LA MÉXICO

El encierro de La Estancia desluce la tarde de los mexicanos


lunes 27 febrero, 2017

Sólo el cuarto, sin terminar de romper, colaboró con Garibay para que srugiese el toreo en una tarde de argumentos más profesionales de Macías y Rivera

Sólo el cuarto, sin terminar de romper, colaboró con Garibay para que srugiese el toreo en una tarde de argumentos más profesionales de Macías y Rivera

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: @LaPlazaMexico

Comenzaba el estrambote añadido a la Temporada Grande con un atractivo cartel de mexicanos en el que Ignacio Garibay, Arturo Macías y Fermín Rivera se enfrentaban a un lote de La Estancia. Una pobre entrada fue la peor noticia para la tauromaquia mexicana.

El primero de la tarde fue un toro regordío y grandón al que le faltaron humillación y raza en las telas de Ignacio Garibay. Firme el mexicano, con oficio y paciencia con el deslucido aniumal, a pesar de saber que no tenía la condición para embestir con cierta garantía en la muleta. Porfió Ignacio, pero no encontró el milagro que le hiciera tocar pelo con un animal sin opciones. Silencio.

En corto embistió el segundo, al que recibió Arturo Macías con una larga cambiada en el tercio para después ajustarse en chicuelinas, rematando el saludo con una serpentina. También con chicuelinas interpretó el quite el hidrocálido, calentando el tendido. Y no terminó de entregarse el cárdeno en los doblones que supusieron el inicio muletero, a pesar del sobrado oficio de un Macías que supo tocar preciso para aprovechar la media embestida. Tuvo firmeza el mexicano, que supo colocarse y ganar el paso para sobreponerse a la cara suelta y al defecto de aburrirse en los embroques del toro de La Estancia, siempre a la defensiva y sin empleo. Un derrote seco al entrar a matar dejó sin aire a Macías, que volvió de la enfermería para pasaportar finalmente al de La Estancia. Palmas.

Al tercero tuvo que buscarle las vueltas Fermín Rivera para aprovecharle la voluntad de embestir limando los defectos propios de la falta de raza. Hubo de aplicar Fermín la entrega que no ponía el animal, dejando siempre la muleta en la línea en el inicio, doblando sin imponer, ajustándose a esa falta de humillación estructurando de forma perfecta la lidia adecuada. Quiso dibujarle los naturales buenos, que salieron todo lo buenos que pudo el animal, sin clase ni bravura para propiciar un triunfo. Le buscó la vuelta y el terreno, le atacó en el final de faena y lo intentó hasta el final para pegarle muletazos limpios pero sin brillo y ver cómo le vencía la falta de condición del de La Estancia. No descubrió el toro para descabellar y se atascó Fermín, ante la impaciencia del público. Silencio tras aviso.

Con el cuarto, más recogido de carnes y cara, tuvo paciencia Garibay hasta que rompió en el capote su desentendido corretear, y allí se vino el templado lancear que llegó al desnutrido tendido. Por tapatías galleó al caballo el mexicano con mucho sabor, aprovechando la embestida alegre del de La Estancia. Y or tafalleras concluyó, en el quite, la cumbre capotera de Ignacio, que se gustó siempre en el toreo con el percal. A los medios se fue el torero para quedarse para el cambiado tras el brindis al público, y comprobó Garibay que habia calidad en la arrancada, al menos en los primeros muletazos. Más corto y más protestón se quedaba el animal cuando se hacía larga la tanda, pero supo Ignacio saborear las embestidas muy entregado, muy quieto, con tanto valor como necesidad de triunfo. De dos en dos tomaba los naturales y lo vio Garibay, que intentaba embarcar muy bien el primero, viajando hacia los medios, y dibujar sublime el segundo, hacia las tablas, el que mejor tomaba el de La Estancia. Una serie final a diestras, muy consentida, muy toreada, supuso la traca final que detonó un cambio de mano monumental para dejar la faena en alto antes de la suerte suprema. Pero lo pinchó, ante la ovación del tendido, y en el acero se quedó el más que posible premio. Ovación tras aviso.

Al quinto se empeñó Arturo Macías en lancearle con brillantez la falta de clase y la cara alta que le sacó el animal del chiquero. Y por gaoneras interpretó el quite después, esperando mucho las dudas del toro alm arrancar, que luego seguía los vuelos sin repetición. Impávido lo esperó en los medios para dejarlo llegar mucho a su figura y cambiarle el viaje después con un toque preciso y seco en un brillante y corto inicio. Pero le faltó empuje y le faltó poder al de La Estancia para repetir las arrancadas con emoción, y la firme actitud de Macías para imponerse con las telas obtuvo la respuesta del toro en forma de frenazos. Porque se afligió el animal cada vez que se sintió podido, y fueron solo muletazos sueltos los que logró Arturo por todo premio. Pinchó y escuchó silencio tras dos avisos. 

El cabezón basto que hizo sexto no le embistió ni una sola vez bien en el capote que se empeñó en manejar mucho rato Fermín Rivera, viendo cómo se salía de la suerte por el pitón derecho y se quedaba casi debajo de la tela por el zurdo. Descompuesto se le vino en las chicuelinas del quite para quedarse luego parado ante la porfía del potosino. Tuvo que tirar de recursos Fermín ante la falta de emoción en la muleta de un toro que embestía con el pitón cambiado y sin ningún afán. Supo templar las descompuestas embestidas, sin embargo, el mexicano, que logró que no le tocase la tersa muleta ni una sola vez. Le perdió pasos, le consintió, le cambió los terrenos y le expuso una barbaridad con mucha honradez el potosino, pero no hubo manera de que aquello funcionase. Silencio tras aviso.

FICHA DEL FESTEJO

Monumental Plaza México. Décimo séptimo festejo de la Temporada Grande.

Toros de La Estancia, de buena presencia en general. escastado y sin clase ni humillación el primero; pasador de cara natural el deslucido segundo; con movilidad sin clase ni humillación el espeso tercero; con cierta calidad sin raza el tercero; con calidad sin redondez el manejable cuarto; remiso y sin empuje el afligido quinto; descompuesto y sin raza el incierto sexto.

Ignacio Garibay (gris perla y oro): silencio y ovación tras aviso.

Arturo Macías (fucsia y oro): palmas y silencio tras dos avisos.

Fermín Rivera (nazareno y oro): silencio tras aviso y silencio tras aviso.