GIJÓN

Un maestro coronado, un genio sin espada y un gigante sin toros


domingo 14 agosto, 2016

Tres orejas al son del Concierto de Aranjuez; Talavante emborrona su genialidad con el acero y Castella sin opciones

Tres orejas al son del Concierto de Aranjuez; Talavante emborrona su genialidad con el acero y Castella sin opciones

TEXTO Y FOTOGALERÍA: EMILIO
MÉNDEZ

Enrique Ponce, Sebastián Castella y Alejandro Talavante
hacían a las seis y media en punto el paseíllo esta tarde en la plaza de toros
de El Bibio de Gijón para la quinta y penúltima de la Feria de Begoña. Un
parejo encierro en corrales de Juan Pedro Domecq era la materia prima ganadera
para la ocasión.Tarde fresca y con neblina en la que se le entregó un reconocimiento al gandero, Juan Pedro Domecq, por ser el criador del toro más bravo de la pasada temporada.

Pero no comenzó con buen pie la tarde, porque se fue para atrás el primero de Juan Pedro por inválido. Del mismo hierro salió el sobrero, al que desorejó Enrique Ponce a base de magisterio. Fue un animal con calidad al que ya con el capote meció a la verónica con mucha cadencia. Y con torería e inteligencia fue construyéndole en las distancias y en las alturas. Muy artística la faena del valenciano, que culminó con la poncina y una estocada arriba, suficiente para el doble trofeo.

El segundo, noblón y escaso de fuerza, no rompió nunca en las telas de Castella, que inició por estatuarios. Apenas muletazos sueltos de muy buena fábrica fue el resultado del francés, que poco más pudo hacer con la sosería del toro de Juan Pedro. Palmas.

Al enclasado tercero le cuajó Talavante un faenón desde las templadas verónicas del saludo, siempre muy creativo e inspirado. De rodillas inició faena toreando siempre, con la mano derecha, con una lentísima arrucina que hizo rugir la plaza. Por bernadinas epilogó el trasteo, con una media estocada y un descabello que dejaron el premio en una oreja.

El cuarto tardó en definirse en los primeros tercios, más espeso para la lidia, pero allí se encontró con Enrique Ponce, que tiró de magisterio y sabiduría para cuajar otra gran faena. Poco a poco, sin prisa, fue desgranando la belleza de una obra de menos a más al son del concierto de Aranjuez. Muy templado, muy metido en la faena, le cuajó muletazos al natural de verdadero cartel, haciendo que se le entregase El Bibio. Una estocada certera le valió la oreja del Juan Pedro.

También con el quinto se estrelló Sebastián Castella, que quedó prácticamente inédito de su paso por El Bibio con dos toros sin raza ni fondo para intentar el toreo. Silencio.

Alejandro Talavante cerró su actución en El Bibio con otro faenón aun toro de calidad y mucha nobleza con el que bordó el toreo por momentos. Brillante a la verónica, inició con el cartucho del pescao una labor muletera que fue de toreo desde el inicio. Una labor muy variada, muy a su estilo, con retazos de genialidad inesperada, mucha creatividad y a más siempre en la exigencia y en la profundidad al natural. Las manoletinas finales ya auguraban el doble trofeo que se quedó en el mal uso del acero. Ovación.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de El Bibio, Gijón. Quinta de la Feria de
Begoña. Corrida de toros.

Seis toros de Juan
Pedro Domecq.

Enrique Ponce, dos orejas y oreja.

Sebastián Castella, palmas y silencio

Alejandro Talavante, oreja y ovación