MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ Y @LaPlazaMexico
A cara de perro en un nuevo gesto de El Juli era el que este domingo planteaba la Monumental Plaza de toros México en un cartel bien rematado junto a Sergio Flores en mano a mano. Se lidiaban toros de Teófilo Gómez.
El primero de El Juli, con la presencia muy justa, tampoco tuvo el fuelle para tirar cohetes. Mansurrón y sin raza, resultó un enemigo anodino para el poder de Juli, que tuvo que adaptar su tauromaquia a las carencias del feble animal. Ofreció muletazos sueltos de gran estética, pero faltó la profundidad por incomparencencia del toro. Palmas.
El segundo fue muy protestado por su falta de trapío y de decoro para esta plaza. Y tampoco resultó el toro un dechado de virtudes, por lo que la porfía constante de Sergio Flores con el semoviente terminó en pitos.
También el tercero salió con las hechuras justas y la cara lavada, pero este al menos se fue con transmisión detrás del capote de El Juli, que le echó el pecho encima con convicción y remató con una media de buen trazo. Pero ya acusó la falta de raza el cárdeno en el quite por chicuelinas de mucha suavidad de Julián. Tuvo cierta voluntad el animal de perseguir, cansino, el trapo con humillación, pero le faltó la bravura para otorgar más importancia a los naturales que propuso El Juli tras los péndulos del fulgurante inicio. A menos se fue luego el trasteo, con la figura gigante de Julián viendo cómo se le quedaba chico el semoviente. Varios pinchazos certificaron el silencio.
El cuarto quiso emplearse con voluntad en el capote que manejó con tersura y con destreza el mexicano Sergio Flores en verónicas de mucha suavidad, media ralentizada y larga de empaque. Pareció que iba a embestir el cuarto de corrida, pero fu un espejismo, porque pese a tener mejor condición que sus hermanos, también tuvo menos presencia y la fuerza justa para mantenerse en pie mientras no hubiera esfuerzos. Con esos mimbres, Flores compuso siempre el toreo, buscó la colocación y la altura justa para que durase el animal, pero su buena técnica no fue premiada porque faltó la más mínima emoción.
Con el quinto, el último de su lote oficial para intentar el triunfo, sacó la cadencia y el ritmo El Juli para torear con el capote en verónicas muy bien dibujadas, pero cuando llegó el animal a la muleta ya no tenía espíritu ni para mantenerse en pie. Por eso anunció Julián que regalaba un toro y lo demás fue pasaportar al semoviente con la mayor brevedad posible.
El sexto, además de esmirriado, era feo de solemnidad. Agalgado, despegado del suelo, lavado de cara, degollado de papada y arrastrando los cuartos traseros en los lances que le proponía Sergio Flores con mucho empeño. Y fue devuelto durante el tercio de varas. De Bernaldo de Quirós era el sobrero, más rematado que los anteriores, pero sin grandes dispendios, y con el freno de mano desde que salió del remate capotero de Sergio Flores.
También el toro de regalo de El Juli lucía el hierro de Bernaldo de Quirós, y algo más de remate y de cuajo que los anteriores. También pareció moverse en los primeros compases, con larga cambiada de rodillas en el tercio y directamente chicuelinas para que no hubiera dudas. Lopecinas de embroque apuntalado le sopló Juli al animal mientras la plaza entera lo coreaba. Fueron las primeras tomas de contacto de una faena entregada en la que Julián vovlió a someterse a la comunión con La México. Poderoso y templado, supo el madrileño aplicarle pulso a la embestida con ritmo y supo extraer las embestidas buenas con la sabiduría que dan 20 años conociendo a la plaza. Buena fue la estocada y dos las orejas que paseó Julián, cambiando el sino de la tarde.
El regalo de Sergio Flores llevaba el hierro de Santa María de Xalpa y lució cierto trapío y mucho más cuajo que los demás de su lote. Aplicó el tlaxcalteca el mismo remedio que Juli para la noche, y recibió con chicuelinas el ímpetu del animal para quitar luego con chicuelinas y tafalleras, llegando siempre a la conexión con el tendido. Y para él fue el brindis, buscando la comunión plena y apostando por la movilidad del negro toro en los medios, esperando la llegada para pendulear el inicio. Media distancia después, trapo al morro y trazo firme, seguro y templado, para no fallar, con la muleta a media altura y el deseo puesto en que no se parase el animal, porque hizo amagos feos en las primeras tandas. Y terminó por perder gas, pero fue entonces cuando decidió Sergio que allí mandaba su bragueta, atornillando los pies y haciendo que bailase el toro alrededor, y en una pasada imposible llegó la voltereta espectacular. Enrzado, le ofreció al manso el terreno de tablas para crecer allí en cada pasada del de Xalpa. Concluyó con bernadinas de entrega total y total exposición y una estocada que provocó su salida junto a Juli por la puerta grande por las dos orejas del animal.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros Monumental de México. Segunda parte de la Temporada Grande Internacional. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada en el numerado.
Cinco toros de Teófilo Gómez, de escasa presencia y desigual juego; dos de Bernaldo de Quirós (sexto y ´septimo) y uno de Santa María de Xalpa (octavo). Falto de raza pero noble el primero; deslucido y sin entidad el segundo; lavado de cara el humillador pero desrazado tercero; escurrido y con voluntad de seguir trapo el inválido cuarto; sin espíritu ni un mínimo de transmisión el quinto; devulto el sexto por falto de trapío, renuente y deslucido el sexto bis; con movilidad y transmisión el séptimo, de regalo; con movilidad y chispa el octavo, de regalo.
El Juli (grana y oro): palmas, silencio, silencio y dos orejas.
Sergio Flores (grana y oro): pitos, palmas, silencio y dos orejas.