JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
Llegaba la corrida de Victorino Martín a la Aste Nagusia en el ecuador del serial este miércoles. Diego Urdiales, Manuel Escribano y Paco Ureña hacían el paseíllo a las seis en punto de la tarde en el Botxo.
Con un peso de 562 kilos salió el primero de la tarde, muy en el tipo de Victorino, al que Diego Urdiales, que recibió una sonora ovación tras el paseíllo por su idilio con esta plaza, no pudo lucir de salida por quedarse corto y debió sacárselo hasta el centro con torería andándole hacia atrás. Quiso darle fiesta el riojano al astado en el tercio de varas para estar en lidiador. Sabía perfectamente el animal lo que se dejaba atrás cuando Urdiales le ponía la muleta, y tuvo que tener plantas firmes el arnedano para intentar alargar los viajes ante un animal zorrón. Nada que hacer. Lo mató con habilidad. Palmas.
Aplaudido de salida fue el segundo de la tarde, número 48, negro entrepelado, con un peso de 561 kilos en la tablilla. Chicharito picó al animal al que quitó Paco Ureña a la verónica. Banderilleó con solvencia y brindó su labor a El Juli, que se encontraba en una barrera. Con embestidas a la defensiva se mostró el cárdeno en el inicio de la faena de Manuel Escribano. Un temple mostró el animal por el pitón izquierdo en la siguiente serie, pero no terminó de redondear la condición del animal. Se alargó, tras aviso, el trance de Escribano con la espada, siendo finalmente ovacionado tras aviso.
“Mohíno” llevaba por nombre el tercero de la tarde, de 572 kilos y de dos pitones bien en alto, un toro al que Paco Ureña dejó decidido varios capotazos pulcros de salida. Mucha fuerza le faltaba a un animal que se cayó hasta en media docena de ocasiones en los dos primeros tercios, pero el presidente lo mantuvo en el ruedo. De frente le planteó el toreo al natural Ureña a un toro al que le dejó sabor y compostura especialmente por ese lado. Fue a partir de la tercera tanda cuando rompió y la fusión matador-animal se hizo dueña de la situación. Sobando poco a poco la falta de fuerzas del cárdeno fue construyendo Paco una obra para el recuerdo de Vista Alegre. En todo el hoyo de las agujas dejó la espada Paco Ureña, cayendo sin puntilla el animal, lo que fue razón definitiva para que el tendido pidiese la oreja para el murciano, concedida por el palco.
Nacido en marzo de 2013 era el “Botijero” cuarto, número 54, un toro en las hechuras de la casa, con las dos puntas hacia arriba. El capote de Diego Urdiales se estiró a la verónica para llegar perfectamente al tendido con el mentón hundido en el pecho y el toreo brotando de sus muñecas. Manuel Burgos se encargó del tercio de varas de un animal que cabeceaba en su peto. Magistral tercio de varas del picador, aplaudido en su despedida del ruedo. Tenía el defecto el toro de perder la composición de la cara a la salida del muletazo debido a la falta de humillación, pero se impuso Urdiales con la sintonía que tenía con Vista Alegre para crujirse en tres tandas al natural. Muy metido en la faena el riojano, fue ese lado izquierdo el preferido para hacer el toreo y llegar arriba. También lo intentó porfiando a diestras, volviendo de nuevo a la mano zurda para imponerse a los defectos del de Victorino. A pesar de pinchar al astado, metió el acero a la segunda para cortarle una oreja con fuerza.
A portagayola recibió Manuel Escribano al quinto del festejo, segundo de su lote, pegándole una larga cambiada entre las rayas del tercio para proseguir a la verónica con el cárdeno. Buen tercio de banderillas dejó el de Gerena, destacando un último par desde el estribo que tuvo máxima emoción. Cuando Escribano tomó la muleta, el animal evidenció la clase que ya había mostrado en los primeros tercios. Por ambos lados dejó su voluntad Manuel, pero sobre todo se quedó en el sitio a diestras para conectar arriba. Fue a partir de esa serie cuando la faena fue in crescendo, que sumado a la gran estocada ejecutada por el sevillano, lo que el respetable hizo que pidiese con fuerza una oreja concedida y una segunda que el palco no otorgó.
También falta de fuerzas en los primeros tercios mostró el sexto, un toro al que picó Pedro Iturralde cuidando su floja condición. Fue devuelto. En su lugar salió un toro con el hierro de Salvador Domecq que no tuvo especial celo de salida por su bruta embestida, en la que lo hacía con todo cuando metía la cara. Sin probaturas comenzó el matador a alargar el viaje del animal en la primera tanda, pero posteriormente se fue aplomado un animal con el que se pegó un soberbio arrimón el murciano. Se alargó todo a la hora de matar y quedó en silencio su labor.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Quinta de la Semana Grande. Corrida de toros.
Cinco toros de Victorino Martín y uno, el sexto bis, de Salvador Domecq.
Diego Urdiales, palmas y oreja.
Manuel Escribano, ovación tras aviso y oreja.
Paco Ureña, oreja y silencio.