AL NATURAL

Y Diego llegó a torear


lunes 6 mayo, 2019

El arnedano demostró en Sevilla cómo anda un sistema en el que, pese a protagonizar el hito de 2018, pese a hacer el toreo como algunos sólo teorizan, no tiene asegurada su presencia en las ferias

El arnedano demostró en Sevilla cómo anda un sistema en el que, pese a protagonizar el hito de 2018, pese a hacer el toreo como algunos sólo teorizan, no tiene asegurada su presencia en las ferias

TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOS: PÀGÉS

A Diego a estas horas le deberían estar haciendo la ola los jerifaltes del negocio en el que le cuesta navegar por no adocenarse ni prostituir su toreo. A Urdiales tenían que llevarlo a hombros por las calles por mantener el interés de una corrida boba que ni de baba fue capaz de ser. El hierro de Juan Pedro llevaba la boba, que es tal vez quien más hechos históricos tiene a sus espaldas, pero el bravo es otra cosa distinta de lo que echó hoy en el Baratillo. Y no tiene baba.

Tiene emoción, duración, entrega, humillación, ritmo, raza e importancia, virtudes todas que le hubieran venido de perlas a Diego el de Arnedo, el que vino a torear al cartel que suele ser de ya veremos. Él no se lo puede permitir. Después de 20 años de matador, de 20.000 tracas con todos los encastes, todos los públicos, todos los secretos de la lidia en conocimiento para sobrevivir y el calor del aficionado más purista, a Urdiales no le queda otra que salir a torear. Al bueno, al malo, al regular o al buey Apis que le salga por chiqueros, porque a Diego siempre le tocan dos. Y ya dirán ellos lo que tienen dentro, pero no hay más. Por eso tampoco hay más que torear.

Lo bueno es que como torea Diego muchos sólo pueden teorizar. Tampoco habría mucho que preguntarle a él, porque no piensa el toreo, le brota de lo más profundo del ser. Por eso muchos no lo entienden. Porque lo haga o no lo haga, siempre propone el toreo que siente. Lo demás no sirve. Como no sirve contagiarse de la línea cuando entra algún día afortunado en algún cartel de figuras. Diego llega a torear o no llega. Y luego ya veremos cómo se le da. Por eso tampoco es cómodo de compañero.

Y digo todo esto en una tarde en la que Morante soltó las muñecas a pasear para dejar cuatro verónicas de templado cincel. Una tarde en la que echó abajo el pico de la muleta y se dedicó a enganchar para que la embestida luciese. Porque ha tenido ambición Morante en esta feria, y eso ya es -buena- noticia en un escalafón cada vez más ayuno de inspiración verdadera. Esa también la tiene Manzanares, pero no estaba en mayo en las condiciones de otros abriles. A pesar de que a medio gas tenga más tauromaquia dentro que otros comprándola por arrobas.

A torear vino Diego, dicho está, porque no le queda otra. Porque se siente orgulloso de decir que no cuantas veces le falten al respeto, como debería hacer cualquier matador. O es DIEGO URDIALES, o no es nada. Porque ha decidido que va a morir con su concepto y estará bien si eso termina ocurriendo mañana. De esa forma no correrá el peligro de adocenarse para buscar migajas…