ILLESCAS (TOLEDO)

El oficio de Valadez abre la puerta grande


domingo 12 marzo, 2017

El mexicano cortó una oreja de cada utrero de una chica pero buena novillada de Domingo Hernández de la que se llevaron una oreja Younes y Marcos

El mexicano cortó una oreja de cada utrero de una chica pero buena novillada de Domingo Hernández de la que se llevaron una oreja Younes y Marcos

MARCO A. HIERRO/ FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Andy Younes, Leo Valadez y Marcos hacían el paseíllo
novilleril esta tarde en la segunda de la Feria del Milagro de la localidad
toledana de Illescas. Un encierro de Domingo Hernández era la materia prima
ganadera para la ocasión.

Con tres cordobinas saludó Leo Valadez al horrible becerro que hizo primero, que metió la cara con calidad, sin embargo, en las verónicas que remataron el buen recibo. A la paletilla se fue el puyazo en el lomo de un animal que casi carecía de él. También por abajo realizó el quite Leo, dando a las cordobinas el ritmo de chicuelinas y abrochando con una larga cambiada de rodillas con más vistosidad que firmeza en las plantas. Tardó en asentarse el mexicano, que inició en los medios con arrucinas de rodillas para ver cómo se abría con clase el horrendo utrero. Humilló el animal, tuvo recorrido y quiso emplearse más en corto que en la línea larga que le ofrecía Valadez, que fue acoplándose poco a poco hasta lograr Muletazo estimables, alguno de pecho enorme, bien enroscado. Con manoletinas de rodillas concluyó su labor, y con un espadazo contrario que despegó al novillo. Oreja.
 
Más reunido y menos destartalado salió el castaño segundo, que le humilló mucho a Younes en las verónicas del largo saludo y se fue siempre hasta donde lo envió el francés hasta la larga del remate. Empujó con fijeza el animal en el penco. Por tafalleras firmó el quite el galo, que inició con cambiados y Muletazo de dos y tres tiempos, abusando un poco del fondo del utrero. Compuso mucho la figura, afectó el desmayo y maltrató la suavidad del animal hasta que dijo basta y se fue al suelo a base de muñecazos. Sólo entonces salió a relucir el mimo en la muleta de Andy, que buscó la largura, la línea y la cercanía que siempre respetó la noble condición del castaño. Una estocada en la yema certificó el trofeo que paseó el francés. 
Dos largas cambiadas de rodillas en el tercio le sopló Marcos al novillo de su vuelta a los ruedos, cornidelantero y apretado, que empujó con intención en el peto, pero con menos humillación que sus hermanos. Brindis a su tío Justo, el ganadero, y a torear en la línea, con plasticidad e inteligencia ante la calidad sin fuelle del feble animal. Supo alargar los muletazos con suavidad azuzando la fijeza del utrera, al que luego le dejó naturales al ralentí, deslucido en ocasiones por la tendencia a frenarse del utrero. Muy firme, muy fácil, muy suelto de muñecas e intenciones un Marcos que ofreció lidia correcta y una estocada desprendida para cortarle una oreja. 
El burraco cuarto, escurrido pero mejor hecho, salió con pies hasta que llegó al percal de Valadez, suelto de tela y encajado en el gesto para lancear con facilidad. Pero de allí salió malandado y atolondrado, tomó una vara regateando al caballo de la puerta y luego se arrancó de largo en las zapopinas que recortó en los embroques el mexicano. Con una pedresina de rodillas comenzó su labor Valadez, que aprovechó las primeras arrancadas a zurdas para confiarse con el ritmo espléndido del burraco. Tuvo fijeza y celo el de Domingo, y mucho temple en los embroques, con voluntad para seguir las telas y ni un mal gesto hasta que se aburrió y buscó las tablas tras los Muletazo que viajaban hacia adentro. Para entonces ya le había dejado Leo de rechazos de suave acople mezclados con otros que dejaron algo más en el debe. Pinchó el mexicano antes de la estocada final y una oreja fue su premio, que certificada la puerta grande. 
Hechuras de toro tenía el quinto, que resultaba, eso sí, más pobre de cara y una flojera de fuelle que levantó las airadas protestas del respetable. Permaneció en el ruedo pese a su manifiesta carencia de fuerza para irse cual borrego detrás de la tela que manejaba con mucho mimo Andy Younes. Se afanó el francés tanto por pegarle muletazos bien compuestos como por evitar que mi diese la arena un utrero sin emoción ni vida. Todo muy estético en los dibujos cuando el novillo encontraba la mínima brizna de espíritu para arrancar, que fue a más en la repetición hasta el final de faena de circulares invertidos. Buscó Younes el trofeo que le faltaba, pero pinchó en varias ocasiones y en ovación quedó su premio. 
 
El colorao que salió sexto era un zapatito muy bien hecho al que le varió las verónicas Marcos con chicuelinas en las que se quedó más corto. Y descompuesto llegó a la muleta, dejando feos gañafones sueltos en los finales del inicio. Más ritmo cogió después, cuando lograba Marcos superar la informalidad y no dejarle tocar la muleta. Quiso apostar por la largura que no siempre le dio el novillo y una estocada perpendicular terminó con el festejo con palmas de despedida. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Illescas. Segunda de la Feria del Milagro.
Novillada con picadores.

Seis novillos de Domingo
Hernández, de gran calidad y humillación el enfondado y horrible primero, de clase, fondo y calidad humillada el castaño segundo, de mucha calidad y fuelle muy justo el enclasado tercero, con fijeza y celo el buen burraco cuarto, de inválida docilidad el protestado quinto. 

Leo Valadez, oreja y oreja. 

Andy Younes, oreja y ovación. 

Marcos, oreja y palmas.