AL NATURAL

Abellán a los pies de los caballos


jueves 3 septiembre, 2020

El gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid ve cómo su esfuerzo por facilitar la celebración de festejos se estrella contra las negativas de "arriba"

El gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid ve cómo su esfuerzo por facilitar la celebración de festejos se estrella contra las negativas de "arriba"

MARCO A. HIERRO

«Yo no tengo vocación de político; yo soy torero». Así de contundente se mostraba el pasado domingo el gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Miguel Abellán, que expresaba de esa forma su impotencia por ver cómo su esfuerzo por ayudar a las empresas a celebrar festejos se estrellan contra las constantes negativas de Gobierno regional, al que pertenece la entidad que regenta. «Yo soy torero». Así de sencillo.

Esa declaración taxativa de su filiación es tan fácil de entender como el eslogan de una popular marca de relojes: «No es lo que tengo, es lo que soy». Y él, el Miguel Abellán que mantuvo la pugna novilleril con El Juli, el Abellán que puede mostrar el cuero cosido a cornadas, el Miguel que ha atravesado varias veces la puerta que da a la gloria, es torero. TORERO. Y quiere que se celebren corridas de toros, que nadie tenga ninguna duda. Aunque ahora tenga que desempeñar un cargo político, al que llegó con el único objetivo de ayudar y hoy le quema en las manos como todo lo bello que incendia la política. Y ha pasado de querer ayudar a verse a los pies de los caballos. Y no lo merece.

No merece que el aficionado lo culpe de que no haya toros en Madrid, porque él no da las órdenes finales; él es el que lidia con la contradicción de que Ayuso diga que se celebrará la Feria de Otoño sin intención alguna de que así sea. Él es el que intenta paliar la tremendamente complicada situación del toro, su toro, en la medida de sus posibilidades, y el que tiende la mano a quien venga a sumar, pero las muñecas de pegar naturales no se le convierten en tentáculos inmisericordes como a los políticos de profesión. Y se queda con el culo al aire. Y no. No se lo merece.

Porque no tiene la culpa de que el Gobierno que le puso, el que pensábamos que velaba por nuestros intereses porque se arrogó la etiqueta de ‘Taurino’, le haya fallado tanto como a nosotros. Pero conociendo a Miguel, no creo que deje la faena a medio terminar. Porque él es torero. Aunque le haya dejado la política a los pies de los caballos.