LA PREVIA DE ARLES

El cartel internacional que abre Pascua


sábado 15 abril, 2017

Bautista, Manzanares y Roca Rey abren Arles al toro con la presencia de García Jiménez en el coliseo galo

Bautista, Manzanares y Roca Rey abren Arles al toro con la presencia de García Jiménez en el coliseo galo

MARCO A. HIERRO

El Coliseo Romano de Arles se abre esta tarde a las corridas de toros en 2017. La Feria de Pascua recibe a la ganadería de García Jiménez tres lustros después de su última presencia para ver a un francés, un español y un peruano en un atractivo cartel que inicia el ciclo con campanillas.

 

JUAN BAUTISTA

Hoy cumple una doble faceta de empresario y matador de toros que, además, abre cartel en su propia feria. Y lo hará una vez más cuando llegue septiembre. El galo se rige poco por los cánones establecidos y sabe también que es un auténtico ídolo en su país. Torero de tremenda capacidad para la lidia, conoce perfectamente la idiosincrasia de sus paisanos, como demuestra el hecho de haberle cogido el aire a los carteles de su feria.

Hoy comienza su temporada personal, después de que en Valencia sufriese la escasez de condición de la corrida de Alcurrucén. Hoy de nada sirven las tres orejas que cortó en Ambato este invierno, en la apertura de su campaña, porque hoy debe reinventarse de nuevo para mantener su estatus.

Es Juan Bautista el torero de la búsqueda permanente del abandono, porque es ahí donde brilla su concepto poderoso, que se vuelve más frágil y más estético cuando muestra los trazos desprovistos de cualquier crispación. Pero para eso no le vale cualquier toro, y muchas veces tiene que construir las faenas, perdiendo en el andamio -que conoce porque también trabajó de albañil en su fase de búsqueda retirado del toro- algo de belleza formal, aunque sólo el hecho de verle manejar la técnica ya es un lujo.

 

JOSÉ MARÍA MANZANARES

 

A Josemari le acompaña todo para ser -como es- figura del toreo. La viene de reata el físico y la condición, le transmitieron los arcanos desde que no sabía ni siquiera andar y tutelaron la evolución de sus condiciones innatas hasta que se transformaron en triunfos y portadas esos dos años iniciales de pasear España con silencio y ovación. Supieron esperarle y conducirle para que rompiese en lo que es. Esa suerte no la tienen todos. Como no tienen la de apodarse Manzanares.

Tampoco es fácil estar dotado con el don del temple y ser capaz de levantar un plaza con un solo muletazo. No lo es para el que no lo tiene y no lo es para él mismo, porque eso hace que no siempre llegue al cénit de su inspiración. Cuando lo hace, sin embargo, hay pocos estetas tan profundos como él. No se adocena Josemari, pero tiene capacidad para despachar las corridas sin gran esfuerzo. Se le acusa de no abrir encastes, de torear siempre lo mismo y de no asumir compromisos en los embroques, pero tal vez con lo que hace -quizá porque no todos son capaces de hacerlo- le vale para reventar tendidos.

Manzanares es el artista de la composición, del empaque y de la elegante parsimonia. No necesita inicios -y raramente los ejecuta-, no vigila las formas en la construcción de la faena porque le salen naturales, pero sobre todo porque sabe manejar el diapasón, es un experto en el manejo de los vuelos y goza de unas muñecas prodigiosas para transportar o mecer a voluntad. Y eso es propio sólo de los elegidos.

 

ANDRÉS ROCA REY

 

Es la revolución del toreo de la pasada temporada, el que ha irrumpido con el descaro de la juventud y hasta la inconsciencia del novato para poner a todo el mundo a cavilar, llenar los tendidos y traer frescura a una fiesta anclada en el inmovilismo de la mediocridad de los nuevos. Andrés trae la verdad, y se la lleva también a cada habitación de hospital que frecuenta.

El peruano ha perdido ya muchos festejos este inicio de campaña porque cuando se pisa el sitio -y se es joven, pese a su tremendo conocimiento- los toros te demuestran que aquí no se sangra en broma. Y esa es una de las bazas del peruano, que ya es también español y que tiene mucho margen para crecer y para convertirse en mandón. En Francia lo conocen -y lo valoran- muy bien. Por eso lo exigen.

Con la muleta en la mano, Andrés sigue blandiendo -porque puede- la frescura de su juventud, y sabe sacrificar en ocasiones el trazo en favor de la emoción y de la percepción de riesgo en cada cosa que ejecuta. Aún se prueba a sí mismo en las tardes de máximo compromiso, y pretende saber de qué es capaz, más allá de los derechazos y los naturales que pegará mejor cuanto más crezca y madure.Y es así porque este es momento de pisar el terreno del hule, y para eso la física no permite más belleza estética que la que muestra Roca Rey. Lo suyo es mucho más la emoción y la superación personal.

Y, como Manzanares, mañana estará en Sevilla. Porque es Domingo de Resurrección.

 

GARCÍA JIMÉNEZ

 

La vacada salmantina de la Casa Matilla vive un momento dulce por los triunfos cosechados en los dos últimos años. Pero sobre todo por un 2016 lleno de toros importantes que ha provocado su regreso al Coliseo de Arles quince años después de lidiar su última corrida en esta plaza.

Es, el toro de Matilla, un recuerdo del Domecq que inició la vacada, pero también un reflejo de los muchos goterones que han influido en la evolución del hierro. Toro eminentemente para el torero y su deleite, Toño Matilla ha buscado la clase por encima de todo. Es el de García Jiménez un toro que permite las grandes obras porque el bueno humilla, gatea, se entrega y es formal en los finales. El malo, por contra, no se mueve demasiado, sino que se aploma y se niega a pelear en el trapo, con los que los toreros tienen más fácil el abandono.