tienen el miedo metido en el cuerpo, pero también el conocimiento y la técnica para lidiarlo. 

Un día más, Curro Javier dejó su impronta en Madrid con dos soberbios pares de banderillas -bien acompañados por los de Guillermo Barbero-, pero también que tiene temple hasta en las plantas de los pies, porque no se explica muy bien como puede ese hombre andar para atrás sin violentar la carrera del toro, recogerlo con el vuelo del capote. También lo manejó primorosamente Javier Ambel, al que le tocó bailar con la más fea del baile de corrales, un toro pegajoso que se quedaba en el percal y hasta hacía hilo.

Economía de capotazos la que exhibió Vicente Osuna en el sexto, al que pareó con brillantez un Domingo Siro que une la eficacia a la espectacularidad. Como Jesús Arruga, un tercero que sabe sentirse torero en cada par y levantar las ovaciones en los dos que puso hoy.

Otra de las estrellas de plata que pisaba el ruedo de Madrid es José María Soler, un maestro en el arte de dejar la tela muerta para que se pare el toro justo en el sitio donde debe.

A caballo destacó la sobriedad de Salvador Núñez para dejar picado al primero, el valor de Tito Sandoval para levantar el palo al sexto con el toro empujando debajo bravucón o la eficacia de José Doblado para dejarle una notable vara -para el matador- al segundo de la tarde.

Toda una constelación de estrellas que rayaron al nivel exigido y algo más en tarde de poco argumento ganadero.