EL APUNTE DE JUANGUI EN MANIZALES

Toros para cineclubistas


martes 3 enero, 2017

Todos, Castilla, Manrique, Colombo, los toros, fueron como monedas de dos caras. Por razones inexplicables de la genética, eso tan bueno que dieron los novillos al comenzar, se perdió en un pestañear.

Todos, Castilla, Manrique, Colombo, los toros, fueron como monedas de dos caras. Por razones inexplicables de la genética, eso tan bueno que dieron los novillos al comenzar, se perdió en un pestañear.

JUAN GUILLERMO PALACIO / FOTO: JAVIER BAQUERO

 

Tarde de emociones fuertes, como para crear una aspciación de seguidores obsesivos y hacer reuniones, encuentros, foros, congresos y proyecciones para ver una película de toros clase B. No por su categoría, porque eso fue lo que tuvo; sino por las emociones descarnadas.

Los novillos fueron de Paispamba: dos jaboneros para dije y cuatro mulatos  desproporcionados, aunque serios. Veloces, kamikazes contra los caballos, obsesivos contra los banderilleros y dignos luchadores en los medios… solo durante la primera mitad de la faena.  

Todos, menos el quinto, permitieron momentos profundos con el capote. Se repitieron in crescendo y exigieron dos y hasta más lances de remate. Se arrancaron de largo a las cabalgaduras, las enfrentaron con la fuerza de remolques carboneros, sin importar el efecto de las puyas. Ocasionaron tres tumbos.

Con la muleta también confabularon secuencias de valor. Tres de Juan de Castilla, de trazos largos y movimientos de compás, una de toreo clásico de Manrique y una de izquierdas de Colombo. Y otras más. Todas en el centro del ruedo, donde pelean los bravos y se juegan el tipo los que pueden llegar.

Colombo parece más un vendedor. Saca productos del bolsillo y de la manga, repentinos, para responder a los cambios que experimentan los toros. Los detecta con el sexto sentido de una madre y saca su inventario de artilugios que parecen de la china: saltilleras, faroles, doblones, estatuarios, doblones, pases de las flores, afarolados, luquesinas… seleccionados en segundos con la lógica de un filósofo ateniense: para no ahogar al toro, para encelarlo, someterlo, para motivarlo, para que no se canse de embestir.

Juan de Castilla tuvo momentos de lucidez. Como las verónicas del primero y los derechazos mencionados dos párrafos atrás. Especialmente la paciente labor de encelar a un jabonero dulzón y potencial bipolar. Pasito atrás, vuelos suaves del capote, mostrarle repetidamente el engaño, con cariño, hasta que terminó rompiendo en los medios, como sus hermanos. Y la espada al primero, recibiendo a un novillo que a esa altura tenía justa la movilidad. Es un torero preparado. Se hace evidente en el manejo del tiempo y en cómo disfruta torear: sonriendo.

Todos, Castilla, Manrique, Colombo, los toros, fueron como monedas de dos caras. Por razones inexplicables de la genética, eso tan bueno que dieron los novillos al comenzar, se perdió en un pestañear. Segunda mitad, cansancio, refugio en los tercios y retaguardias defensivas. Los tres diestros debieron cambiar sus maneras de estar en el ruedo. Sin sentirse a gusto. A Juan no le luce su faceta encimista. Es como una traición. Y Colombo solo ganó un golpe en la parte baja del vientre que lo pudo relegar al papel de tío.

Andrés Manrique se llevó lo peor del sorteo. El primero, otro jabonerito, tuvo clase pero le duró poco. Lo aprovechó hasta que se lo permitió. El segundo fue un adolescente incorregible, que pasaba refunfuñando con la cara alta.

Inscripciones abiertas para obsesivos. Se cita a reuniones mensuales para ver el video, leer recortes de prensa, intercambiar suvenires y repetir conceptos.

 

FICHA DEL FESTEJO

62ª. Feria de Manizales (Colombia). Primer festejo, novillada. Lunes, 2 de enero del 2016. Día soleado y atardecer despejado. Casi tres cuarto de plaza. Se lidiaron novillos de Paispamba (encaste Torrestrella), disparejos; dos jaboneros con lámina y cuatro negros serios aunque desproporcionados. Encastados, beligerantes, todos se vinieron a menos en mitad de faena. Sin fondo.

Juan de Castilla: dos orejas y oreja.

Andrés Manrique Rivera: silencio y silencio

Jesús Enrique Colombo (debutante): oreja y leve petición. 

 

Saludaron Ricardo Santana y Emerson Pineda.