EL PUERTO DE SANTA MARÍA

El Rey ha muerto, viva el Rey


jueves 6 agosto, 2020

Aguado pasea la oreja de mayor peso de una desigual corrida de Juan Pedro Domecq. Tanto Ponce como Morante de la Puebla cortaron una oreja de dos toros con características bien diferentes.

Aguado pasea la oreja de mayor peso de una desigual corrida de Juan Pedro Domecq. Tanto Ponce como Morante de la Puebla cortaron una oreja de dos toros con características bien diferentes.

PABLO LÓPEZ RIOBOO

100 años se cumplían del fallecimiento de José Gómez Ortega, ‘Joselito el Gallo’, 100 años desde que el torero de toreros perdiera la vida en Talavera de la Reina. En estos años muchos han sido los toreros que ocuparon su trono, el cetro de una tauromaquia que hoy en día es cuestionada por un sector que desconoce que darle la espalda al pueblo es ir contra ellos. Hoy en el Puerto de Santa María en el 140 aniversario de su plaza Real se recordó la figura de este genial torero, y no pudo haber mayor reconocimiento que el de unos espadas que hicieron con sus actuaciones honor a un torero de toreros. Morante sabe lo que es llevar sobre sus espaldas la responsabilidad, y por que no, la dicha, de ser un fiel sucesor de Gallito, por concepto y personalidad podría entenderse que le cae como anillo al dedo. Pero hoy Pablo Aguado pese a su corta carrera levantó el dedo y volvió a dejar bien claro que quiere y puede sumarse a esa lista de herederos de un trono que solo los elegidos pueden ostentar. Tiempo y cualidades tiene, veremos si lo puede llegar a conseguir. Con otro corte y concepto al de Gallito, el sevillano ha conseguido captar la atención de una afición deseosa de arropar a un torero diferente. Hoy el Puerto en la corrida que conmemoraba la muerte de Joselito, y el aniversario de su plaza se gritó bien alto; !El Rey ha muerto, viva el Rey!.

Cuando los últimos rayos de sol de la tarde dejaban de hacerse presente en la piedra de la Plaza Real todo se paró, las agujas marcaban poco más de las nueve menos diez de la noche. Como un niño que juega en la orilla del mar, bajo la brisa de la tarde abrió su capote un torero que en sus yemas tiene el don innato del temple. Tres verónicas tres, lentas, pausadas, a media altura, tres lances acompañados y mecidos por el bamboleo del capote, ese bamboleo con el que cerró una media con más intención que lucimiento debido a la embestida rebrincada y a media altura del primero de su lote. Un capote que meció con sutileza y finura, garbo y torería en un quite por chicuelinas. Todo sin un tirón, suave, despacioso, armónico. Ni el molesto levante que venía para quedarse quiso perderse la media de cierre. El de Juan Pedro parecía hecho para el toreo de Aguado, un toro con talento, como diría el recordado Joaquín Ramos. Ese talento que atesora un hombre de plata que ayer iba vestido de Azabache. Iván García volvió a dejar su impronta con dos de gran compromiso. Acudió con un temple amexicanado en un inicio de faena en la que la ausencia de toques y el temple hicieron el resto. Todo fue medido, las tandas, nada quedó al azar en una faena de guante de seda. Comenzó a derechas, sin exigirle al animal, todo a media altura, para más tarde irle apretando a un animal que fue agarrando mayor clase cuanto más suave era el muletazo. Toro para expresarse, complejo por su bravura enclasada. Siempre dando los frentes y la panza de la pañosa, abarcando un muletazo tras otro, sin toques, siempre enganchado. Se dice que los toreros de mayor valor son los que son capaces de torear más despacio, esos que no expulsan la embestida, sino que se la traen y enroscan hacia dentro. Hoy dimos fe de ello. Por el izquierdo se durmió en naturales lentos, tan lentos que los olés no acababan nunca. Toreó con todo el cuerpo, cintura y muñecas. Molestó el viento de levante, el cual privó de mayor ligazón y limpieza a la faena, pero la obra era de tal calado que pese a lo molesto de su presencia quedó en un segundo plano. Finalizó por bajo una faena con sello de autor, fresca y templada. Sus pases de pecho, ayudados o remates fueron esa bocanada de aire fresco que buscaba una afición que lo espera y le exige a partes iguales. Pero pinchó en el primer encuentro y lo que iba para premio gordo quedó en una oreja. 

En el sexto nada pudo hacer ante un toro con genio, un animal que nunca humilló. Destacó el enorme puyazo de Juan Carlos Sánchez, ovacionado justamente por un público que colmaba los tendidos. Se intentó cuidar a un toro que tendía a quedarse en mitad del muletazo y soltar la cara en el embroque. No se vio a gusto al sevillano en nungún momento. Se le vio decepcionado por la falta de casta de un toro que no dio opciones ni para justificarse.

La faena de Morante al segundo es para analizarla de principio a fin. Ante un toro complicado, geniudo y feo de hechuras estuvo más que decidido, tiró la moneda en una tarde muy especial para el cigarrero. Ya de salida meció la capa con suavidad para enjaretarle al Juan Pedro un saludo a la verónica muy jaleadas por el respetable finalizada con un delantal de sello personal y una media a media altura. Este segundo fue un toro con movilidad, pero al que le costaba salirse de los chismes. Un toro con cierto mal genio y aspereza que tendía a topar más que embestir. Le dio mucho tiempo al animal, alternó los pitones y poco a poco fue fluyendo la faena. Morante ahondaba en la embestida de un toro al que había que llevar siempre tapado. Probó a izquierdas, dándole distancia, sin agobiarlo, de uno en uno fue metiendo al animal hasta dejar una poderosa serie a zurdas. prosiguió a derechas en una parte de la faena en la que molestó mucho el aire.Pese a ello dejó derechazos hondos, profundos, de los que quebrantan a los animales por su exigencia. Siempre intentando llevarse detrás de la cadera la embestida del animal. Pese a su falta de clase la tomó con cierto  ritmo cuando Morante lo enganchaba despacio. Todo lo hizo en torero, marcando los tiempos y el ritmo de la faena. Puso too lo que le faltaba al toro y más en una faena de gran exigencia al no ir nunca el toro metido en los trastos. La tanda final de toreo por alto a dos manos acabó de arrebatar a una plaza que premió su labor con una oreja. El de Juan Pedro acabó claudicando ante la firmeza y aguante de un valentísimo Morante.

El quinto, un toro tan bien hecho como vacío por dentro acabó desesperando tanto a la afición allí congregada como al propio torero. Un animal de anodina embestida que no hizo sino darle argumentos a aquellos que ven en el toro de Juan Pedro su antítesis del toro bravo. No se aburrió el de la Puebla en un trasteo en el que tuvo que abreviar por la alarmante falta de fijeza y raza del animal.

La tarde de Ponce fue de total disposición, su primero, un toro de Juan Pedro que tuvo clase y templanza en su embestida, pero al que le faltó algo de chispa. Un toro para acariciar. El valenciano aprovechó esa embestida cuando le dejó el viento. Acertó Ponce en aliviarlo cuando el toro se lo pedía y apretarle cuando lo requería el animal. Gustó su trasteo más a derechas dentro de una labor con mayor intención que lucimiento por el molesto viento. Mató de pinchazo y casi entera. En ese segundo encuentro el toro lo prendió por la chaquetilla, afortunadamente todo quedó en un susto. La ovación fue justo premio a su labor.

Le cortó el valenciano una oreja al que hizo cuarto, otro toro de gran nobleza pero que acabó acusando su justeza de raza. Realizó una faena templada en la que al igual que en su primero estuvo inteligente en alturas, distancias y terreros para ir metiendo al animal en el canasto. Gustaron los derechazos a media altura ante un animal que se fue apagando poco a poco. Se gustó y gustó Ponce en una faena con muletazos a media altura de buen corte y expresión. El valenciano basó su trasteo en la mano derecha, al ser por ahí más franco y fijo el toro de Juan Pedro.Bajo las notas del Concierto de Aranjuez realizó una labor interesante, en la que supo sacar las virtudes de un animal con movilidad y franqueza al que le faltó un punto de chispa. Finalizó su faena con sus clásicas ‘poncinas’ antes de dejar una estocada que le valió la oreja. 

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza Real de El Puerto de Santa María, Cádiz. Corrida de toros del 140 aniversario del coso. «No hay billetes» del 50% reglamentario. Tarde de levante racheado que molestó mucho a los toreros, con mayor intensidad en los tres primeros toros de la tarde.

Toros de Juan Pedro Domecq. Bien presentados, armónicos de hechuras y de juego desigual. Con nobleza y clase el soso primero. De geniuda y díscola embestida el complicado y feo segundo. De gran clase y ritmo el importante tercero. Noble, aunque a menos el jabonero cuarto. Manso y desrazado el ‘saborío’ quinto. Parado y a la defensiva el rajadito sexto.

Enrique Ponce: Ovación y oreja. 

Morante de la Puebla: Oreja y ovación con saludos desde el callejón. 

Pablo Aguado: Oreja y silencio. 

INCIDENCIAS: Al finalizar el paseíllo se llevó a cabo un toque de oración por todas las víctimas del COVID. Destacó Juan José Trujillo con los palos en el segundo. Ovacionados resultaron Iván García en el tercero y el picador Juan Carlos Sánchez en el sexto.