vALDEMORILLO

Reflexiones sobre la segunda


domingo 5 febrero, 2017

Lo que ha salido hoy muchos las querrían en sus plazas de segunda y en algunas de primera

Lo que ha salido hoy muchos las querrían en sus plazas de segunda y en algunas de primera
SANTIAGO ROMÁN

Una señora corrida ha mandado D. Antonio
hoy a Valdemorillo. Una ganadería, la de Gibaja, que aunque refrescada con
Domecq no ha perdido su sangre Núñez, gracias a Dios. Ello ha motivado el
interés constante, un no aburrirse en toda la tarde. Lo que ha salido hoy
muchos las querrían en sus plazas de segunda y en algunas de primera. Aquí
quería, sin desmerecer a los actuantes, ver yo hoy a las llamadas «figuras”.
Hay quien ha comentado públicamente, cierto torero metido a comentarista, que
se trataba de mucho caramelo para Valdemorillo, lo que a mi modesto entender no
deja de ser un insulto a la afición valdemorillense y a la madrileña también,
que suele ser el cincuenta por ciento de los asistentes. Pues me recuerda al
dicho «no está hecha la miel para la boca del burro”.

La frase que sí vendría a cuento es la
de «mucho pollo para tan poco arroz”, siendo el pollo los toros en este caso y
el arroz los toreros. En mayor o menor medida no han visto y se les ha ido un
triunfo sonado.

Cristian Escribano le tocó un primero al
que había que hacerle las cosas muy bien desde el principio, dejándole la
muleta muy puesta ya que no permitía confianza alguna. Anduvo reiterativo y
monótono. Faltó más ambición de un torero acostumbrado a las denominadas
«duras”. La segunda mitad del festejo empezó con otra alegría merced al saludo
capotero de Escribano al cuarto. Un señor toro. Empezó el diestro con una más
que aceptable lidia y lo fue llevando con cierta solvencia hasta que al final
el toro quiso imponer su ley a lo que Escribano no le dejó yéndose a por el
acero.

No se acopló con el segundo de la tarde
Martín Escudero, al que tanteó a media altura, lo intentó hasta el final con
manoletinas incluidas pero el resumen fue de intermitencias y altibajos. Aunque
el toro tampoco puso mucho empeño que digamos. El quinto, otro torazo, tuvo una
humillación tal que no supo controlar el torero. Tanto uno como otro fueron de
más a menos.

Posada no tuvo una buena tarde. El
tercero era el típico que requería de inicio un trasteo por bajo, unos
doblones. Poco a poco los defectos del toro o las virtudes, según se mire y
quien lo mire, se fueron acrecentando sin posibilidad de solución o respuesta
alguna acorde a la condición del burel. Pareció que aprendió de lo que ocurrió
con su primero cuando empezó la faena del cierra plaza. Él se gustaba pero
debió hacer el toreo más despacio y ya se sabe que si no es despacio hay poco
temple. Se sucedían las tandas y se le iba escapando un triunfo sonoro.

Muchos puntos ha ganado hoy Gibaja para
los aficionados porque para muchos toreros seguro que los habrá perdido. Unos
astados con su picante, su bravura, su peligro… es decir, con casi todos los
condicionantes para que hubiera más emoción que la vivida a la postre en el
ruedo. Un bagaje muy pobre. Una sola oreja y además excesivamente generosa, no
la pidieron ni la mitad del respetable. Veremos mañana que es la novillada si
no cambia el rigor, al poco me refiero, de la presidencia que la mostrada estos
dos días.