LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Plasmado en Óleo


sábado 28 mayo, 2016

Sergio Galán abrió su séptima Puerta Grande en Madrid cortando dos orejas y haciendo un toreo profundo y de calidad. Los portugueses lo tuvieron difícil con los aceros

Sergio Galán abrió su séptima Puerta Grande en Madrid cortando dos orejas y haciendo un toreo profundo y de calidad. Los portugueses lo tuvieron difícil con los aceros

NATALIA GIL / FOTOGALERÍA: J.C. MARTÍN

 Dicen que las grandes gestas han de quedar
perpetuadas para la posteridad. Que es justo que lo que nuestras pupilas
sienten al presenciar momentos sublimes quede reflejado. Y, dicen también, que
una de las formas más exquisitas para plasmarlo es a través de la pintura. La cultura
y la historia vienen a avalar estas palabras que quieren defender lo vivido hoy
en el ruedo de la capital.

Tres escenas pictóricas se esbozaron esta tarde en
Las Ventas. Una siempre a colación de la anterior y todas ellas bajo el eterno
ojo crítico del aficionado madrileño que estaba supervisando si alguna de ellas
se alzaba como la gran Obra Maestra.

El mundo artístico goza de un abanico infinito de
libertades y, es ahí donde hunde sus raíces el famoso «para gustos los colores”
que muchos rejoneadores llevan a su terreno a la hora de atalajarse haciendo
gala de las tradiciones del país que lo vio nacer.

El primero en tomar los pinceles fue el portugués Rui
Fernandes. «Canario” fue el encargado de plasmar un primer boceto donde ya se
apreciaba las líneas que iba a tomar la pintura. Fue «Etcétera” el que llamó la
atención del público para que siguieran de cerca lo que se estaba dibujando. No
llegó a mayores por lo que el luso decidió apostar por tonos más atractivos. Quiso
plasmar verdad en sus primeras pinceladas de la segunda lámina y decidió irse a
por el de Pallarés de frente, al salir de chiqueros, y encelarle tras clavarle
el rejón en un quiebro. Esta nueva lámina de Rui ya comenzaba a marcar una composición
de colores muy acertada. Así lo demostró «Estoque” con un par de banderillas
que puso al tendido en pie por su buena colocación y ejecución. Pero el pincel
encargado de poner el broche final emborronó la pintura y al jurado no le
sirvió.

Ya tenía ganas Sergio Galán de tener en sus manos
los cachivaches y lanzarse a pintar. La combinación de colores y la calidad de
los pinceles salió tan excelente que el conquense recibió por ello un trofeo
titulando a la lámina: «Buen hacer de Trópico y sitio marcado el de Titán”. Comenzaba
su segunda oportunidad, su segunda pintura y tenía tan cerca el que su obra se
alzase como maestra que confió en los pinceles que nunca le fallan, en los que
sus trazos rondan la perfección. Templó la bravura de la pintura con «Amuleto”,
el tendido ya estaba expectante de los trazos que estaba cogiendo la faena. Era
el turno de «Ojeda”, el luso-árabe vino a marcar la forma más pura y exacta de
pincelar a un toro, quiso dibujarle con todo detalle y no dudó en irse de
frente, de poder a poder, y examinarle mientras que le susurraba al oído que
ese trofeo iba a ser suyo. «Apolo” vino a refinar la lámina a golpe de un
impecable piaffe cadencioso. Tan solo faltaba la rúbrica de la lámina y «Óleo”
la imprimió tan impoluta que alcanzó el premio soñado. Madrid se emocionó y se
le cayeron las lágrimas.

Joao Moura lo tuvo más complicado porque antes de
comenzar a pintar su segunda lámina, ya estaba mojada. Tenía que dibujar, aun
con inconvenientes, y las pinceladas se apreciaban borrosas. La situación no
era la más idónea pero el rejoneador portugués puso empeño y ganas para plasmar
su sentimiento.

Se pintó, se plasmó pasión y raza pero solo una supo
contar bien la gesta. Solo una se alzó como la gran Obra Maestra que se pintó
bajo el Óleo perlita de Galán. El rejoneador quiso plasmar su séptima Obra
Maestra sobre una pintura de caballo, Óleo.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros
de Las Ventas. Feria de San Isidro. Corrida de rejones.

Seis toros de José Benítez Cubero.

Rui Fernandes, ovación y ovación. 

Sergio Galán, oreja y oreja. 

Joao Moura, ovación y palmas.