EL TENDIDO DE LOS SASTRES

¡Viva el toreo!


lunes 16 abril, 2018

Mi tío, maestro escuela, humanista y mago, era un hombre bueno en el sentido machadiano y procuró durante toda su vida enseñar a ser bueno desde el ejemplo de su propia bondad.

Mi tío, maestro escuela, humanista y mago, era un hombre bueno en el sentido machadiano y procuró durante toda su vida enseñar a ser bueno desde el ejemplo de su propia bondad.

FRANCISCO MARCH

El pasado fin de semana fallecía en Barcelona un familiar,  muy presente en toda mi vida. En la ceremonia de despedida sus hijas, mis primas, mencionaron que, después del tiempo que llevaba luchando contra la enfermedad, siempre pendiente de las corridas por televisión ahora que en su, mi, tierra nos lo niegan, el pasado Domingo de Resurrección dijo que no la vería. En ese momento comprendieron que el final estaba muy próximo.

Mi tío, maestro escuela, humanista y mago, era un hombre bueno en el sentido machadiano y procuró durante toda su vida enseñar a ser bueno desde el ejemplo de su propia bondad. Todos cuantos lo conocieron, su familia, sus alumnos, lo saben y en la citada ceremonia fue el leit motiv de todas las conversaciones y de lo que en alta voz se dijo. 

De entre lo que se dijo, resonó alta y fuerte su condición de aficionado a los toros. 

Entre las más de trescientas personas que allí estabamos, no creo ( y ojalá me equivoque)  que los taurinos pasáramos de la media docena. Y, siendo así, ¿ cómo se entiende que puesta la tauromaquia – según el signo de los tiempos y la manipulación política y mediática- como ejemplo y raíz de maldades varias, un hombre bueno se reconozca en ella?

En todo ello pensaba (no me lo quito de la cabeza) mientras  El Juli, enorme,  indultaba un gran toro de Garcigrande y la Fiesta se hacía ejemplo.

Seguro que mi tío ha seguido muy atento y contento la corrida allá donde se juntan los buenos tras su paso por aquí.

Y, como hizo ( de los primeros, junto a mí) aquella tarde  de «Idílico» y José Tomás en la Monumental habrá sacado su pañuelo blanco para pedir el indulto de «Orgullito».

¡Va por ti, Martín!