CRÓNICA, SEVILLA

Se soñaba otro Domingo


domingo 16 abril, 2017

Noble corrida de Cuvillo a la que faltó mayor transmisión y sobre todo poder. La terna compitió en quites y dejó algunos tercios de bella rivalidad.

Noble corrida de Cuvillo a la que faltó mayor transmisión y sobre todo poder. La terna compitió en quites y dejó algunos tercios de bella rivalidad.

EMILIO TRIGO / FOTOGALERÍA: ARJONA-PAGÉS

 

Sevilla se ponía guapa
este Domingo de Resurrección para la
apertura de su temporada taurina con un auténtico cartelazo: José Antonio ‘Morante de la Puebla’, José María Manzanares y Andrés Roca Rey haciendo a las seis y
media en punto el paseíllo frente a un encierro de Núñez del Cuvillo. 

Sevilla tiene ganas de
toros y así se ha demostrado estos días cuando la afición buscaba con ahínco
unas localidades que subían enteros en la reventa. Se respira ilusión en la Hispalis taurina y se palpa en el ambiente
que hay ganas de toros.
La Real
Maestranza se ha engalanado para la importante ocasión y ha registrado un
entradón hasta la bandera. 

La
pena es que como casi siempre ocurre, ‘corrida de expectación, corrida de decepción’.
Tal vez sin llegar a la plenitud de ese aspecto, si es cierto, que todo el mundo quería más y nadie salió
contento.
Hubo cositas, pocas, pero es cierto que las hubo. Por ejemplo, Morante estuvo queriendo en todo momento y
dejó detalles de su extraordinaria calidad. Manzanares igualmente e incluso a
punto de tocar pelo ante el quinto de no fallar con la espada. Roca Rey mostró
su personalidad ante un lote muy deslucido y ofreció esa frescura que le
caracteriza.
Todos entraron en competencia de quites fieles a sus parámetros
capoteros. Y esto, con una noble,
entregada y obediente corrida de Cuvillo, a la que le faltó poder, fuerza y
transmisión. 

Se estiró el cigarrero en
varios lances a la verónica imprimiendo su personalidad pero sin reventar del
todo. Buena toma de contacto a un toro que salió tocado de la mano derecha y
que lo acusó antes de entrar en el caballo perdiendo su fortaleza por los suelos.
Manseó el abreplaza en el peto, propinando un volteretón a ‘Lili’ al salir
huyendo. Desastroso tercio de varas al primero. Tuvo mérito la exposición de Carretero y Araujo en banderillas. Por
esas, el toro iba de cruzado y con todas las puertas abiertas. José Antonio tanteo a su oponente por
ambos pitones sin demasiada convicción, sólo con el objetivo de amarrarlo en
las telas. Tras lograrlo, hubo una esperanzadora tanta con la diestra donde el
toro humilló y el torero se justificó ante tan insulso animal. Respondió el del Grullo con carboncito, lo
suficiente, para que la calidad de Morante se hiciera patente
, pero
simplemente se limitó a justificar los hechos. Apatía y conformismo. En resumenunas pinceladas que no contentaron a
nadie.
Mal con la espada. Silencio tras aviso. 

La historia del cuarto en
los primeros tercios se escribió sin nada para el recuerdo. Sin embargo, tras brindar a Vargas Llosa el espacio del
tiempo cambió su decoro.
De negro, a gris tornado a verde. Verde Esperanza
por algunos naturales de Morante donde
dejó el alma en cada uno de ellos.
José
Antonio
con ganas de más que lo que le ofrecía su astado, le buscó el fondo
y se la puso en el hocico para interpretar el toreo a zurdas en plenitud. Fueron pocos pero realmente buenos y ahí se
esfumó la esperanza que nos inculcó con esos contados pasajes.
Al de la
Puebla se vio a gusto pero el respetable se quedó con ganas de más. Todo ante
otro noble pero justo de poder. Estocada arriba y ovación como premio a su
palpable esfuerzo.

Muy
suelto de carnes salió el segundo que embistió rebrincado y soltando la cara. Manzanares lanceó con gusto a pesar del
corto viaje de su antagonista.
Un astado que dosificó muy bien ‘Chocolate’
en dos varas y que contribuyó al pique
de quites entre Lima y Alicante. Los dos por chicuelinas y ambos muy
embraguetados.
Roca sin apretar y
Josemari muy ajustado.
Saludó en banderillas Rafael Rosa. Tuvo virtudes el
toro como la entrega y la fijeza, la obediencia, pero estaba muy mermado de
poder. Quería más que podía el Cuvillo.Manzanares lo intentó sin apretar
puesto que no podía hacerlo e intentó coserlo suavemente a la pañosa pero su
ejecución resultó en vano. Voluntarioso, con oficio y cañón con la espada. Suerte suprema que bien es merecedora de algún premio. Rotundo.
Silencio.

El quinto hizo dudar a
todos en su tercio inicial. Manzanares
inclusive también se mostró así tras un desdibujado saludo
. Hasta el último
tercio no se despejaron esas dudas puesto que el Cuvillo sacó el fondo justo para que Josemari recetara una faena a
más con su estética de siempre.
Toreo vertical, con empaque en cada
embroque y con temple en cada muletazo. Manzanares
obró una labor justa, corta en su conjunto, pero a medida de su oponente como
un traje de alta sastrería.
Lo mejor llegó al natural donde cuajo varios
hondos y muy largos aunque a su colaborador antagonista le faltó más
transmisión. En el toreo fundamental aguantó varias miradas sin enmendar su
cite. El de Alicante debió tocar pelo
pero esta vez pinchó con lo que nunca falla, la espada.
Ovación tras aviso. 

El
tercero, un melocotón con dos buenas puntas al cielo, también estuvo justo de
poder en los primeros tercios. Rocalo recibió con el capote pero aquello no pasó a mayores. Sevilla que es muy ‘veleta’ aplaudió al piquero por no picar y pitó a
Morante cuando quería hacer un quite.
Después
los silbidos se tronaron en una ovación tras dos esplendorosas verónicas y una
media de seguir soñando con ella. Replicó Andrés con su particular capote a la
espalda y tras el mismo, también recibió una buena ovación.
Rey brindó a
los presentes. Comenzó el peruano con el pase de las flores, poniendo sobre el
tapete su capacidad y firmeza. Lástima que su poderío no fuera a mayores por el
escaso poder del primero de su lote. Voluntarioso
y eficaz
con la espada. Ovación. 

El
cierraplaza saltó al ruedo con manifiesta blandura de remos. Tenía
humillación en cada ‘arrancá’ pero muy mermado de todo. Se protestó con fuerza
aunque el palco desestimó la devolución. Para colmo el astado en la brega se
propinó un balancín de órdago. Moribundo,
con todo a la contra y con muy poca esperanza de triunfo llegó a la muleta de
Roca Rey. Andrés ofreció su paño en medias distancias para no atosigar al sexto
que empujaba para dentro en cada muletazo
. El peruano persistente tiró de
oficio ante un deslucido que cerró un Resurrección con poco contenido
artístico.Pinchazo y casi entera. Silencio. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de abono.
Domingo de Resurrección. Corrida de toros. Lleno de «No Hay
Billetes».

Seis
toros de Núñez del Cuvillo. Correctos de presentación, nobles pero faltos
de poder.

José Antonio ‘Morante de la Puebla’. Silencio tras aviso y ovación.

José María Manzanares. Silencio
y ovación tras aviso.

Andrés Roca Rey. Ovación
y silencio.