CLUB COCHERITO

Curro Díaz: "Los toreros nunca deben quejarse"


lunes 9 mayo, 2016

El torero de Linares protagonizó un nuevo coloquio en la sede del Club Cocherito de Bilbao

El torero de Linares protagonizó un nuevo coloquio en la sede del Club Cocherito de Bilbao

JUANJO ROMANO

 

El linarense Curro Díaz fue el primer triunfador
de la temporada 2016, al cortar dos orejas en Las Ventas en la corrida del
Domingo de Ramos y abrir la puerta grande del coso madrileño. El triunfo no le
sirvió para que figurase en los carteles de la Maestranza sevillana, que ya
estaban cerrados y se estaban vendiendo los abonos, ni en los de la Feria de
San Isidro. No obstante, tanto el torero como su nuevo apoderado, el
azpeitiarra Joxin Iriarte, evitaron protestar por semejante olvido durante el
coloquio que protagonizaron en la sede del Club Cocherito a principios del mes
de Mayo. «Lo importante es que, ahora, volvemos a estar en la agenda de los
empresarios taurinos”, afirmaron.

 

Curro Díaz está acostumbrado a pasar por momentos
difíciles en su carrera. El primer bache lo sufrió, precisamente, tras tomar la
alternativa en su localidad natal en septiembre de 1997. «De repente, se
olvidaron de mí y me encontré que apenas toreaba tres o cuatro corridas al año.
Lo pasé mal y como no tenía un duro, me comí todos los macarrones”, comentó el
torero con humor. Fue una época en que solo soñaba con confirmar la
alternativa. La ocasión le llegó un 31 de agosto de 2003, con toros del Cura de
Valverde. «Era el día más feliz de mi vida por esa oportunidad, aunque algunos
no lo entendían al conocer la ganadería que consideraban de nula garantía”.
Seguido llegaría el triunfo en Barcelona y comenzaría la tendencia ascendente
de su carrera.

 

Pero el 7 de Mayo de 2011 llegó la terrible cogida
sufrida en la Maestranza sevillana. Completaba la terna con Juan Mora y El
Fandi y un toro de Salvador Domecq le empitonó y le destrozo la pierna derecha.
Un hecho trágico que, sin embargo, sirvió para modelar la personalidad de
Curro. Él lo cuenta así: «Estaba en casa de mis padres, pasando la
convalecencia. Después de comer no me levanté para retirar mi plato, mi hermana
me lo reprochó y yo le recordé mi estado. Entonces ella me dijo: tienes razón,
estás inválido; lo que tienes que hacer es ir donde el alcalde de Linares, que
te tiene en aprecio, y que te consiga un kiosko para vender el cupón. Aquello
fue un puyazo en todo lo alto que me sirvió para comprender que no valen las
excusas y para entender que hay gente que lo pasa mucho peor que los toreros.
Nosotros no tenemos derecho a quejarnos”.

 

Y volvieron los años de olvido. Unos años en los
que el torero de Linares se convirtió en su propio apoderado y toreaba sin
estar dentro del mundillo taurino. Afirma que, incluso, «odiaba el mundo del
toro”. En estas circunstancias, a principios de este mismo año, se produjo el
encuentro entre él y Joxin Iriarte. Fue un encuentro telefónico transoceánico,
porque Curro se encontraba en Quito cuando recibió la llamada del azpeitiarra
para ver la posibilidad de que actuase en la feria de la landesa Vic-Fezensac.
Entre mensajes y whatsapp surgió la propuesta: «¿Por qué no me apoderas?”. Y
Joxin, que acababa de iniciar un año sabático en su trabajo en el sector del
mueble, comprendió que el torero se encontraba muy solo y que necesitaba que
alguien le echara una mano en los despachos. «Un apretón de manos fue
suficiente rúbrica para nuestro acuerdo”, aseguraron ambos.

 

Así
comienza una nueva etapa en la carrera de este torero que, por circunstancias
familiares, nació en la misma habitación hospitalaria donde murió Manuel
Rodríguez «Manolete”. Una nueva etapa que, en este primer año de relación
Díaz-Iriarte, se quiere saldar con una treintena de festejos ( en el momento
del coloquio tenían firmados 17 en España y 5 en Francia) y que sirva como
trampolín para el 2017. Será el año de un diestro que interpreta el toreo en
clave cadenciosa, desmayada, tratando de que la técnica no le gane al
sentimiento.