El ataque frontal y desabrido contra la tauromaquia que se empeñan en proferir los antiguos podemitas de Más Madrid son incluso más truculentos que los de sus hermanos mayores -que han llegado al Gobierno-, porque éstos de Errejón todavía tienen que cambiar el pantalón corto por el largo. Y les queda. Porque, en su favor, hay que decir que no tienen tantas condenas efectivas como los otros, aunque también defiendan el «ecofeminismo» y el veganismo -como hace la propia Amanda Romero en su perfil de Twitter- y vayan de pedagogos por la vida pero pisando cabezas y crujiendo cuello para llegar a la concejalía que le permita cobrar de nuestros impuestos para decirnos a qué se debe dedicar nuestro dinero.
Amanda miente, aunque no sabemos si tiene capacidad para saber que miente. Cuando la lobotomía podemita te alcanza es difícil entender cualquier argumento que no se adapte a su credo, anticlerical sólo si es el cristianismo el que está enfrente; defensores del intervencionismo del Estado, pero absolutamente opuestos a los símbolos del mismo Estado, se empeñan en que los demás vean el mundo con los ojos que a ellos les han prestado. Y si tiene que ser por la fuerza y a base de escraches y mucho ruido y agresiones, será. Pero se arrogan una suerte de aristocracia moral, defendida con esputos entre los espumarajos que se les adivinan en la boca, que no permite al otro gozar de la libertad que dicen promulgar. Así son: cachorros del Macho Alfa, ideólogo de esta secta que amenaza la estabilidad del país.
Y por este camino de baldosas amarillas… Perdón, que verdes las han segao. Por ese camino de baldosas verdes llegaba doña Amanda Romero a refutar los argumentos de la información de Cultoro en la que se decía que la concejal de Más Madrid pregunaba el gasto del Ayuntamiento en la Escuela de Tauromaquia pero se olvidaba de comentar los ingresos del toro en las arcas y de dónde salía el dinero para financiar tal medida. Todo ello, claro, sintiéndose poderosa y asistida por la razón con un montón de números para que pareciese que sus argumentos quedaban respaldados. Por eso reflejamos aquí el hilo del tuit
Hola, @cultorocom
Sí, denuncio el gasto en la Escuela Taurina en Madrid porque me parece escandaloso en plena crisis.
A continuación un resumen del dinero público que recibe la tauromaquia y que la mantiene con respiración asistida, para que no se obvie tampoco 😉
Hilo 👇🏼 https://t.co/0BHtN9gaOL
— Amanda Romero (@AmandaRomero_G) January 30, 2021
Vayamos por partes, porque hasta el inicio tiene tela: la buena señora se jacta de que la tauromaquia está con respiración asistida, pero no conoce los números, como demostraremos a continuación. Si lo hiciera, no se prestaría a hacer el ridículo de esta forma.
La Unión Europea debe estar ya hasta el gorro de desmentir la basura desinformativa de los grupos animalistas y quienes detentan la representación de sus caprichos -los derechos tienen aparejadas obligaciones en el sujeto que los goza- para las mascotitas. En más de 50 ocasiones ha tenido que salir al paso de este tipo de mensajes sesgados para aclarar que no sólo no es verdad lo que se dice -lo cierto es que las ayudas son provenientes de la Política Agraria Común (PAC) y se destinan a la explotación, no al uso que se le dé-. Pero como los animales que pueblan estas explotaciones no llevan jersey de punto ni duermen en colchón mullido, no forman parte del espectro diario de la ‘zooelite’.
A ese grupo debe pertenecer Amanda Romero, que de campestre tiene el apellido, como demuestra con su ignorancia. Es la misma que exhibe el ‘estudio’ que cita, que estudió poco el asunto, dado que no sabía que en las explotaciones de toros bravos suelen ser los toros bravos los animales que se encuentran en menor número. Hay cerdos, hay conejos, hay ciervos, pero también ovejas y caballos, y manso. Mucho bovino manso. Y una media de 500 ó 600 hectáreas de terreno, mucho del cual se dedica a una infinidad de cultivos, destinados tanto a la comercialización como al funcionamiento diario de la explotación.
Que sí, Amanda, que sí. Que te concedemos que no seas experta en el manejo de animales en el campo, y mucho menos en los cultivos que pueden darse en una finca en extensivo. Pero, entonces, ¿para qué te expones de esta forma a hacer el ridículo con los tres números que te pasan tus asesores? ¿No te das cuenta de que están destinados a sesgar la información y a engañarte hasta a ti para que te creas lo que debes difundir?
Esta misma tarde hablábamos con El Juli, con Joselito, con Victorino, y todos expresaban el mismo rechazo a la sandez de las subvenciones europeas al bravo, que tan bien creen maquillar. Lo de aderezar estos mensajes con toros después de la estocada o al llegar al desolladero funciona en una sociedad que cada vez tiene la piel más fina y no le gusta conocer la realidad de lo que se come. Herencia, también, del mercado de las mascotas, que prefiere que los niños piensen que los filetes nacen en las bandejas del Mercadona.
De hecho, en ese afán desmedido por regular lo que la gente debe o no transmitir a sus hijos -la forma más vieja y fácil de adoctrinar- Amanda alude a un informe de la ONU que pide alejar a los menores de la tauromaquia. Informe, por cierto, que no existe, como ha dejado claro la propia ONU y se ha publicado en numerosos medios no afectos al dinero del régimen (el ejemplo es de El País, estandarte de un Grupo Prisa regado con 15 «melones» durante la pandemia para servir de parapeto a las fechorías socialcomunistas). Pero lo siguen blandiendo porque -esto se lo concedo sin problemas- es muy práctico y muy vendible. Pero eso no lo convierte en verdadero, Amanda. Por más que te empeñes en que la verdad no te arruine un argumento. Muy anglosajón, muy poco español hasta que llegó el populismo. Muy vuestro, vamos.
Es tan vuestro como criticar que las explotaciones sólo tengan una media de 5.246 euros en concepto de personal, lo que las hace «muy poco creadoras de empleo». Amanda no sabe, por más que se apellide Romero, que ese dinero es el que cuesta criar un toro hasta llegar a la plaza. Y unos cuatro trabajadores por ganadería, junto con sus familias y los cientos de miles de familias de los profesionales que criticáis por no trabajar en 2019 son bastantes más que el medio millón de votos que os colocó en el Ayuntamiento. En un cargo, por cierto, en el que deberían pedir más requisitos para estar, porque no encontrar el pliego de condiciones para gestionar Las Ventas es de no tener muchas ganas de encontrarlo o de ser muy inútil para manejar Internet. En cualquier caso, aquí te lo enlazamos (obsérvese que está enlazado -como corresponde- en el portal Madrid.org, no escondido en La Nave del Misterio)
En cuanto le eche un vistazo verá varias cosas. Verá, primero, que son 2 millones de euros el canon mínimo para participar en la adjudicación. Y si se molesta en mirar las hemerotecas de 2017 verá cuáles son las condiciones que propuso la actual gestora, Plaza 1, que fijó el canon en 2,8 millones. Pero también verá que de la Escuela Taurina y su soporte material se encarga la empresa gestora, aunque sea el Ayuntamiento y la Comunidad quienes decidan cómo gobernarla. ¡Ay, Amanda! Si es que en España no se lee…
Pero no te preocupes, que aquí, en CULTORO, estaremos encantados de aclararte públicamente los conceptos tantas veces como quieras. Incluso cuando engordes el presupuesto del Centro de Asuntos Taurinos -normalmente de 2 millones, 800.000 euros menos que el canon anual- hasta los 4 que exigen las obras que se deben acometer en el recinto -protegido por Patrimonio, no vaya a ser que eso tampoco lo sepas-, como no sabes que la fiabilidad de las encuestas que citas resultaría hilarante hasta para el propio Tezanos. La única encuesta válida aquí es la taquilla, pero lo que dice no te sirve para tu mensaje.
En fin, Amanda, que muchas gracias por velar por la transparencia y por la salud ética y moral de nuestra audiencia, pero dados los errores cometidos, es mejor que no nos quieras tanto. No vaya a ser que este mundo tenga más verdad de la que puedas soportar…