EL TORO DE LA MERIENDA

Les damos razones


viernes 28 febrero, 2020

Lo peor de lo que pretende conseguir Morante con la reducción de la puya es que este puede ser un precedente que dará razones a los políticos para justificar el fin último de la lidia.

Lo peor de lo que pretende conseguir Morante con la reducción de la puya es que este puede ser un precedente que dará razones a los políticos para justificar el fin último de la lidia.

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

Informa Zabala que Morante ha solicitado en su presencia en Jerez que la corrida se celebre con unas puyas especiales con las que el toro sangre menos, aunque para eso hace falta un permiso de la Junta de Andalucía. Sobre las puyas actuales, como tantos ganaderos, Morante cree que sangran demasiado a los toros. Y por eso en Jerez, según informa el periodista, José Antonio quiere sacar adelante ‘las suyas’.

Esto no es más que dar razones al enemigo: dar un solo paso atrás en el espectáculo íntegro de la lidia supone retroceder un escalón que será imposible de volver a subir. Y lo peor es que puede ser un precedente que dará razones a los políticos para justificar el fin último de la lidia. Y esta fiesta manchada moralmente (mucho) de vida y muerte no puede dar ni un solo paso atrás.

No lo puede dar ahora porque, a pesar de la incomprensión social del arte más puro del siglo XXI, ese paso no lo dieron Francisco de Goya, Rafael Alberti, Federico García Lorca o Pablo Picasso, que tiñó de arte la misma muerte en su Guernika. No lo dan porque el toreo tiene vida, generosidad, juventud, épica, patrimonio, intelectualidad, universalidad, tradición, belleza, arte, emoción, inspiración, cultura, ecología, verdad, economía, luz, libertad, pasión, estética, expresión, compromiso, temple, brillo, nobleza… y sangre. Porque es vida y también muerte.

En medio de una sociedad que prefiere odio y rencor político a verdad y pecho en la vida; que prefiere espaldas a espaldarazos; que no conoce a su vecino pero se atreve a juzgarlo a través de las redes sociales; que no sabe cómo ni por qué un alimento llega a su mesa, pero tiene agallas para arremeter contra su ganadero porque no tiene piedad; que entiende el concepto libertad como tan sólo el círculo de diez metros cuadrados que rodean su sujeto sin mirar más allá de un prójimo que piensa diferente.

En medio de una sociedad que predica amores pero no sabe de amor, el toreo narra una historia de una vida justa, con o sin premio final, pero al fin y al cabo, una historia de amor animal y con la muerte presente en todo momento. Quitarle sangre y verdad al fin último sería quitar de sentido, José Antonio, al espectáculo mismo de la tauromaquia.

Es un arte cruento pero bello, antiactual pero justo, efímero pero emotivo y mágico pero muy real que nos habla de amor. Aunque el nuevo populismo intente acabar con él a través de odio, él habla de amor. Y de muerte a través de la vida. Por eso ha pervivido los siglos que ahora, con un injusto gesto contra el pasado, se está intentando liquidar evitando la necesaria sangre en el rito.