MADRID

Alcurrucén echa media bala y Ferrera la dispara


viernes 7 junio, 2019

El veterano se queda a las puertas de cortar una oreja del primero, el único toro que valió de un deslucido encierro. Urdiales deja retazos artísticos ante el quinto y Marín pecha también con lo peor

El veterano se queda a las puertas de cortar una oreja del primero, el único toro que valió de un deslucido encierro. Urdiales deja retazos artísticos ante el quinto y Marín pecha también con lo peor

TEXTO: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

La segunda corrida de Alcurrucén llegaba, en la tarde de este viernes 7 de junio, a la plaza de toros de Madrid para la vigésimo quinta de la Feria de San Isidro. Antonio Ferrera, Diego Urdiales y Ginés Marín hacían el paseíllo.

«Zambombo» llevaba por nombre un colorado primero que no rompió hasta que Ferrera le plantó la muleta por la mano izquierda. Y tuvo transmisión y chispa por ese lado un toro al que supo estructurar perfecto en terrenos y distancias el extremeño, combinando con torería su proposición y llegando con fuerza a Madrid su toreo. Porque lo hizo y cómo al natural Antonio… aprovechando el terreno en el que menos molestaba el viento y el motor del de Alcurrucén, llenando de expresión y plasticidad cada momento, impregnando de momentos geniales su labor incluso con la mano derecha sin estoque. Al encuentro fue la estocada, que cayó un punto baja, pero caló la actitud del veterano diestro. Ovación tras petición. 

«Socarrón» llevaba por nombre un segundo que tampoco rompió de salida y que hizo hilo a los hombres de plata en banderillas. Con las manos por delante, con medias embestidas, con la cara alta y con tornillazos fue la embestida de un animal con el que sólo pudo porfiar Urdiales para quedar correcto. Mató de estocada fulminante antes de ser silenciado. 

Protestado por su presencia fue el bajo tercero, primero del lote de Ginés Marín, un animal muy flojo en el tercio de varas y que puso a la contra al tendido, que quería cambiarlo. No lo hizo el palco. Ya en faena, Marín se topó con un animal con retazos de calidad pero sin fuerza. Ahí rascó como pudo el concepto de Marín, que mató de estocada trasera. Silencio.

Con la cara altísima embistió de salida el segundo del lote de Ferrera, un girón que finalmente no rompió en las telas de Antonio. Lo intentó por ambas manos el torero, que dejó detalles muy toreros al doblarse. Silencio finalmente tras matar defectuoso.

Tres verónicas de buen trazo dejó Urdiales al quinto en el quite, un animal frío como sus hermanos de inicio y que no le repetía en las primeras series al riojano. Apagado fue un animal al que dejó retazos artísticos de su gran toreo, pero sobre todo lo que más destacó fue una enorme estocada que hizo a Madrid aplaudir de verdad. Tardó el toro en caer, marrando un puntillero que lo levantó. Silencio tras dos avisos. 

Se le fue a toriles el sexto  a Ginés Marín y nada pudo conseguir el joven. Toda la plaza se recorrió el torero tras el animal, matando de media estocada efectiva. Silencio. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Vigésimo quinta de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 22.430 espectadores.

Cinco toros de Alcurrucén, bien presentados en general, y uno de El Cortijillo (cuarto). Con transmisión y chispa el aplaudido primero; con la cara siempre alta un deslucido segundo de media embestida; con retazos de calidad pero sin fuerza un tercero muy protestado por baja presencia; deslucido un cuarto a menos; apagado un quinto muy a menos; manso de libro el sexto.

Antonio Ferrera (turquesa y oro): ovación y silencio.

Diego Urdiales (gris plomo y oro): silencio y ovación. 

Ginés Marín (verde hoja y oro): silencio y silencio.