LA CRÓNICA DE FALLAS

El maná se vende en dosis


viernes 17 marzo, 2017

Una oreja de cada toro de Cuvillo paseó Roca Rey, otra le otorgaron a El Fandi con el toro de más clase y silenciado se fue Manzanares con el lote menos a modo

El maná se vende en dosis

MARCO A. HIERRO

El maná lo espera el toreo como los presos la hora del patio. Desde que lo otorgó Yavhé a los israelitas como alimento vital en su periplo por el desierto se ha convertido su nombre en árnica para el dolor y los males que arrastra una fiesta ayuna de ideas, parca en soluciones y muy dada a exprimir gallinas porque ya se ha gastado el oro de sus huevos antes incluso de que los pongan. Ojalá no le ocurra eso a Andrés, el indiecito cabal y sesudo que sólo busca jugarse la vida para ganarse el pan.

El maná que reparte Andrés colocó un ‘No hay billetes’ providencial para una feria que viene a más y que ayer rezaba en arameo por contar con su presencia. Veinte años apenas cumplidos y ya le cuelga el sistema de la chepa el peso de la registradora. No será extraño, entonces, que pase el hombre en el hule más tiempo que el torero en la arena, porque no es Andrés cicatero en el esfuerzo ni rácano con la entrega. Por eso se ha convertido en el dueño del maná, pero el maná -si queremos que dure- debe venderse en dosis.

Buscan tanto el chute en el tendido del maná de Roca Rey que de puro ambicionar su adicción corren peligro de olvidar el sabor. Y el Andrés que vino hoy ofreció emoción de la barrera para arriba, pero dejó algunos debes al nivel del mortal. El primero, su merma física, que no puede -ni podrá- con su fortaleza mental, pero le impide desarrollar cuando debe volar un vuelo. Quietud de poseso en flor con el docilón tercero, con tres gotas de maná en los momentos clave; las chicuelinas que remataron el saludo, las gaoneras arrebatadas que respondieron el quite de El Fandi y la sinceridad total con que abrochó los circulares a un toro sin ritmo para ligar ni espíritu para peleas.

A ese le arrancó una oreja porque el tendido iba con él y con su particular forma de regalarles maná. Que es de verdad y se come, que alimenta otras mentiras con girones de realidad y recuerda que esto no es nada si no le damos al toro la oportunidad de vencer. Por eso grita el tendido y se alborota la grada cuando se asienta Andrés en las caderas para lancear al sexto y su remate improvisado se torna en brionesa mayor por el celo del Cuvillo. Y otra, y otra más con la plaza volviéndose loca. Un momento de trascendetal comunión que debe respetar el sistema. Como respetan a Andrés los toros, porque no se puede estar más quieto que el peruano en el inicio, cambiando el viaje a la espalda, regresando por delante, sacando detrás la arrucina, pasándose por la faja cuarto y mitad de pitón. Habían venido a verlo y se quedó chica la plaza para los que buscaban su maná. Y en hombros se fue el indiecito después de regalarlo a espuertas. Ya será más consciente Andrés de que el maná se vende en dosis.

Mucho mayor y más veterano es El Fandi y tampoco escatima el maná. Porque también el granadino lo cultivó por Levante y se le echa de menos aquí cada vez que no lo da. Hoy lo repartió como pudo en dos tercios de banderillas de tanta entrega como poco eco, que hasta el cuarto par al cuarto ya nadie se lo pidió. Fue con ese, con ese Cuvillo cuarto con el que se sintió David más torero y menos currante hasta trastabillarse incluso en la cara de puro entregado que iba. Y tan noble fue el torete, enclasado y de supremo temple, que sólo le faltó levantarlo para volverle a embestir. Una larga de rodillas para saludar al funo, unas chicuelinas al paso para ponerlo al caballo, cuatro pàres de rehiletes y toda la suavidad del mundo para buscar lo mejor de sí y regalárselo al toro. Un estocadón de libro y una oreja pagada al peso.

Ni eso pudo pasear Manzanares, que sí es mucho más consciente de cuánto vale el maná y no lo derrocha nunca. Porque se le vinieron a las telas dos toros que no se iban jamás de no ser lo que se abría el colorao segundo, tan perfecto en las hechuras como mentiroso en el fondo. Ni con su llegada por dentro y su comodidad bajo la tela ni con la radiografía amenazadora que te regalaba el quinto cuando llegaba el embroque se entendió hoy Josemari, que tragó más de lo que se vio porque se vistió de currante, y no hay maná bajo el mono del que tiene que andamiar.

Por eso no hubo más orejas con la de Cuvillo a medias. Porque medios toros fueron todos a pesar de su virtud; medios en la seriedad, en la presencia, en el fondo y en las opciones. Será que tiene guardado el maná para otros pagos, porque también es consicente Álvaro de que el maná se vende en dosis.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de Valencia. Octava de la Feria de Fallas. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes. 

Seis
toros de Núñez del Cuvillo, muy justos para Valencia, de buena hechura en general, y un sobrero de Victoriano del Río (quinto bis), altiricón, larguirucho y feo. De buen tranco y escasa duración el feble primero; pegajoso y sin ritmo el noblón segundo, perfecto de hechuras; humillado pero espeso y vulgar el docilón tercero; de gran clase y ritmo el buen cuarto; devuelto el sardo quinto por inválido; tobillero e informal el deslucido quinto bis; de gran calidad y nobleza el sexto, pero las mantuvo poco.

David Fandila «El Fandi” (marino y oro): silencio y oreja. 

José María Manzanares (burdeos y oro): silencio y silencio. 

Andrés Roca Rey (sangre de toro y oro): oreja y oreja.