MARCO A. HIERRO
"Para mí lo más fácil sería permanecer en la ganadería de mi padre, con un buen estatus y un buen sueldo, y dejarme de líos", afirma Álvaro Núñez Benjumea, "pero entiendo que mi padre tiene razón cuando afirma que no se puede estar con la cabeza en dos sitios a la vez. Por eso he dejado de trabajar con él y me voy del toro, pero volveré, porque es mi vida y mi vocación".
Las declaraciones llenarán de sorpresa los oídos de cientos de miles de aficionados que ponían a la ganadería de Núñez del Cuvillo la cara de Álvaro. Pero será otro Álvaro, sobrino de Joaquín Núñez del Cuvillo, quien se haga cargo de la ganadería a partir de ahora junto con el patriarca. Álvaro, el Alvarito de siempre, el que ha colocado a Cuvillo como emblema de regularidad y calidad, deja la ganadería de su padre por atender sus negocios fuera del toro, pero ya ha comenzado a formar su propia ganadería. "Tengo que agradecerle a mi padre todo lo que he aprendido con él durante todo este tiempo", asegura Álvaro con gravedad, "y haberme dado la oportunidad de convertirme en ganadero. De hecho, le ofrecí la posibilidad de quedarme con él el tiempo que necesitase incluso sin cobrar, pero me dijo que no se puede estar con la cabeza en dos sitios a la vez y tiene razón. Sin embargo, esta es mi vida, mi vocación, y también mi futuro, porque todo eso me servirá ahora para crear mi propia vacada".
De hecho, ya tiene algunas vacas y hasta dónde criarlas. "He apartado una finquita para empezar de cero con unas vacas que le he comprado a Talavante, otras pocas que me ha regalado él y otras que le compraré a mi padre… -le interrumpo para decirle con guasa que a su padre se las comprará con nombre y apellidos. Ríe captando la sorna- Claro, de algo tiene que servir haber estado ocupándome del hierro". Sin embargo, aún no tiene ni toro, aunque sí sabe entre cuáles quiere elegir uno.
Es una aventura. Una nueva andadura en la que el criador de Cacareos, Esparragueros y Arrojados de gloria para el toreo comenzará de cero. Y lo hará, por supuesto, fuera de los focos taurinos, fuera de los grandes circuitos, fuera de la élite ganadera en la que contriubuyó a situar la vacada de su padre. Pero lo hará, eso sí "con el cariño de muchos ganaderos y matadores de toros, figuras del toreo que me han tenido hacia mí palabras que en muchos casos me han emocionado", explica Álvaro, al que la ilusión y las ganas se le notan en la voz. Chisposa. Ambiciosa. Segura de su inmensa afición.
"Me apetece mucho asumir este reto, y pasar por todo el proceso de creación de la ganadería, ahora que aún soy joven, porque estas cosas no se pueden hacer con 60 años, o al menos te cuesta mucho más", asegura Álvaro con seguridad, "pero vamos a ir poco a poco y a ver que pasa…".
Seguir las evoluciones de ese 'qué pasa' será un buen ejercicio -seguro- para ir conociendo las evoluciones de una ganadería de élite desde su propio nacimiento. El ganadero es, sin duda, una garantía.