EL APUNTE

Blanco fácil


jueves 8 junio, 2017

El nombre propio que acomete el robo es o debería ser juzgado, y hoy Las Ventas crujió ante el atraco, el descaro, la violencia en forma de protagonismo de la presidencia

El nombre propio que acomete el robo es o debería ser juzgado, y hoy Las Ventas crujió ante el atraco, el descaro, la violencia en forma de protagonismo de la presidencia

MARÍA FUENTES

La Real Academia de la Lengua Española define robo como un
delito que se comete apoderándose con ánimo de lucro de una cosa mueble ajena,
empleándose violencia o intimidación sobre las personas, o fuerza en las cosas.
El nombre propio que acomete el robo es o debería ser juzgado, y hoy Las Ventas
crujió ante el atraco, el descaro, la violencia en forma de protagonismo y el
rechazo al sentido común de un presidente embustero que se empeñó en ser
protagonista. Que no señores, que no está la Fiesta de los toros para permitirse
estos lujos de ese presidente que se
hace llamar señor y juega con el pan del débil. Pero no, le robó una oreja pero
no pudo robarle la puerta de la gloria porque hoy el débil charro vino a Madrid
a jugarse los muslos sin arrugarse un pellizco porque sabe que el hambre no la
quiere para él.

No se arrugó cuando salió hondo el tercero de Alcurrucén que
se lo pasó muy cerca en las verónicas después de hacerlo romper hacia adelante.
Rodilla en tierra templó las telas, se la ponía baja, cadencia al natural. Suavidad
con la diestra en series de hondura y temple. Madrid con él y la muleta siempre
puesta. Mucha fijeza la del toro y bravo el de Alcurrucén que enloqueció a
riendas del valor sereno del salmantino que lo mató de estocada entera para que
ese bravo animal cayera sin puntilla. A sus pies Madrid, brotó la afición para
puntuar y pidió con fuerza la segunda pero era el turno del palco que se aferró
al empeño de mostrar lo mal aficionado que es negándola. Pero no, hoy Juan no
iba a ser el blanco fácil que ese señor quería, y recibió al cierraplaza con la
raza, la verdad y la entrega de quién tiene todo por ganar, y lo ganó.

Volvió a no arrugarse Juan cuando este también se le frenó
de salida. Fue mansurrón el de Alcurrucén pero fue Juan a por lo que Madrid le
debía. Se la jugó de verdad. Un toro exigente de embestida descompuesta que se
la vio de frente con un charro enrazado que se la dió a media altura recogiendo
las embestidas y con la firmeza que esta plaza reclama, el mismo coso que
enloqueció cuando volvió a matar de estocada entera y sabía que otro loco
saldría hoy en volandas caminito de Alcalá con el alma rota y el corazón
ardiendo sentenciando que no, que ese blanco y oro no iba a ser hoy el blanco
fácil.