Profesor JAVIER LÓPEZ-GALIACHO
Es cierto que un arte tan milenario como la tauromaquia ha pasado por épocas muy oscuras, desde un espectáculo que ha sufrido prohibiciones reales o papales hasta desafecciones populares que vaciaban las plazas. Pero lo que resulta incontestable es que la Fiesta nunca había contado con un enemigo tan potente y certero como el que hoy sufrimos: una España interesadamente destaurinizada.
Creo, sinceramente, que la Fiesta va perdiendo por goleada la batalla de la opinión pública y frente a ello solo cabe declarar la guerra. Todo lo que sea armisticio o acercamiento al enemigo tipo Miguel Gila (recuerdan aquello de “oiga, ¿es ahí el enemigo?”), es matar moscas a cañonazos.
No se engañen, el enemigo no son los anti taurinos, siempre organizados, con recursos y sin prejuicios. A mi preocupa mucho más que España ya sea una sociedad destaurinizada y eso a la larga, si nadie lo remedia, tendrá consecuencias nefastas para la viabilidad de la Fiesta.
Si observan detenidamente, y por mucho que nos parezca lo contrario, los anti taurinos han bajado el pistón de sus denuncias, ataques, acosos, o asaltos en las plazas, porque saben que la España taurina es un coche en pendiente que rodará solo unos años más hasta que finalmente se detenga. El trabajo a los anti taurinos ahora se lo hace esta actual sociedad liquida, instantánea, consumista, placentera, tan alejada de los valores que durante siglos sustentaron la España taurina; es decir, aquella sociedad rural en contacto con el animal, con necesidad los toreros de salir de la pobreza, etc.
Mucho se habla hoy de que los jóvenes le han dado la espalda a la Fiesta. Y eso, aunque es cierto, debe matizarse. Por mi experiencia docente, puedo afirmar que los jóvenes de hoy no son contrarios al toreo, simplemente lo desconocen hasta límites hasta ahora insospechados, porque viven en una sociedad donde lo taurino está interesadamente oculto. Les pongo dos ejemplos. No hace mucho, en una clase saqué a relucir a Manuel Benítez “El Cordobés”, la figura más internacional de la Fiesta, y al chequear la cara de asombro del personal al pronunciar su nombre, interrogué a los alumnos si sabían quién este señor. Es triste, pero ni un alumno lo conocía.
Seguimos. Clases de contratos. Contrato de apoderamiento y pongo el ejemplo del torero José Tomás. Aquí estuve a punto de abrirme las venas, pues salvo un alumno en una clase de más de 50 alumnos, nadie sabía quién es la máxima figura de este tiempo en el que viven.
Continúo. Clase de niños de 12 años. “¿Podríais decirme el nombre de un torero?”, pregunto. Levanta un único niño la mano y me responde: “Sí, ese que le salía un cuerno por la boca”. En su mente había permanecido el impacto de lo único que hoy un niño ve en TV sobre tauromaquia, es decir desgracias o tragedias, como la cogida sufrida por Julio Aparicio en la plaza de Madrid o la muerte de Fandiño en Francia o Barrio en Teruel.
¡Pero cómo ha podido cambiar todo en tan poco tiempo! En mi época de niño o joven aficionado, no dabas un paso sin que te rozaras con una España entonces taurinizada. Las secciones de los periódicos dedicaban amplias crónicas a toda la temporada con críticos de la talla de Joaquín Vidal, Zabala, Cañabate, Barquerito, Navalón; las revistas taurinas en peluquerías, en los quioscos; los programas taurinos de radio en hora punta, no como ahora desplazados a las ultimas horas de la madrugada. Y qué decir de TVE con sus más de 30 corridas televisadas por año que llenaban las tardes estivales de muchos españoles con extraordinarios comentaristas como Matías Prats, Pepe Bermejo o José Joaquín Gordillo. Sin olvidar programas semanales televisivos de actualidad como el revolucionario de “Revista de toros” con los jóvenes y combativos Molés y Marivi, ese mismo que terminaría de cerrar un ministro enamorado de la figura máxima de la segunda mitad de los años 80.
Ferias con tertulias tras las corridas con asistencia multitudinaria en las grandes capitales del toreo como Madrid, Valencia, Sevilla, Pamplona o Albacete. Uno recuerda las polémicas de Alfonso Navalón, crítico entonces del Diario Pueblo, en sus tertulias post corrida en el Gran Hotel de Albacete, arrasando de público.
Los bares, tan importantes en la cultura de España, reflejaban esa España taurinizada, con sus carteles anunciadores de festejos en las puertas de entrada a los locales, con cabezas de toros colgadas, con fotos de matadores, autógrafos, y sonando pasodobles. Yo de niño me quedaba absorto ante esa atmósfera.
Un ejemplo de esta destaurinización social de España es la calle de la Victoria de Madrid, antes llena de bares y despachos de localidades taurinas, y ahora calle donde lo taurino es sólo recuerdo para unos pocos que vivimos su esplendor, hoy con bares para guiris o tiendas de chinos.
Y qué decir de aquellos chavales jugando al toro por las calles, plazas o jardines. Esta imagen habitual y pintoresca he dejado de verla hace muchos años. Me emocionó hace un par de inviernos en Panticosa (Huesca) ver a una panda de niños jugando de noche al toro y al torero en la plaza del pueblo. Qué hermoso fue…
Libros y librerías de toros, como la serie de Espasa Calpe dedicada a la tauromaquia con Amorós, Sánchez Vigil, Zumel, o aquella librería de Estanislao Rodríguez en la madrileña calle de San Bernardo.
Y qué decir del cine con sus dos o tres películas al año con temática taurina y protagonizadas por figuras como Paco Camino, Teruel, El Pireo, Martin Vázquez, Antonio Bienvenida, El Cordobés, etc.
A esta destaurinización tan rápida de España ha contribuido un espectáculo que, a pesar de aparecer la cara tragica (Fandiño o Barrio), es hoy en gran medida previsible y falto de emoción. Los aficionados han huido muchos de las plazas. En los años noventa era tarea imposible encontrar un abono en Madrid o en Sevilla, hoy sobran y no se renuevan.
Si al desinterés del aficionado actual se le suma la falta de transmisión del testigo a las nuevas generacional, tenemos un serio problema. A mí y a usted, seguramente que la primera vez que nos llevaron a una plaza fue de la mano de un familiar que amaba los toros. Yo recuerdo a mi tío Eugenio, abonado de barrera del tendido tres de la plaza de Albacete, abrirme hueco en barrera para aquel niño empezará a entender que la vida en serio al asistir a corridas de toros. Sin olvidar a mi tío José María con el compartí cientos de horas de charlas o incluso varias corridas de las que salimos toreando en plazas como Talavera, Belmonte o Albacete, a las que me llevaba.
Recuerdo también de niño encerrarme en la biblioteca de los Paños de la calle Mayor y empollarme en tardes de agosto los primeros volúmenes de la enciclopedia “Los toros” de Cossío.
¿Pero qué nos ha pasado para que todo ese activo de una España taurinizada se haya ido por el desagüe y que sea hoy una seria amenaza el futuro de uno de las más grandes creaciones que ha dado la humanidad como es el arte del toreo, lleno de gestos, anécdotas, bellas artes como la cultura, las pinturas, el cine, la literatura, la confección, o la arquitectura?
Una tauromaquia que es escuela de valores, facultad de vida, dictada desde la ´catedra de su ejemplo por el ultimo héroe romántico del silo XXI, como es el torero. Una profesión que nos ha dejado ejemplos mundiales de resiliencia, de resistencia, como es el caso de Juan José Padilla.
Y solo cabe preguntarse cómo puede revertirse esta situación de destaurinización social de España o de países en otro tiempo tan taurino como Méjico. Difícil pero no imposible.
Reflexionando me surgen algunas medidas concretas:
1.- El animalismo solo se vence con más animalismo. Es decir, hay que explicar contundentemente el hecho que, si un día la Fiesta se prohibiera o desapareciera por falta de “clientes”, también lo haría el toro, una especie bovina única en el mundo, pero además como ha reconocido el consejo mundial de veterinarios, una raza singular dentro de la cual se abren cientos de líneas con diversos encastes. Es un animal único que a su vez ha generado muchos otros únicos.
En esta línea habría que incidir en los estudios de que el toro no sufre en la plaza, no solo porque como animal carece de conciencia, sino porque se ha demostrado que el animal en la plaza exuda una serie de hormonas que bloquean los neurotransmisores del posible dolor.
Deberían hacerse campañas publicitarias, por muy impactantes que sean, para que se compruebe que la vida del toro en libertad durante cuatro años y 20 minutos lidiándose en la plaza, compensa antes que la muerte en mataderos con pistolas de gas, electrodos o apuntillamiento, como tantas vacas, pollos, corderos, cerdos, etc., esos que engordan el colesterol de muchos anti taurinos.
La campaña de publicidad debería ser encargada a uno de los grandes creadores publicitarios y emitirla en prime time en televisiones y también en redes sociales.
Convencer, así pues, con argumentos ecologistas y animalistas. Jugar con fuerza en su terreno. Demostrar que no somos maltratadores sino preservadores. No queda otra: reforzar el ecologismo de la Fiesta.
2. Formar un grupo de speaker o comunicadores que, en nombre del sector, defiendan los valores de la Fiesta en medios de comunicación.
3. Inventariar las plazas de toros. Blindarlas desde el punto de vista arquitectónico las que tengan interés y declararlas bienes materiales de la Humanidad por la UNESCO. Hacerlas cómodas, accesibles, puestas al día, pero sin perder el mito de lugares de rito civil. No puede valer un tendido 75 euros, como este agosto en Huelva, sin estar pintado ni el número de localidad, sentándose en una piedra que arde, o colocarse solo sin que un mínimo acomodador te acompañe a la localidad o te mueras de sed porque no pasa ni un vendedor de agua.
4. Apartarse el sector taurino de aquellos encierros en la calle o corre bous donde el toro esté en desventaja o se le humille.
5. Encargar un libro sobre historia didáctica de la Fiesta que sirva de propaganda de sus méritos y valores, y que pueda ser de vehículo a nuevos aficionados, sobre todos los más jóvenes.
6. Acercar la Fiesta a escuelas y universidades para captar el interés de la infancia y juventud y hacerles partícipes de la historia y valores de la tauromaquia. Menos declaraciones fatuas de apoyo a la Fiesta y más gestos reales.
7. Inventariar todas las personalidades de la sociedad que en el pasado y en la actualidad se han mantenido o se mantienen interesados por la tauromaquia. Hay muchas, muy potentes, pero desconocidas. ¿Sabía usted que el actor catalán Eduard Fernández es un apasionado de la Fiesta?
8. Compendiar las mejores frases, reflexiones o pensamientos dedicados a la tauromaquia para generar un anecdotario o telling story de la Fiesta.
9. Generar el gran portal digital “Paquiro”, donde se vuelquen y estén a disposición en cualquier lugar del mundo, todos los contenidos literarios, plásticos, musicales, cinematográficos, teatrales, dedicados a la tauromaquia.
Aquí también se volcarán las mejores fonotecas o videotecas dedicadas al toreo, sus figuras, faenas, entrevistas…
10. Creación del museo nacional y centro internacional de interpretación de la tauromaquia en Las Ventas de Madrid
11. Fortalecer las corridas y festejos menores en los pueblos, fuente de siempre de buenos aficionados, con rebaja de honorarios por las figuras y ganaderos, etc.
12. Crear un lobby parlamentario nacional y europeo para fomento protección y difusión de la Fiesta.
13. Abrir las dehesas y ganaderías para demostrar el bienestar del toro, y la protección ecológica de miles de hectáreas dedicadas a la ganadería extensiva.
14. Vuelta de los toros a TVE: programa semanal renovado, información taurina en telediarios en los meses de mayo a octubre.
15. Agilizar el propio espectáculo taurino por dentro. Es muy lento y demasiado pausado con muchos tiempos muertos. La rapidez social va por otro sitio. Ya no se aguanta que la lidia de un toro dure media hora, Repensar la lidia sin tocar su esencia. También abaratar costes. Un ejemplo: hoy dos picadores por cuadrilla que no tiene sentido.
16. El espacio verde “El Batán” de Madrid debe ser recuperado para centro de interpretación del toro de lidia. Los toros indultados podían ser expuestos en “El Batán” para ser admirados por los aficionados mientras que se recuperan.
17. Los toreros deben volver a cruzarse con el pueblo. Últimamente hay que pasar mil filtros para acercarse o rozarse con un torero. Están aislados. Hay que hacer que la gente vuelva a los toros y los toreros deben dejarse ver cómo los últimos románticos de la sociedad.
18. La Fundación del Toro de Lidia. Creo que puede hacer un gran papel con una persona como presidente, respetada y querida, como Victorino Martín hijo, y necesita un staff apasionado por la Fiesta, con ideas, nuevas formas de patrocinio, etc.
Muchas de estas medidas deben ser implantadas por la Fundación.
19. El fútbol se ha organizado a través de una Liga de Fútbol Profesional, quizá sea el momento de crear una institución parecida para el mundo del toro, que lo cuide, lo profesionalice, le dé consistencia y asegure su viabilidad en el futuro.
20. Pero todas estas medidas son imposibles si no se produce una gran sentada de todo el sector taurino con implicación de aficionados para saber cuáles son los riesgos, las debilidades, las oportunidades y las fortalezas de la Fiesta.
En el fútbol tenemos otro ejemplo a imitar. Luis Aragonés revolucionó el juego de la selección española y creó un nuevo modelo de futbol en España, tras una gran sentada de todos los implicados y debido al fiasco de la Eurocopa de Portugal de 2004. Gracias a ello, cuatro años más tarde, ganamos dos Eurocopas y un Mundial de fútbol.
Dice el viejo refrán castellano que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Durante siglos no se entendió una fiesta o feria de cualquier pueblo de España sin un circo ambulante. Hoy prácticamente han desaparecido todos los circos por la presión de ayuntamientos o comunidades, quienes antes cedían suelo o lo subastaban para instalar sus carpas, o bien por la falta de interés de un público ahora más pendiente de móviles o redes sociales.
Por qué no pensar que un día a la Fiesta le puede llegar también su puntilla como al en otrora potente sector circense.
Es de inteligentes, pensar y actuar desde una estrategia. Aún estamos a tiempo. Mañana solo nos lamentaremos de lo que pudimos hacer y no hicimos. Hoy, querido lector, ya es tarde.