LA CRÓNICA DE MADRID

Cuando pintan bastos


martes 29 mayo, 2018

Una ovación para cada uno de los toreros actuantes no salva una tarde que terminó cayendo en el tedio

Una ovación para cada uno de los toreros actuantes no salva una tarde que terminó cayendo en el tedio

Madrid 29 mayo from Cultoro TV on Vimeo.

TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

La vida no suele ser un camino de rosas cuando pintan bastos. Más que un palo de la baraja española, los bastos hoy fueron seis toros de Torrehandilla y Torreherberos que debutaban en Las Ventas con un encierro solo parejo en una cosa: que eran muy bastos. Y hasta el feo saobrero de Virgen María que salió sexto fue basto de pinta. Porque hoy pintaban bastos.

Pintaban para todos, pero unos lo notaron más que otros. El que más, Álvaro Lorenzo, que se llevó el calor de Las Ventas en una ovación inicial, porque conviene que la plaza no pierda su memoria y tal vez así tampoco extraviará su identidad. Cierto es que el manchego no fue hoy el torero de abril, pero no lo es menos que se lo pusieron difícil dos toros bastos y grandones que resultaron enemigos del torero y del espectáculo. Uno, el tercero, por carente de fondo y excesivo en la baba. El otro, el feo sobrero de Virgen María que hizo sexto y fue tan mentiroso que exhibió hasta clase hasta llegar al embroque y se entretuvo con cualquier cosa para no redondear los finales. Saludó Álvaro la última ovación de la tarde después de limpiar embestidas hasta extraer casi con sacacorchos una serie honda al natural, pero no es ese el toro que busca Madrid, y aquí tampoco son de buen gusto los bastos.

Tampoco cuando tienen posibilidades, aunque luego aplaudan los despojos por haber atisbado que tal vez ofrecieran premios mayores. Mayores que las dos ovaciones que saludaron Galván y Luque con otros dos toros de claras opciones de tocar pelo. El sevillano, con el primero, que soltaba la cara de forma ostensible pero que obedecía a toques y trapos de la misma forma. Con esa misma movilidad ha valido para cortar orejas en esta feria, porque ese –el que se mueve, da igual cómo- es el toro que emociona en Madrid. Y si tira bocaos, más. Pero vale con soltar la cara. Luque, sin embargo, que atisbó tarde la veta del oro en el basto Torrehandilla, utilizó su oficio y su técnica en vulgarizarse tanto que no empezó a torear hasta que sonó el aviso. Pero la serie diestra y el cambio de mano, que debieron ser inicio de cualquier cosa, ya no colaron en el final. Sobre las luquecinas y su ejecución de culo fuera habría que hablar muy en serio, pero son de su invención y en otras plazas son muy rentables.

Aquí no, porque esta plaza es clara en sus apreciaciones y en las pasiones a las que se abandona. La más clara, que muere por abajo. Dicho está ya en varias crónicas en este medio. Tan por abajo que le sonó obsceno al tendido que aliviara al colorao cuarto con una media altura liviana y triste después de haberle coreado una tanda de rastrera mano derecha. Y un inicio de anunciar apuesta, con la pedresina marcada, los estuarios dejando llegar la punta del pitón a los hilos de corinto y un excelso desdén en el que –lejos de empezar- todo murió. Porque de allí para adelante ya nada fue superior. Y cuando llegó el momento de la mano izquierda se le había acabado el toro. Las chicuelinas del saludo y las del quite, toreadas éstas y de compás abierto, ya se habían olvidado cuando se enfadaron con lo que ocurría en el ruedo. Pero ovacionaron al toro, pese a todo lo basto que fue.

Porque hoy pintaron bastos para tres toreros que buscaban los oros. Y eso que funcionaron las espadas, pero no es el resultado de ninguno de los anunciados –toreros y ganado- lo suficientemente bueno como para celebrarlo de copas. Aunque no es tan malo el resultado como la visión global que se lleva alguno.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Vigésimo segunda de la feria de San Isidro. Corrida de toros. Dos tercios de entrada en los tendidos.

Cuatro toros de Torrehandilla (primero, segundo, tercero y quinto), dos de Torreherberos (cuarto y sexto) y uno de Virgen María (sexto bis), bastos en general, serios y cuajados de caja. De acusada movilidad y cara suelta el obediente primero, aplaudido; de franqueza y claridad en la embestida sin repetir el segundo, aplaudido; de buen aire sin fondo alguno el noble tercero, muy a menos; soso y sin sustancia el noble cuarto; de gran entrega y escasa duración el enclasado quinto, ovacionado; devuelto por inválido el jabonero sexto; humillado pero mentiroso el basto sexto bis.

Daniel Luque (ciruela y oro): ovación tras aviso y silencio. 

David Galván (corinto y oro): ovación y palmas. 

Álvaro Lorenzo (tabaco y oro): silencio tras aviso y ovación tras aviso.