LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Las puntillas del refajo


martes 11 junio, 2019

Cristian Escribano se encuentra con una brasa de bravura llamada Carasucia mientras Robleño se muestra impecable con su lote e Iván Vicente saca autosuficiencia

Cristian Escribano se encuentra con una brasa de bravura llamada Carasucia mientras Robleño se muestra impecable con su lote e Iván Vicente saca autosuficiencia

TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Carasucia. Un toro bien hecho, el mejor de la corrida. Un animal de baja cruz, seria expresión, peso justo –para ser Santacoloma- generoso pitón sin estridencias y mano corta. Con armonía y reunión en su conformación física. Y bravo. El más bravo que ha salido este San Isidro hasta la fecha. Ese toro, regalo envenenado de Valdellán para aquel que no fuera consciente del bagaje que le faltaba, lo enlotó Cristian Escribano y lo echó en tercer lugar sin saber entonces que iba a ser quien le descubriera las puntillas del refajo.

Porque se ha dicho bravo y bravo fue, que no fácil. Ni cuando la legión de seguidores del de Getafe le coreó los extraños delantales muñequeados con los que saludó al de Valdellán, ni cuando se le fue con el morro por el suelo tras los doblones del inicio muletero, ni cuando se negó a caer tras varias puñaladas de reyerta –estocada no hubo ninguna- haciendo temer por el sonido del tercer aviso, dejó el animal de ser bravo. Hasta el punto de que honró Las Ventas sus restos en ovación ritual y solemne desde antes de que salieran las mulillas hasta que desapareció, camino del desolladero.

Con él se confió Escribano, que llegaba con el bagaje exiguo y la confianza engañosa del que se ve con una oreja en la confirmación y una vuelta en la siguiente tarde las dos únicas veces que pisa Madrid. Y este ruedo hay que temerlo porque aquí están tus fantasmas, tus ilusiones y tu futuro. Y hasta las puntillas de tu refajo si te sale un Carasucia. Y a la humillada movilidad del Valdellán, le quiso apretar Escribano.

Quiso porque era su obligación, porque debía exigir algo más que líneas rectas y galope al hechurado ejemplar. Pero fue bajar la mano hasta el límite de la estética y saltar el resorte de Carasucia para empezar a embestir. Profundo, humillado, entregado, buscando lo que hubiera detrás del trapo rojo, pero con la fijeza y la chispa del que no cejará en su empeño. Y Cristian pasaba de buscar el toreo largo a intentar amainar el torrente y a despachar como podía el aluvión de embestidas que le sacaban el bofe. Le faltaron entonces el centenar de corridas que no ha matado aún para soportar el chaparrón sin ensuciar las puntillas. Porque tuvo una oreja cortada, luego se emborronó la obra y más tarde se arruinó, todo en menos de un cuarto de hora. Tiempo suficiente para que hubiese sonado un tercer aviso que Rafael Ruiz –con mucha sensibilidad- le perdonó. Y ahora el refajo le aprieta.

Como le ha apretado en muchas ocasiones a Fernando Robleño, por motivos bien distintos, y hoy se le ve de su menuda talla, porque es casi imposible que no esté impecable el de San Fernando de Henares. Así fue con el correoso primero, que se quería venir por dentro a nada que se confiaba Fernando y lo tenía todo guardado para cuando te intentaba echar mano. Y así fue también con el pegajoso cuarto, desordenado en sus acciones, sin entrega más allá del gobierno de Robleño y de los derechazos que aún consiguió soplarle a pesar de su falta de celo. Y así se lo reconoció Madrid en forma de ovación, porque Fernando es bienvenido en este foro.

También lo es Iván Vicente, pero con otros argumentos y otros actores. Hoy sólo tuvo una bala y fue ésta de apuesta para uno más joven y que sepa menos. Uno que le importe menos las llegadas por dentro, las incómodas miradas y el aviso constante de hule para el que quisiera cruzar la raya. Era de apuesta ese quinto, y de hambre. Pero Iván vino a torear.

Como quieren venir todos cuando les va justo el refajo, pero luego hay que salir indemne cuando se ven las puntillas. Y hoy el que salió sin mácula y con el cariño ganado fue el hierro de Valdellán, con el que ya ha intercambiado las señas la conspicua afición venteña. Hay nuevo hierro favorito en esta corte.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Vigésimo novena de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 13.988 espectadores. 

Seis toros de Valdellán, desiguales de presentación y tipo, correctos en general. Reservón y correoso el primero; orientado y por dentro el segundo; emotivo, entregado y profundo el bravo tercero, fuertemente ovacionado en el arrastre; pegajoso sin entrega ni celo el desordenado cuarto; con empuje y movilidad sin ritmo el aprovechable quinto; pasador sin gran calidad el larguirucho sexto.

Fernando Robleño (grana y azabache): palmas y ovación. 

Iván Vicente (grana y oro): silencio y silencio. 

Cristian Escribano (azul rey y oro): silencio tras dos avisos y silencio.