LA CRÓNICA DE VALENCIA

Va por ti, Adrián


domingo 24 julio, 2016

Una corrida de Victoriano del Río con posibilidades permite el toreo templado de Miguel Ángel Perera, grandes momentos de un elegante David Mora y la evolución valerosa de Alberto López Simón

Una corrida de Victoriano del Río con posibilidades permite el toreo templado de Miguel Ángel Perera, grandes momentos de un elegante David Mora y la evolución valerosa de Alberto López Simón

JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO

Perra vida
la que se la ha jugado a Adrián.
Que ninguno tengamos que pasar por lo que
está sufriendo el pequeño torero que, con o sin festival, está siendo la
segunda lección tras la de Víctor que el estío está dejando a la tauromaquia.
Ese sistema que llaman desalmado por pensar más en su presente que en el
porvenir sabe y quiere para los suyos lo mejor. Es pelícano que ofrece a
costa de su vida el más jugoso de sus trozos de carne a los hijos que lo
requieren.
Por él brindó la terna de hoy en Valencia. A él le entregó sus
ilusiones y para su inocente corazón el toreo.

Por él brindó el Perera al que un pitón en Salamanca
le aprisionó las entrañas para que el invierno sacara valía de reaparición. A
punto estuvo de segar aquel asta el temple que hoy entregó al primero para
sentirse el torero despacioso que hace dos temporadas era plenitud sin fin.
Pero tuvo epílogo aquella fase de su carrera. Resolvió con «Cantaor” el premio
de primera que tanto anheló estos meses Miguel Ángel. Hincó el mentón para, a
pies juntos, recetarle corazón veroniquil a ese toro.

Y le brindó a Adrián las tafalleras del quite, la
alegría por chicuelinas y el temple supremo en su muleta. Aliviados fueron los
cambiados, templadísimas las primeras tandas y larguísimo fue su toreo ante la
humillación mansurrona del animal. Y de entrega los circulares. Y de toque fino
y bragueta el epílogo antes de la estocada. Sin vida se le quedó el toro del
brindis, un mortecino cuarto que le podría haber servido para ser quien fue en
hombros de Valencia. Pero no lo consiguió.

Por Adrián fue también el toreo de Mora. Demasiado
caro le costó el precio de la verdad a David, que reapareció en los albores de
campaña para mostrarle al mundo que su valía tenía meta. Porque lo tuvo la forma de encajarse a la verónica al «Dalia” segundo,
que se le rajó a un David con la miel bravucona en los labios después de
derrochar torería en el inicio.
Erguido por momentos. De verdad en los
cites. Hierático en los embroques. Flamante en La Concha Flamenca. Gallardo en
los remates –soberbios los de pecho-. Y firme cuando cantó la gallina.

Cuando salió el sardo cuarto toda la plaza obvió la
capa para centrarse en que las verónicas, el par de chicuelinas y el alegre
remate de Mora mandaron ante el prólogo humillado del bravo. Porque lo fue
hasta que, en el ecuador muleteril, se transformó en bravucón su tranco. Se lo guiñó a Valencia en el brindis para
hincar dos trincherazos y una trincherilla que fueron canela fina de lo que su
nuevo concepto atesora
. Porque ha cambiado el David fallero al David estival.
Porque se encajó en evolución firme de un torero que sabe lo que busca porque
su toreo así lo narra. Y no puede mentir
el que brindó su verdad a Adrián, la de un tío al que la vida dio limones y él
los exprimió para romperse el espíritu como Dios manda en el ruedo
. Y lo
hizo por derechazos, por molinetes, por circulares y, sobre y ante todo por
naturales encajados ante la bravuconería siempre a menos del de Victoriano.
Adrián contento. Valencia festiva. Y David despojo en mano siguiendo su papapá en
el caminito.

Y por Adrián se arrojó sin premio el toreo de López
Simón, al que no le tocó el cuerpo pero sí el alma un puñetero cáncer
espiritual. Pero fue positiva su
consecuencia, la de por cuatro veces verlo a hombros de Madrid tras decir que
no a su plaza en mal trance
. Y lo comprendió Adrián cuando le brindó un
sexto en el que los enganchones del inicio no taparon la testosterona de los
diez minutos. Mucha. Pero mucha. Porque aguantó la bala alocada de Victoriano
al arrancarse y le echó la bamba abajo entre caras altas. Porque le asentó
estatua firme a lo alocado del animal. Y le buscó los infiernos a los pitones
en un terrorífico final de pie y de hinojos. Antes fue hijo del diablo para perder a espadas la oreja del tercero. Dedicado para Adrián y para los
que les gusta largar. 

Injusto
peaje está pagando un pequeño que sueña en la oscuridad con pasear los despojos
que los toreros de Julio le están brindando
. Agresiva adversidad
la que le ha tocado a un ángel de inocencia en el rostro que sueña con la
dignidad de vestirse de las luces que hoy le brindaron. Por Adrián fue la
tarde. Por Adrián fue el toreo. Por él y por su familia, las orejas del temple
y de la elegancia. Los despojos de un Perera en segunda fase personal y
profesional, un David Mora con la heroicidad que los laureles le dieron en
Madrid y repite en cada acontecimiento y un Simón en creciente evolución. Por ti, Adrián, fue la corrida de hoy en
Valencia. Tendrás tu premio, torero.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia. Tercera de la Feria de Julio.
Corrida de toros. Algo más de media plaza.

Seis toros de Victoriano del Río, de transmisión y motor el buen
primero, bueno hasta que se rajó el segundo, de chispa mansurrona el tercero,
aplomado el cuarto, encastado y bravucón el rajadito quinto, bravo el buen
sexto.

Miguel Ángel Perera, oreja y ovación.

David Mora, ovación
y oreja.

Alberto López Simón, ovación tras aviso y ovación.