HERRERA DEL DUQUE

La épica de Montero y la lírica de Diosleguarde construyen la mañana


domingo 15 noviembre, 2020

Tres y cornada y dos orejas se repartieron los novilleros de un variado encierro de El Pilar con un excelso primer utrero

Tres y cornada y dos orejas se repartieron los novilleros de un variado encierro de El Pilar con un excelso primer utrero

MARCO A. HIERRO

La localidad pacense de Herrera del Duque acogía, en la mañana de este domingo día 15 de noviembre, la segunda de las novilladas de la Gira de Reconstrucción que debieron trasladarse desde Fuengirola hasta este coso por la situación sanitaria. Se lidiaban novillos de El Pilar para Francisco Montero y Manuel Diosleguarde -en sustitución del convaleciente Fernando Plaza-. 

Y fue toda una declaración de intenciones el recibo de Montero al abreplaza, quieto como un poste en los medios, con el capote a la espalda y pegando gaoneras abrochadas por una larga cambiada de rodillas. Fulgurante. Igual que su inicio de rodillas en los medios, ya con la muleta en la mano, aprovechando para enseñar alardes ante la enclasada y noble llegada del de El Pilar, lleno de ritmo mientras no llegaba a tocar trapo. Quiso decir mucho en poco rato Francisco, y se embarulló un tanto la estructura por momentos, dada la clase del animal. Un final por bernadinas sin ayuda, cambiando el viaje, puso el colofón a una faena pensada ara dejar los golpes de efecto en momentos clave de la lidia. Un pinchazo y una estocada dejaron el premio en una oreja.

El segundo de la mañana remató con los dos pitones en el callejón nada más salir y cayó seco. Apuntillado en el ruedo, hubo de salir el sobrero, del mismo hierro, descompuesto en el capote de Diosleguarde por la escasez de fuelle que manifestaba. Y fue esa blandura la que propició que se escapase José Andrés Gonzalo indemne de la cogida que sufrió en banderillas. Con la muleta demostró Manuel su técnica al conseguir afianzar poco a poco la condición del utrero hasta que su poder se fue incrementando en cada tanda. Más recorrido a diestras, con el gusto siempre or bandera en su actitud vertical. Solventó con buena nota los problemas que le planteó el animal el charro, que dejó una gran estocada y paseó también un trofeo.

Al tercero, con cuajo y poder, lo fue a recibir Montero a los medios en una larga cambiada manejando el capote de paseo. Hasta dos le logró dar el novillero al de El Pilar antes de que lo arrollase en una paliza tremenda. Se rehizo Montero y se hincó con raza para soplarle tafalleras, de más quietud que limpieza, pero escaparates de la garra del coleta. Pronto marcó el animal la tendencia a vencerse por el pitón izquierdo, dificultando el tercio de banderillas. Hasta el punto de echarle mano a Ignacio Martín, en un topetazo formidable contra las tablas. Mucha decisión tuvo Montero para irse a enfrentar con la embestida recta y difícil del raboso, con el que tuvo el acierto de imponerse pronto con la mano abajo para que el novillo acometiese mejor . Aún así, no era el primero, y en una colada se echó a los lomos al torero, que volvía a la cara herido y sin chaquetilla para mostrar su bravura ante el exigente pilarón. Lo mató de un espadazo y recogió el cariño del tendido en forma de dos orejas. 

Al cuarto, otro novillo con trapío y presencia, le templó los lances con mucho gusto Manuel Diosleguarde, echando el capote con mucho sentido y rematando con compás. Brillante el charro en su primera intervención del último acto. Lo brindó al público y se plantó en los medios para enseñar que él también tiene las ganas y el arrojo, pero elige otras armas. Con ellas intentó templarse con la embestida de clase del castaño, que se volvía larga y humillada cuando la zurda marcaba correcto el diapasón. Y entonces llegaba el toreo que transmite y que llega incluso a ser profundo con un novillo que castigaba los errores descomponiendo su actitud. Hubo una serie con la derecha de grandísimo calado, pero también desacoples y algún destemple que afearon una labor en conjunto buena. Terminó haciéndose con el ritmo del raboso, Manuel, y en alza estaba el trasteo cuando dejó un espadazo desprendido que dejó su premio en una oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Herrera del Duque, Badajoz. Gira de Reconstrucción. Novillada picada. 

Novillos de El Pilar. Enclasado y con ritmo el humilllador y buen primero; apuntillado el segundo en el ruedo por descordarse contra las tablas; noble pero justo en el fuelle el segundo bis, con fondo; exigente y con teclas el cuajado tercero; bravo y con importancia el exigente cuarto.

Francisco Montero, oreja y dos orejas

Manuel Diosleguarde -en sustitución del convaleciente Fernando Plaza-, oreja y oreja